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Era lunes. Sukuna se encontraba preparando las cosas de Yuuji para que el omega pasara a recogerlas. Decir que está nervioso es poco, al parecer Yuuji no es el único con apego. Saber que su pequeño no estará con él por un rato lo pone inquieto.

Si bien las cosas con Megumi iban mejor, se podría decir que el omega lo toleraba más. La tensión había crecido en los últimos días. A veces, Sukuna hacía comentarios con doble sentido, pero Megumi simplemente no les daba importancia, o al menos eso quería aparentar.

Por otro lado, Megumi nunca imaginó que estaría madrugando para prepararse mentalmente para cuidar de un bebé todo el día. No es que no fuera responsable, pero aun así, los celos no lo dejaban pensar con claridad. Además, cada día Sukuna trataba de acercarse más a él; sabía sus intenciones, pero él no es cualquiera como para caer tan rápido por el alfa.

Sukuna empacaba la leche del pequeño, pañales, algunos cambios de ropa y los juguetes favoritos de Yuuji: dos peluches de perrito.

Ambos chicos estaban nerviosos. Sukuna solo esperaba que Megumi no se arrepintiera de llevarse al pequeño. Por otro lado, Megumi pensaba que no quería que Sukuna le quitara el privilegio de estar cerca de ellos.

Ambos estaban cayendo, pero al parecer eran demasiado tontos para entenderse.

Sukuna tomó las cosas del pequeño y, sin más, se dirigió a la casa de su vecino

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Sukuna tomó las cosas del pequeño y, sin más, se dirigió a la casa de su vecino. Esperó unos segundos antes de tocar la puerta. Uno de sus pensamientos le decía que era mejor no involucrarse demasiado con el omega, pero su lado de alfa estúpido quería que el menor se quedara por mucho tiempo.

—¿Qué estoy haciendo? —murmuró Sukuna, mientras observaba a Yuuji. El pequeño dormía con las cobijas que el omega había impregnado con su olor—. Solo espero no arrepentirme...

Megumi estaba despierto desde las cuatro; no pudo conciliar el sueño. Ahora son las seis de la mañana y se encuentra en su sala con una taza de café en mano cuando escucha el timbre sonar. Se queda en blanco por un momento. Sabe que es Sukuna, sabe que tiene un pequeño que cuidar. Sin más, abrió la puerta.

Megumi piensa que Sukuna como papá soltero debería ser ilegal . El alfa se encuentra recién bañado y su cabello peinado hacia arriba lo hace ver más sensual de lo que ya es. Con una camiseta negra, pegada a su torso bien formado, sus...

—Ey, Ey. Megumi —Sukuna habla. Lo que hace que salga de su trance. Al parecer se quedó observándolo por un buen rato.

—Lo siento ¿Que decias?

—Te decía ¿Que si estarás bien?

Megumi suspira. —Claro que lo estaré. ¿Por quién me tomas?— Su voz suena indignada.

Sukuna solo puede sonreír de lado; Megumi lucía tierno cuando se enojaba.

—En fin, ¿ya te vas, no?— El omega se acerca con cuidado a recoger las cosas del cachorro para meterlas en su hogar. —No tienes que preocuparte, estaremos bien.— Megumi no es tonto; es evidente que el alfa está nervioso. Sukuna se muerde la mejilla con ansiedad, y su olor lo delata por completo.

Lazos incomprensibles. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora