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Entre Hércules, Megara y Kuzco habían conseguido tranquilizar Verónica o por lo menos lo intentaban

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Entre Hércules, Megara y Kuzco habían conseguido tranquilizar Verónica o por lo menos lo intentaban.

— Lo siento— le dijo la rubia al semidiós.

— ¿Por qué lo sientes mi niña?— le dijo Megara acariciándole el pelo.

— Le he manchado la camisa de
rimel— y entonces volvió a llorar en los brazos de la morena bajo las miradas entristecidas de los otros dos adultos.

— Solo es una camisa Vero— le dijo Hércules agarrándole la mano— Se lava y ya está.

— Audrey ni siquiera me defendió— murmuró. Se sentía tan traicionada que no estaba segura de querer volver a hablar con su hermana, por lo menos por ahora— Lo escucho todo y no hizo nada... yo casi maté a Ben aquella tarde, dejé de hablar a los chicos e incluso discutí con Mal y Hugo solo por ella.

— Tu hiciste lo correcto— le dijo Megara sobándole la espalda— Si Audrey no quiere hacer las cosas bien no es ni tu problema ni tu culpa. No te preocupes por cosas que no puedas controlar— acarició la mejilla de la rubia mirándola con cariño y Verónica se preguntó que hubiese pasado si ella hubiese tenido una buena relación con su familia ¿serían ellos los que estarían allí para ella en aquel momento?— Y en este caso las acciones que Audrey decide tomar son una de esas cosas.

— Pero yo lo hice porque la quiero ¿ella no me quiere a mi?— Kuzco la miró con pena cuando la voz de la chica se rompió, para él no había nada más duro que ver a Verónica de esa forma— A veces creo que no lo hace.

— Te quiere— le dijo Hércules— pero su arrogancia y el ansia de enorgullecer a tu familia la superan.

— Incluso si eso la lleva a dejar que alguien te haga daño— murmuró el emperador.

— Me van a odiar después de haber defendido a los Vk's— les dijo suspirando.

— Si ellos no ven lo extraordinaria que eres es su problema, no dejes que te apaguen— habló Kuzco.

Poco después tanto el emperador como la pareja tuvieron que irse no sin antes despedirse de una ahora más relajada Verónica.

— Te llamaré— prometió el emperador— Si no contestas me presentaré aquí.

— Contestaré— le dijo riéndose.

— Hazlo, adiós mi niña— se despidió abrazándola.

Ronnie suspiró viéndolo irse sintiéndose completamente sola contra el mundo.

(...)

Lola y Verónica corrían por los pasillos, la hija de la bella durmiente se había vuelto a arreglar negándose a que nadie viese lo mal que lo había estado pasando, ambas chicas buscaban a los villanos y los encontraron sentados en una de las mesas.

Hugo y Jay alzaron la mirada mirándola y por un momento sus ojos brillaron, pero todos ellos estaban tan tristes que no se vieron capaces ni de sonreír.

𝐇𝐔𝐑𝐀𝐂𝐀𝐍- DescendantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora