Extra 4.1

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—No, no me voy a retractar. No tienes permiso, y en esta casa mando yo.

Yuuji miró al alfa mayor con un puchero, mientras seguía intentando persuadirlo.

—¡No es justo! ¿Por qué a Hitoshi no le dicen nada? —protestó el omega, fulminando con la mirada al alfa, que solo sonreía ante la escena. Cruzó los brazos en un claro gesto de berrinche, poniendo cara de cachorro.

Una expresión que siempre lograba ablandar el corazón de Sukuna. El alfa observaba a su pequeño con paciencia, mientras Megumi lo veía todo desde la cocina. Sabía que el omega menor terminaría convenciéndolo de una manera u otra, pero esperaba, por algún milagro, no tener que intervenir.

Sukuna solo suspiró pesadamente, apoyando las palmas de sus manos sobre su rostro. Sabía que este día llegaría, pero no esperaba que fuera tan pronto. Había tenido años para prepararse mentalmente, para imaginar el momento en que su cachorro viviría su "primer amor", tendría su primera cita, y eventualmente, lo vería casarse y formar su propia familia. Pero, aun así, nunca logró aceptarlo del todo. ¿No podían quedarse con él para siempre?

—Entiendo que quieras salir y que ese alfa te guste, pero creo que deberías enfocarte en otras cosas, tus estudios son prioridad—dijo Sukuna, tratando de ser razonable.

Yuuji solo desvió la mirada, buscando en silencio la ayuda de su madre.

Megumi, desde la cocina, sabía que esta vez su pequeño omega no había logrado convencer al alfa. Con cuidado, se quitó el delantal que llevaba puesto, mientras intentaba cubrir su creciente estómago con una camisa que cada vez le quedaba más ajustada.

—Amor —llamó el omega suavemente mientras se acercaba rápidamente a su esposo—, deja que Yuuji vaya. No va a perder el enfoque en sus estudios, siempre ha sido muy inteligente... además, el alfa no es tan malo. Es una buena persona, buen estudiante, y confío en que sabrán comportarse.

—¿Tú cómo sabes de ese tipo? ¿Acaso ya lo sabías? —el alfa miró a su esposo, notando cómo trataba de sostenerle la mirada. Solo pasaron unos segundos antes de que Megumi tuviera que apartarla—. No puedo creerlo... están haciendo cosas a mis espaldas.

—Papá, claro que le contaré a mi mamá mis cosas, porque es mi mamá y confío en él. Así que no te enojes.

Sukuna observó a ambos omegas. Los ojos de su cachorro y de su esposo siempre habían sido su mayor debilidad. Y lo seguirían siendo, por mucho que intentara resistirse.

—¡Papá, no dejes que esos dos te manipulen! —intervino el alfa de ojos azules, lanzando una mirada a los dos omegas, quienes rápidamente le devolvieron una mirada fulminante.

—¡Hitoshi, a tu cuarto! —ordenó Megumi—. Esta discusión no te concierne. Ve y cuida de tus hermanos.

Hitoshi resopló, pero se levantó obedeciendo sin decir más, aunque claramente molesto. Megumi le lanzó una mirada severa antes de regresar su atención a Sukuna.

—Mira, Sukuna... —el alfa se sorprendió por el tono firme de su esposo. Megumi estaba nuevamente embarazado y necesitaba mantenerse tranquilo—. Hitoshi puede hacer lo que quiera porque es un alfa, ¿esa es tu lógica, no?

Sukuna no respondió de inmediato. La pregunta de Megumi lo dejo en silencio. No confiaba en poner a su hijo en manos de otro alfa, y mucho menos si era un hombre. Tal vez era hipócrita por pensar así, pero Yuuji era su sol, su tesoro preciado, y la idea de que lo lastimaran lo aterraba.

—No me gustaría que lo lastimaran... —Sukuna notó la mirada apagada de su esposo y hijo ante sus palabras. Tocó el puente de su nariz, intentando encontrar la forma correcta de continuar. Solo esperaba no arrepentirse—, pero tampoco me gustaría que hiciera algo a mis espaldas...

Lazos incomprensibles. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora