|Cap 1|

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–La Creación de Padre– 

-¡Luzbel! -gritó el arcángel Miguel, sus alas blancas brillando mientras volaba tras su hermano gemelo

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-¡Luzbel! -gritó el arcángel Miguel, sus alas blancas brillando mientras volaba tras su hermano gemelo.

Luzbel, conocido por su espíritu travieso y desafiante, reía mientras se perdía entre las nubes, sus brazos cargados con varios pergaminos sagrados. Miguel, frustrado, se detuvo en medio del cielo al darse cuenta de que había perdido de vista a su hermano.

-Maldición... se escapó. -murmuró Miguel, apretando con fuerza su puño dorado.

Detrás de él, el arcángel Leonardo, de cabello negro y ojos penetrantes, se detuvo, claramente confundido y molesto.

-¿Y los pergaminos? -preguntó Leonardo con rabia contenida, su voz retumbando en el cielo.

-Se los llevó. -respondió Miguel con un suspiro. -Volvamos y esperemos a que regrese. No puede esconderse para siempre.

Juntos, los dos arcángeles volaron de regreso al cielo, sus alas batiendo con fuerza mientras se preparaban para la próxima confrontación con Luzbel.

En otro lugar, lejos del paraíso, Luzbel aterrizó en las afueras del Edén, una zona sombría y desprovista de vegetación. El lugar, con su atmósfera lúgubre y opresiva, siempre le había resultado desagradable, pero en ese momento no tenía otro refugio para ocultarse.

-Si no me dicen lo que están planeando para la creación, lo descubriré yo mismo. -murmuró Luzbel, sentándose en una roca y abriendo uno de los pergaminos.

Mientras leía los intrincados planes para la creación del mundo, un sollozo suave llamó su atención. Levantó la mirada, escaneando el paisaje desolado hasta que sus ojos se posaron en una figura mediana entre los árboles y la niebla. La persona, un joven de cabello castaño y ojos llorosos, estaba limpiando amargas lágrimas que brotaban sin cesar.

Impulsado por la curiosidad, Luzbel se levantó y se acercó al desconocido.

-¿No es la creación de Padre? ¿Qué hace fuera del paraíso? -se preguntó mientras avanzaba. -Oye. -llamó, haciendo que el castaño se sobresaltara.

-¿Un ángel? -pensó el joven doncel, sus ojos llenos de asombro y esperanza. - ¿Sí? -respondió, secándose las lágrimas rápidamente.

-¿Qué haces fuera del paraíso? -preguntó Luzbel, observándolo con interés.

-¿Fuiste enviado por Padre? -El doncel parecía desprovisto de esperanzas mientras formulaba la pregunta.

-¿Qué? ¡No! Nunca haría caso a ese viejo estúpido. -respondió Luzbel, cruzándose de brazos y mirando a otro lado con enojo.

El rostro del doncel se iluminó ante esa respuesta, una sonrisa se formó en sus labios mientras extendía una mano para tocar la mejilla del ángel más bajo.

-Entiendo. -murmuró, acariciando los círculos azules en las mejillas de Luzbel.

Luzbel sintió un leve brillo en sus ojos y un sonrojo amarillo adornó su rostro. Cuanto más detalladamente observaba el rostro del moreno, más hermoso le parecía.

-¡Eres un ángel muy hermoso! -exclamó el doncel, sonriendo amplia y dulcemente.

-¡S-si, claro! -Luzbel se apartó bruscamente, dándose la vuelta y sujetando su agitado corazón. -Y... ¿qué hacías aquí? -preguntó, intentando cambiar de tema.

-Ah... -murmuró el doncel, tocando su brazo de manera nerviosa. -Solo quería ver qué más había fuera del Edén. -dijo, evitando la mirada de Luzbel.

-¿Y llorabas porque estabas perdido? -preguntó Luzbel, su sonrojo disminuyendo mientras lo miraba de frente.

-No, era por la rabia de haber dejado que ese maldito de Adán me golpeara. -respondió el doncel, apretando su brazo y rasguñándose la piel.

En la inocencia del doncel no había razones para mentirle a un ángel. Su deseo de ver fuera del Edén era un arranque de desesperación por escapar de su depredador.

-¿Golpes? -murmuró Luzbel, bajando la mirada y notando cómo la piel del castaño estaba marcada con moretones. Se veía que se había defendido y había forcejeado bastante. Su cuello tenía marcas rojizas y su cabello estaba desordenado. Ver todo eso, junto al recuerdo de verlo llorar, llenó a Luzbel de una ira pura.

-Calma, no es la primera vez. -el doncel notó que con eso había empeorado todo. -¡No es la primera vez que pasa, pero siempre me defiendo! Aunque saldría menos herido si Padre escuchara mis súplicas... -Una expresión de impotencia se hizo presente en el bello rostro del moreno.

Luzbel apretó con fuerza sus puños y estampó una mano contra su pecho.

-¡Yo te protegeré! ¡Si ese viejo idiota no escucha tus súplicas, yo lo haré! -gritó decidido.

Aquellas simples palabras, cargadas de un significado profundo, despertaron algo en el doncel. Una sonrisa sincera se hizo presente en su rostro mientras aceptaba la protección de Luzbel.

-Gracias. -murmuró, tocando suavemente la mejilla del ángel.

Luzbel asintió, sintiendo una conexión inesperada con el doncel.

No permitiré que nadie te haga daño. -prometió, su voz firme y resuelta.

Y así, en medio de ese paisaje sombrío y desolado, nació un vínculo inesperado entre el ángel rebelde y el doncel maltratado, un vínculo que desafiaría las leyes del cielo y del infierno.


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Alas de Rebelión . //AppleRadio//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora