Sukuna es un alfa sin compromisos, es soltero y tiene una vida sin nada mas que el, pero una inesperada noticia cambiará el rumbo de su vida y tal vez encuentre el amor que nunca pudo tener.
Yuta sabía que no tenía otra opción. Aunque era consciente de que su padre no estaría de acuerdo, la seguridad de su hermano ahora era su prioridad.
Sukuna estaba listo, armado y preparado para cualquier cosa. Se dirigía hacia su vehículo cuando se sorprendió al ver a Yuta esperándolo.
El alfa más joven observó al mayor con una expresión de desagrado.
—Me importa un carajo lo que sientas tú, pero mi hermano es lo más importante. El niño tampoco tiene la culpa de tenerte como familia —comenzó el alfa—. Te ayudaré, los dos lo haremos. Mi padre no quiere tu ayuda, pero necesitamos a alguien que sea el cuerpo muerto.
Sukuna analizó sus palabras, comprendiendo su significado. Su vida no le importaba si Megumi y su niño no encontraban en ella. Al parecer nunca podría tener un final feliz.
El mayor solo pudo asentir.
—Bien, hagámoslo.
Ambos alfas se dirigieron juntos hacia el lugar. Gojo reprendió a su hijo por pedir ayuda a Sukuna, pero, al pensar en Megumi, decidió callarse.
El trayecto era silencioso e incómodo. Sukuna podía sentir la tensión a su alrededor. Gojo no quería estar cerca de él, y Yuta ya se había resignado.
—¿Cuánto lo amas? —preguntó Yuta, y el pelirosa respondió de inmediato.
—Más de lo que se puede describir con palabras.
—Bah, esperaba algo más sincero, no esas frases típicas... —se burló Yuta, y Sukuna esbozó una sonrisa.
—Sabía q-...
Yuta no termino, porque fue interrumpido por el pelirosa.
—Lo necesito tanto como las plantas necesitan el agua para vivir. Megumi es mi aliento, mi razón, el es increíble... Cada vez que veo el brillo en sus ojos, siento que el mundo tiene sentido y me hace saber que el cielo existe...— Tanto Yuta como Gojo se quedaron boquiabiertos.
—E-eso fue tan cursi. No puedo creer que dijeras algo así —comentó Yuta, claramente sorprendido.
Sukuna le lanzó una sonrisa ladina.
—Cuando encuentres a la persona adecuada, sentirás todo lo que te digo. Recuerda mis palabras...
Yuta simplemente lo ignoró.
—Eso no pasara...
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Los tres alfas avanzaron sin mostrar ni una pizca de miedo, buscando por toda la mansión a Megumi y Yuuji.
Ya habían eliminado a la mayoría de los guardias del lugar. La sangre manchaba sus suelas y camisas, dejando evidencia de su paso.
El resto del equipo ayudaba a evacuar a las pocas omegas que se encontraban en la residencia.
Sukuna avanzaba con desesperación, hasta que un lloriqueo llamó su atención. Era el llanto de Yuuji.
