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Megumi despertó al sentir un peso adicional sobre su cuerpo. Sukuna estaba profundamente dormido, su respiración era suave y constante. Su cabello estaba desordenado, pero lo que más llamó la atención fue un corte en su labio inferior.

Entre ambos, el cachorro dormía acurrucado contra su pecho, mientras que el brazo de Sukuna descansaba protectivamente sobre el pequeño cuerpo y la cintura de Megumi.

Megumi no había sentido la llegada de Sukuna, ni su presencia a su lado. Al parecer, la pastilla que tomó hizo efecto, sumiéndolo en un sueño profundo. Con sumo cuidado, se incorporó, tratando de no despertarlos. Tal vez más tarde el alfa le explicaría qué había ocurrido y la razón del corte en su labio.

Se puso las chanclas que descansaban en una de las esquinas de la cama y se dirigió al baño. Sin embargo, un aroma captó su atención en el camino.

Era un olor a sangre... y feromonas de omega.

Al parecer, el olor provenía de la canasta de basura cercana. Megumi se acercó y notó las prendas que pertenecían al alfa. Una camiseta en particular tenía rastros de sangre seca en uno de los costados, lo que inmediatamente hizo que el omega se asustara.

¿Sukuna estaba herido?

—¿Qué haces? — La profunda voz de Sukuna resonó desde el marco de la puerta. El alfa lo observaba, claramente sorprendido al ver lo que el omega sostenía en sus manos.

—Déjame explicarte... — Se apresuró a hablar al notar cómo las feromonas de Megumi se agitaban con preocupación.

—Pues empieza a hablar, Ryomen, antes de que te dé un buen golpe — lo amenazó, pero en su tono había más preocupación que ira. Aunque Sukuna no parecía herido, Megumi finalmente notó el cansancio en sus ojos.

—Verás... la misión de ayer se salió de control. Me apuñalaron... — Megumi abrió los ojos con sorpresa — pero estoy bien.

—¡Ryomen! ¿Qué demonios? ¿Y por qué no estás en un maldito hospital? — Megumi, alterado, corrió a buscar sus llaves y algo de ropa.

—Estoy bien, no te preocupes. No fue profundo, y no me siento mal — Sukuna se apresuró hacia él, rodeándolo con sus brazos y liberando sus feromonas calmantes para tranquilizarlo.

Megumi suspiró profundamente antes de girarse, deslizando su mano bajo la camiseta de Sukuna. Pudo sentir el vendaje que cubría su costado.

—Me atendieron. Al parecer sano muy rápido, debe ser por mi casta dominante, así que no tienes que preocuparte... — Sukuna intentó restarle importancia a la situación — Hoy puede iniciar tu celo y esas emociones no te ayudarán en nada. Así que calma ¿De acuerdo?

Sukuna comenzó a dejar ligeras caricias en los brazos y la espalda de Megumi. No había malicia en sus gestos, solo la intención de calmar la tensión que sentía el omega.

Desde hacía unos días, Megumi había empezado a liberar más feromonas de lo habitual, lo que lo llevó a tomar pastillas para regular su olor y evitar posibles problemas cuando saliera a la calle. De igual manera, Megumi se mostraba más cariñoso y pegajoso con Sukuna. También odiaba que cualquier otra persona tocara a su bebé. Aunque no tenía problema con que sus compañeros interactuaran con el cachorro, era extremadamente posesivo con el pequeño. Nunca antes había experimentado esos sentimientos. Los malestares eran evidentes. No quería que sus padres supieran de su relación con Sukuna; temía que lo regañaran por involucrarse con alguien mayor y, aún peor, por compartir su celo tan rápido.

—Bien, pero por favor, deja de preocuparte así — Sukuna asintió y le dio un suave beso en la frente. Megumi se apartó con una sonrisa.

—Iré a preparar las cosas de Yuuji. Lo llevaré con Yuki —dijo, notando cómo Sukuna se tensaba.

Lazos incomprensibles. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora