|Cap 20|

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—Decepción—

La atmósfera en la casa de Lucifer y Alastor estaba cargada de una tensión que había estado creciendo durante años

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La atmósfera en la casa de Lucifer y Alastor estaba cargada de una tensión que había estado creciendo durante años. Ocho años habían pasado desde la fatídica noche que dejó cicatrices, tanto físicas como emocionales, en la familia.

Charlie, ahora una adolescente de quince años, había abrazado una actitud y apariencia rebeldes. Un mechón de su cabello negro y largo caía sobre su rostro, y su ropa oscura y accesorios góticos hablaban de su lucha interna y desafío a la autoridad paterna.

Su corazón, sin embargo, estaba marcado por algo más profundo: la ruptura dolorosa con su exnovio, una relación que había sido su escape y que, al romperse, la dejó más vulnerable y resentida.

La noche en cuestión comenzó como cualquier otra, pero la tensión acumulada pronto alcanzó un punto crítico. La relación se había convertido en un punto de conflicto entre padre e hija, llevando a confrontaciones cada vez más amargas.

Lucifer encontró a Charlie en el salón principal, un lugar que solía ser un refugio de paz pero que ahora estaba impregnado de una atmósfera opresiva. Las luces tenues y las sombras proyectaban un ambiente pesado, adecuado para la confrontación que estaba a punto de estallar.

-¿Es así como decides vivir tu vida, Charlie? -gruñó Lucifer, su voz llena de desprecio. - ¿Convirtiéndote en una caricatura patética solo para llamar la atención?

Charlie, con los ojos llenos de ira y dolor, se plantó frente a su padre, su postura desafiante.

-¡Tú me hiciste así! -gritó, su voz temblando de emoción. - ¡Tu desaprobación constante, tu falta de amor! Todo lo que siempre quise fue tu aprobación, pero nunca fue suficiente para ti. ¡Y ahora estoy harta de intentar complacerte!

Lucifer se acercó, su rostro una máscara de furia contenida.

-No culpes a otros por tus decisiones patéticas. -espetó. -Si has decidido arruinar tu vida, es solo culpa tuya.

La tensión escaló rápidamente. Charlie, incapaz de contener más su rabia, empujó a Lucifer con fuerza. Aunque su acción era más simbólica que efectiva, fue suficiente para desencadenar una reacción violenta. Con un movimiento rápido y brutal, Lucifer agarró a su hija por el cuello, levantándola del suelo mientras ella luchaba por respirar.

-¿Así es como me enfrentas? -rugió Lucifer, apretando su mano alrededor del delicado cuello de Charlie. - ¡Eres una decepción total! ¡Nada más que una carga patética!

Charlie intentaba liberarse, sus uñas arañando las muñecas de su padre en un esfuerzo desesperado por soltarse. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras el aire escapaba de sus pulmones. Cada intento de gritar se convirtió en un jadeo sofocado, sus piernas pataleaban débilmente, sus dedos se crispaban buscando cualquier cosa a la que aferrarse.

Los segundos se hicieron eternos mientras Lucifer mantenía su agarre implacable. La expresión en su rostro era una mezcla de furia y algo aún más oscuro, una sombra de su verdadero ser, desencadenada por la rabia y la frustración acumulada. El rostro de Charlie se enrojeció, luego se volvió pálido, sus ojos comenzaron a perder foco, llenándose de un miedo primario mientras la vida se le escapaba lentamente.

Rot, observando desde la entrada de la sala, intentó intervenir, pero cadenas oscuras emergieron del suelo, envolviéndolo y reteniéndolo en su lugar.

-¡Basta, majestad! ¡Deténgase! -gritó Rot, su voz llena de desesperación mientras luchaba contra las cadenas.

Lucifer, cegado por la ira, no escuchó. Sus ojos estaban fijos en Charlie, cuya lucha se hacía cada vez más débil. Finalmente, Charlie quedó inconsciente, y Lucifer, en un acto de desprecio, la arrojó contra la pared como si no fuera nada más que un objeto inanimado. Con un movimiento brusco y cargado de furia, Lucifer levantó a Charlie por encima de su cabeza y la lanzó con fuerza contra la pared opuesta.

El cuerpo de Charlie golpeó la pared con un estruendo sordo, la fuerza del impacto hizo que los cuadros en la pared cayeran y la pintura se agrietara. La figura inconsciente de Charlie cayó al suelo con un sonido sordo, su cuerpo inmóvil en el frío suelo de mármol. El impacto resonó en la sala, dejando un silencio escalofriante.

Mientras Lucifer se alejaba, la tensión en la sala alcanzó su punto culminante. 

Alastor, lleno de desesperación, irrumpió en la escena. La expresión en su rostro reflejaba una mezcla de furia, dolor y desesperación al ver a su hija tendida en el suelo. Con pasos rápidos y decididos, se arrodilló junto a Charlie, cuyos ojos aún estaban cerrados, su cuerpo inmóvil y aparentemente inerte.

Alastor se inclinó sobre su hija, sus manos temblando mientras las pasaba suavemente por su rostro y cuerpo, tratando de verificar cualquier signo de vida. Su mirada estaba fija en Charlie, buscando desesperadamente una señal de que aún estaba viva. Sus lágrimas caían sobre el rostro de su hija mientras la abrazaba, tratando de consolarla y de darle vida con su propio calor.

-Charlie, por favor, despierta. -susurró Alastor, su voz rota por la angustia. -Necesito que estés bien, por favor.

-¡Majestad, por favor, permítame! -exclamó Rot libre de las cadenas, con sus manos temblando mientras tomaba a Charlie con sumo cuidado. -Necesito llevarla a un lugar seguro.

Con gran delicadeza, Rot levantó a Charlie en sus brazos, asegurándose de que no se moviera bruscamente. La figura de Charlie, ahora inerte y pálida, estaba envuelta en los brazos de Rot. El sirviente manejaba a Charlie con una sorprendente suavidad, su rostro un espejo de preocupación.

La sala estaba llena de un silencio pesado, roto solo por el sonido de las respiraciones entrecortadas de Alastor y los suaves murmullos de Rot mientras intentaba evaluar la condición de Charlie. Cada movimiento de Rot era preciso, reflejando su habilidad y la urgencia de la situación.

-Necesitamos actuar rápido. -dijo Rot, su voz grave y cargada de preocupación. -Debemos llevarla a la sala de emergencias. La situación es crítica.

Mientras Rot se levantaba, sosteniendo a Charlie con firmeza pero con cuidado, Alastor lo miraba con una mezcla de angustia y desesperación. El dolor en su rostro era palpable mientras veía a su hija ser llevada lejos, su mente corriendo a mil por hora con pensamientos de preocupación y miedo.

Lucifer, aún en el balcón, escuchó los murmullos a través de las ventanas abiertas y el sonido del movimiento frenético. Volvió su mirada hacia el interior, pero no se movió, atrapado en un torbellino de emociones conflictivas. Su furia inicial se había desvanecido en una especie de parálisis, dejándolo contemplar la escena con una mezcla de culpa y desesperación.

En el pasillo, mientras Rot se apresuraba a llevar a Charlie a un lugar donde pudiera recibir ayuda, Alastor se quedó atrás, su cuerpo temblando de ira contenida y dolor. Su mirada seguía a Charlie, el peso de la situación cayendo sobre él con cada paso que daban.

La escena estaba marcada por el caos y el sufrimiento. La figura de Charlie, ahora en manos de Rot, se alejaba mientras Alastor permanecía en el suelo, abrumado por la magnitud del dolor y el conflicto que había arrasado su vida familiar. La batalla entre él y Lucifer, ahora más amarga que nunca, había alcanzado un punto en el que la esperanza parecía ser la única luz en un mar de oscuridad.


Cain se fue de sabatico.

Alas de Rebelión . //AppleRadio//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora