"Capítulo 21"

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No sé si es la adrenalina, el dolor o el momento lo que impulsa mi mano hacia la mejilla de Sophia y le devuelve la cachetada que acabo de recibir.

Su cara se voltea hacia el otro lado y lleva su mano izquierda a su zona dañada, que comienza a tornarse roja como de seguro está la mia.

Veo que Sophia tiene intenciones de abalanzarse sobre mi, mas no puede hacerlo porque alguien me agarra por la cintura y me abraza, rodeándome con su cuerpo.

Pienso que es Matteo, pero al inalar el aroma de la camiseta del chico, comprendo que no es Matteo, sino Zack. Envuelvo mis manos en su torso y comienzo a llorar contra su pecho.

Que esto termine, por favor, que esto termine.

—¡Váyanse! —ese grito sí que es de Matteo—. Y no se les ocurra regresar o se irán mucho peor. —amenaza con voz baja y autoritaria.

—Nos vamos por ahora. —murmura Dan, con una voz estúpidamente divertida y algo extraña—. ¡Volveremos, Darling!

—¡Y a la próxima no tendrás dos perros falderos que cuiden de tu trasero! —grita Sophia esta vez.

—Agradécele al cielo que eres mujer, porque si no te rompería el cráneo. —murmura Zack.

—¡Lárguense! —y la puerta se cierra de un portazo.

El salón se inunda completamente de un incómodo silencio que solo es llenado con mis sollozos atropellados contra la camisa de Zack.

No sé con exactitud cuánto tiempo pasa, pero lo que sé es que cuando me doy cuenta, estoy tumbada en mi cama. Zack se sienta en el borde de la misma y me sonríe.

Es justo ahí donde me doy cuenta del moretón que se torna violáceo en una de sus cejas.

Maldita sea.

—Hablamos otro día, Talhía. —murmura con la voz suave—. Cuando quieras hablar, aquí estoy para escucharte.

—Gracias, Zack. —sonrío de lado con tristeza—. Y perdón por el golpe.

—No te preocupes por eso, no es nada. Y ya me marcho, que hay otros —mira hacia atrás un segundo y vuelve la mirada hacia mi—. que quieren hablar contigo. Nos vemos. —se inclina hacia delante y besa mi mejilla.

Se pone de pie y emprende su camino hacia la puerta de la habitación, dónde veo que Matteo está recostado en el marco, de brazos cruzados y con una expresión enigmática.

Y también tiene unos moretones en el rostro.

Maldita sea.

—Encárgate de ella. —le dice Zack muy seriamente, luego se le acerca al odio y le dice algo, a lo que Matteo asiente con firmeza.

—Ahora vete, Garrapata. —murmulla Matteo, y le palmea el hombro.

Zack desaparece de mi vista y luego de un portazo, sucede: estamos solos.

Los nervios comienzan a subir y bajar por mi cuerpo cuando los ojos celestes e inescrutables de Matteo conectan con los míos.

Camina hacia mi a pasos lentos y cuando por fin llega, en vez de sentarse en el borde de la cama como lo hizo Zack, se acuesta a mi lado.

Me acomodo boca arriba y centro mi mirada en el techo, como si fuera lo más interesante del mundo.

—Mery. —me llama con voz dulce.

No respondo.

—Mery.

Sigo sin responder.

—Mírame. —ordena.

Un Error que volvería a cometerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora