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Sukuna se dirigía a su hogar, inquieto por la situación en su trabajo. La familia de su omega era una pieza clave para desmantelar a la organización criminal más grande de Tokio, así como a la corrupta familia Zenin.

Aunque los archivos revelaban que los Gojo-Zenin solo buscaban venganza por eventos ocurridos años atrás, la situación no le pondría nervioso si no estuviera involucrado con uno de los hijos de esa familia. ¿Pero sería correcto ocultarle esa información a su omega? Si los padres de Megumi no le habían informado de lo que sucedía, debía haber una razón grande.

Sukuna no quería verse envuelto en ese drama familiar, por lo que decidió mantenerse al margen hasta que el caso estuviera cerrado.

Aunque, viéndolo desde otra perspectiva, había algo que le preocupaba aún más. En unos días, se encontraría con uno de los hermanos de su omega. Tendría que ser muy cuidadoso para que no descubriera su relación con Megumi.

Ahora tenía dos prioridades: evitar que Megumi se enterara de la cooperación de su familia en contra de la mafia y los Zenin. Al igual que asegurarse de que la familia de su omega no descubriera su relación por el momento. Sabía que, si Megumi se enteraba, no solo sería un problema para él, sino también para su familia.

Sería una semana pesada, y ahora lo único que quiere es llegar a casa y poder estar con sus chicos.

Sería una semana pesada, y ahora lo único que quiere es llegar a casa y poder estar con sus chicos

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Megumi estaba cocinando. Le gustaba la sensación hogareña que sentía al estar en el departamento del alfa. El olor a comida recién hecha y los pequeños balbuceos de Yuuji que resonaban desde su cuna en la sala, buscando atención, lo hacían sonreír.

Sus padres le habían pedido que no fuera a trabajar esa semana. Aunque le pareció extraño, decidió no darle importancia. Gracias a eso, pudo llegar temprano y descansar un poco más. Últimamente se sentía más irritable, síntomas de que su celo estaba cerca.

—B... ba... ta... ta —escuchó a Yuuji quejarse en busca de atención. Ahora, el bebé quería estar alzado en todo momento, y el omega no se quejaba; amaba tener a su pequeño en brazos.

Dejó la comida a un lado y se lavó las manos antes de dirigirse a tomar al pequeño en sus brazos.

—M... ba... ma... na —balbuceó Yuuji, y Megumi sonrió.

—Ya te oí, ven acá.

Pudo sentir que el olor del cachorro era más fuerte. Su revelación sería pronto. Era algo de lo que Sukuna y él ya habían hablado mucho antes de ser pareja. Ambos estaban preparados para esa etapa.

Hace unos días, habían comprado diferentes tipos de productos para evitar que el bebé se enfermara mucho. Aún recordaba la mirada del médico al ver el gran avance del pequeño.

No sabía qué tenía su cachorro que dejaba encantados a todos.

El ruido de las llaves le hizo levantar la mirada.

Lazos incomprensibles. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora