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Megumi se sintió más tranquilo cuando la presencia de Uraume desapareció, aún tenía muchas dudas, pero le aterraba mas conocer las respuestas del alfa.

Uraume le había dado más inseguridades de las que ya tenía.

Sukuna tenía al cachorro en sus brazos, alimentándolo. Arrullaba al bebé susurrándole una de las canciones que había encontrado en YouTube. Mientras tanto, Megumi lavaba los pocos platos que se habían ensuciado.
El pequeño bebé cayó rendido, y Sukuna lo colocó en su cuna, dejando un corto beso en su coronilla.

Sin más cerro la puerta con cuidado y se dirigió a la cocina. Megumi estaba de espaldas, y Sukuna lo observó detenidamente. No lo había notado antes, pero el omega vestía una de sus camisas blancas, que le daban la apariencia de no llevar nada más debajo, por los shorts cortos que usualmente traía. Aunque Sukuna intentó no pensar en cosas inapropiadas, le fue imposible evitarlo.

Megumi, con esa camiseta y vestido de esa manera, hacía que su cuerpo reaccionara. Sukuna respiró profundamente antes de acercarse a ayudar...

Se colocó detrás de Megumi, y cuando el omega sintió a Sukuna, se tensó. Estaba muy cerca.

—Déjame ayudarte a secar... —susurró Sukuna sobre su oído.

Megumi tuvo que luchar para que sus piernas no flaquearan, y solo un "sí" salió de sus labios.

Continuaron limpiando hasta que la cocina quedó completamente limpia. Ambos estaban nerviosos y demasiado cerca. El silencio reinaba, y lo único que se escuchaba eran sus corazones latiendo desenfrenadamente.

Sukuna quería hablar. Quería decirlo, pero no encontraba la manera de hacerlo apropiadamente. Si Megumi lo rechazaba, moriría de vergüenza; no quería arruinarlo.

Megumi observó cómo el alfa movía sus dedos nerviosamente. Su cara lo decía todo; si Sukuna no decía nada, lo haría él.

—Sukuna, tengo que hablar contigo...

—Sukuna, tengo que hablar contigo

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Sukuna estaba aterrorizado. Nunca había experimentado un sentimiento así, ni siquiera cuando su madre lo regañaba por molestar a Jin.

Se sentía como un niño. Megumi lo había guiado a sentarse en el sofá. Observó cómo el omega se sonrojaba y luchaba por decir algo.

Ya ambos sentados, el menor comenzó a hablar:

—La verdad, quería hablar de esto contigo antes, pero tenía miedo de tu reacción... —Megumi luchaba por contener las náuseas; esto era demasiado para él. El alfa lo miró confundido—. No quería arruinar lo que tenemos, pero la visita de Uraume me hizo darme cuenta de muchas cosas.

Sukuna estalló en nervios. No quería que Megumi malinterpretara su relación con el otro omega. Uraume era como un hermano menor para él, y nada más.

—Megumi... Él es solo un viejo amigo. Nunca lo he visto de otra manera, él no...

Los ojos de Megumi se iluminaron. Sukuna le estaba dando explicaciones como un novio nervioso e inexperto.

Lazos incomprensibles. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora