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Una vez llegaron junto al emperador y al hijo de Alicia ya habían empezado el juego burlándose el uno del otro

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Una vez llegaron junto al emperador y al hijo de Alicia ya habían empezado el juego burlándose el uno del otro.

— No tienen remedio— habló Alicia mirando a su hijo haciendo un baile de la victoria tras un buen golpe.

— ¿Crees que eso es un buen tiro? Mira y aprende perdedor— le dijo el emperador girando el palo entre sus manos antes de golpear la pelota— ¡Ja! ¿Quién es el mejor? ¿No te oigo?— Edgar bufó— ¿Quién? ¡Yo! ¡Yo soy el mejor! ¡Soy Kuzco!— el rubio no pudo aguantar más su risa estallando en carcajadas seguido por el resto de sus amigos y su madre.

A lo lejos Verónica se encontró con la mirada de Audrey y le sonrió contenta.

— ¡Estás haciendo trampas!— se quejó Ed— ¡Mama, Kuzco está haciendo trampas!

Alicia negó poniendo su mano sobre su frente.

— ¡Eso es mentira!— gritó el emperador ofendido.

Cuando Edgar se giró Kuzco le lanzo una bola de papel a la cabeza girando la cara cuando el adolescente se volvió para mirarlo mal.

— ¿Que ha sido eso? Alguien está lanzando cosas— habló excusándose mirando a su alrededor guiñándole un ojo de manera cómplice a Verónica— Será mejor que tires ya, hijo.

Carlos jugaba con chico mientras que Evie había marchado con Mal para jugar juntas al croquet y Jay y Hugo estaba con Ben aprendiendo a jugar.

Ginna corrió hasta ellos con Lola abrazando a Edgar antes de que lanzase desconcentrandolo.

— Hola, Ginna— saludo girándose para mirarla olvidando lo que estaba haciendo.

— Venga Eddy, no tengo todo el día— se burló Kuzco moviendo el palo de metal con aburrimiento— Roja, no me desconcentres al chico, luego dice que hago trampas— la hija de Ariel se encogió de hombros yendo está vez hacia Mal corrigiendole el tiro para ayudarla a mejorar.

Kuzco había ganado el juego y bailaba regodeándose y burlándose de Edgar.

— ¿Quién es el perdedor? Yo creo que tú, porque yo— se señaló a el mismo con los dos pulgares— ¡Soy un ganador!

Verónica estaba tan contenta que ni siquiera había notado que su abuela Leah se había acercado hasta Mal.

— Hola querida.

— Hola— saludó la hija de Maléfica contenta.

— ¿Nos... conocemos?— la miró cruzándose de brazos, sus ojos verdes y aquel pelo morado se le hacían conocidos.

— No, no creo— negó Mal sonriendo— Soy nueva, soy una especie de estudiante de intercambio.

— Ahh ya— dijo la mayor girándose cuando Audrey la agarró del brazo.

— Abuelita.

— Oh Audrey, dale un beso a la abuela— la castaña obedeció al instante alegremente cruzándose con la mirada de Mal que dejó de sonreír y Audrey también.

𝐇𝐔𝐑𝐀𝐂𝐀𝐍- DescendantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora