LXIX

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Todos nuestros amigos y familiares nos sorprendieron cuando no dijeron que se habían encargado también de preparar nuestra luna de miel, sería algo corta, pero yo tenía que volver a los entrenamientos.

Aunque fuese corta, estaba currada, nos íbamos a Bali, cuando nos lo dijeron nos quedamos ambas de piedra y quisimos devolverles el dinero de lo que habían pagado, pero todos se negaron rotundamente.

El sol se escondía lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados que se reflejaban en el agua cristalina de la playa. La brisa marina acariciaba mi rostro, llevándose consigo cualquier rastro de preocupación o miedo. Estaba de pie en la orilla, observando a Denna, mi esposa, mientras caminaba hacia el agua con esa elegancia innata que siempre me había fascinado.

-Ven aquí, Reina-Me llamó con una sonrisa que iluminaba más que el propio sol. Su voz, dulce y serena, era un ancla que me mantenía centrada en el momento presente.

No pude resistirme y corrí hacia ella, sintiendo la suave arena bajo mis pies. El agua estaba templada, abrazándome con una suavidad que solo el mar podía ofrecer. Denna me tomó de la mano y me atrajo hacia ella, sus ojos brillando con una mezcla de amor y travesura.

Nos adentramos un poco más, hasta que el agua nos llegaba a la cintura. Allí, en ese rincón del mundo que parecía hecho solo para nosotras, Denna me envolvió en un abrazo. Sentí su calor a pesar del agua, y su corazón latiendo en sintonía con el mío.

-¿Sabes cuánto te amo?-Susurró, su aliento cálido contra mi oído. Su voz era un susurro íntimo, una promesa eterna.

La miré, perdiéndome en sus ojos que reflejaban el cielo estrellado que empezaba a desplegarse sobre nosotras.

-Creo que sí-Respondí, mi voz temblando ligeramente por la emoción-pero nunca me canso de escucharlo-

Denna sonrió y sus labios encontraron los míos en un beso que parecía detener el tiempo. Era un beso lleno de amor, de pasión, de promesas cumplidas y de futuros aún por descubrir. Sentí una oleada de felicidad pura, una sensación de que no había lugar en el mundo donde preferiría estar que aquí, con ella, en este momento perfecto.

El agua se movía suavemente a nuestro alrededor, creando una melodía tranquila que acompañaba nuestro abrazo. Nos balanceamos al ritmo de las olas, dejando que el mar nos envolviera en su serenidad.

Denna se separó un poco, lo suficiente para mirarme a los ojos nuevamente-Estoy tan feliz de compartir mi vida contigo-dijo, su voz llena de sinceridad y amor-Cada día contigo es un regalo-

-Yo también, Denna. No puedo imaginar mi vida sin ti-Dije notando como mis ojos se llenaban de lágrimas de felicidad.

Nos quedamos allí, abrazadas en el agua, mientras la noche caía lentamente y las estrellas aparecían una a una en el cielo. Fue un momento íntimo y mágico, una celebración silenciosa de nuestro amor en la calma del mar. En esa playa, bajo el vasto cielo estrellado, nuestras almas se fundieron en una sola, y supe con certeza que este era solo el comienzo de una vida llena de momentos tan hermosos como este.

La luz de la luna se reflejaba en el agua, creando un camino plateado que parecía conducir directamente a nuestros corazones. Nos sumergimos un poco más, permitiendo que el agua nos envolviera por completo, hasta que solo nuestras cabezas permanecían fuera. Sentí cómo el mar se convertía en un manto protector, susurrando secretos antiguos y llenos de sabiduría.

Nos quedamos en silencio, dejando que el momento nos envolviera. El mar era nuestro confidente, nuestro testigo mudo de un amor que había superado todas las pruebas. Cada ola que se rompía a nuestro alrededor parecía aplaudirnos, celebrando nuestra unión.

𝐈 𝐇𝐀𝐓𝐄 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora