|Cap 4|

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 –Fruto Prohibido– 

-Adán maltrata mucho a su nueva esposa

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-Adán maltrata mucho a su nueva esposa. -comento Alastor con la cabeza del ángel en sus muslos.

-¿En serio? -pregunto, le importaba tres hectáreas de verga.

-La insulta y le pega... ¡la idiota no hace nada! ¡se queda como estúpida obedeciendo! -grito con enojo.

-Para eso fue creada Ali, no podemos hacer nada. -repitió lo de hace unos días.

-...Si podemos. -sonrió viendo a su ángel.

[...]

Alastor gruño un poco ante el "no" del ángel, pero con una idea en mente sonrío.

-Lucifer, mi hermoso ángel, ¿has considerado alguna vez las posibilidades que se nos presentan si desafiamos las reglas impuestas por nuestro Creador? -pregunto el doncel logrando intrigar al ángel. -El fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal no es solo una fruta prohibida, es una oportunidad para alcanzar un entendimiento más profundo, para expandir nuestros horizontes más allá de lo que se nos ha permitido conocer.

Alastor tomo la mano del rubio entrelazándola con la de él, su mano viajo a la rosada mejilla del ser de luz.

-¡Imagina la libertad que podríamos ganar! ¡El poder que podríamos ejercer sobre nuestro propio destino si tomamos este paso audaz! No se trata solo de desobedecer por desobedecer, se trata de reclamar nuestro derecho a ser más de lo que somos ahora. -el doncel extendió su sonrisa a una algo macabra. - ¿No te parece que hemos sido limitados injustamente? Este es nuestro momento de desafiar esas limitaciones y afirmar nuestra verdadera naturaleza.

Luzbel tenía una brillante mirada, Alastor tenía razón. Aparte de ganar libertad, tendría poder. ....poder...como ama el poder. ¡Luzbel ama ser adorado!

Cuando el ángel iba a hablar fue callado por un caliente beso. Alastor había aprovechado para meter su lengua en la cavidad bucal del más bajo, este sin duda acepto el beso jugando con la lengua del castaño.

Al separarse del beso, ambos cayeron al suelo del Edén. Alastor quedó debajo, en una posición que combinaba vulnerabilidad y seducción, mientras que Luzbel, completamente sonrojado, se encontraba encima, su respiración entrecortada.

-Lu~ Mi hermoso ángel. -susurró Alastor, comenzando a acariciar el abdomen del ángel y presionando la erección que había causado. -Podrías... completar el plan después de esto. -añadió con una sonrisa maliciosa, solo para ser silenciado por otro beso, esta vez más salvaje.

El traje de Luzbel no duró mucho en su cuerpo. Con un movimiento hábil, Alastor lo retiró, revelando la perfección celestial del ángel. Luzbel, sin poder contener el deseo que sentía, rodeó con firmeza la cintura de Alastor, acercándolo más a él. Intentó separarse por un momento para mirar a su doncel, pero Alastor lo detuvo mordiéndole el labio inferior con una mezcla de pasión y necesidad.

-Deja de verme así, angelito. -murmuró Alastor, sus labios pegados a los del ángel y con una cálida sonrisa que escondía el fuego de la lujuria en sus ojos.

-Perdóname, pero eres tan bello que simplemente... no puedo creer que fornicare contigo. -respondió Luzbel, con un brillo travieso en la mirada.

Alastor, sonrojado pero decidido, separó sus piernas, invitando a Lucifer a continuar.

-Hazlo. -ordenó, con un tono firme que no dejaba espacio a dudas.

Luzbel no perdió tiempo. Se acomodó mejor entre las piernas de Alastor, apoyando sus brazos en la suave hierba que rodeaba la cabeza del doncel. Alastor, en respuesta, enredó sus piernas delgadas alrededor de la cintura del más bajo, acercándolo aún más mientras sus manos acariciaban con deseo el cuello del ángel. La posición del misionero que adoptaron dejaba clara la intimidad y la conexión que compartían.

-¿Puedo empezar? -preguntó Luzbel, buscando en los ojos de Alastor una confirmación que llegó en forma de un suave asentimiento y una mirada cargada de amor.

-Claro, angelito. -susurró Alastor, mientras sus dedos se aferraban con fuerza a los mechones rubios de Luzbel. Apenas sintió el glande entrar en su interior, su cuerpo reaccionó con un espasmo, arqueando la espalda y dejando escapar un jadeo prolongado de satisfacción.

Luzbel comenzó a moverse dentro de él, lento y cuidadoso al principio, disfrutando cada segundo de la unión. Alastor, ya habituado a la sensación, buscó de nuevo los labios de su esposo, besándolo con fervor mientras el calor entre ambos aumentaba. Sus besos se volvieron más intensos, sus bocas se encontraban y separaban en un vaivén constante hasta que la necesidad de aire los obligó a detenerse, quedando cara a cara, respirando con dificultad.

-Rápido... Lu~ -rogó Alastor, su voz entrecortada mientras sus uñas se clavaban en la espalda de Lucifer, instándolo a aumentar el ritmo.

-Al, di mi nombre... grita mi nombre. -pidió Luzbel, su tono más demandante ahora, mientras aceleraba el ritmo de sus embestidas.

-A-ahhnhm~ ¡Luz... Luzbel! -gimió Alastor, su cuerpo arqueándose bajo el del ángel. Sus pezones quedaron expuestos, y Luzbel no tardó en inclinarse para capturarlos con su boca, lamiendo y mordiendo con intensidad. La combinación del placer que sentía en su interior y las atenciones de Luzbel en su pecho lo llevó al borde del éxtasis. - ¡Dios mío! -jadeó Alastor, su cuerpo temblando mientras su resistencia se desmoronaba, y su espalda se arqueaba en un ángulo casi imposible. Con un gemido final, se derramó en el pecho de ambos, mientras Luzbel continuaba con las últimas embestidas, más lentas pero igual de poderosas, hasta que finalmente también llegó al clímax, llenando el interior de Alastor con su calor.

Ambos cayeron agotados sobre el césped, respirando pesadamente mientras intentaban recuperar el aliento.

-Que cogida... -murmuró Alastor, limpiándose el sudor de la frente con una mano temblorosa. Sentía el esperma del ángel llenando su vientre, creando una sensación de calor que se extendía por todo su cuerpo. Lo que no quedó atrapado dentro, se deslizó lentamente por su entrada, mezclándose con la hierba húmeda debajo de ellos.

Luzbel se acomodó a su lado, sus dedos entrelazados con los de Alastor mientras ambos disfrutaban del silencio que los rodeaba, un silencio cargado de satisfacción y complicidad.

Los ojos marrones de Alastor, cálidos y profundos como el otoño, se encontraron con los ojos azules de Luzbel, creando un puente invisible entre sus almas.

A través de este acto de rebelión y deseo, habían descubierto una nueva faceta de su relación, una que desafiaría las normas y expectativas que les habían sido impuestas.

En ese momento, bajo el cielo estrellado del Edén, con la luna llena iluminando suavemente su entorno, Luzbel y Alastor sabían que estaban en el comienzo de algo grande. Juntos, estaban listos para desafiar al Creador y reclamar su propio destino, guiados por su amor y ambición.

Alas de Rebelión . //AppleRadio//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora