Viernes por la mañana. Hace un día nublado, por lo que el clima es algo frío. Nada que un jersey no pueda solucionar.
Exactamente, son las siete con cincuenta minutos, y Matteo y yo nos estamos despidiendo —como de costumbre— en las taquillas, ya que cada uno va hacia su salón para la primera clase del día.
Hoy está... ejem... más cariñoso de lo normal.
—Joder, cómo adoro besarte. —dice entre beso y beso.
Me tiene, literalmente, acorralada contra mi taquilla, con una mano envuelta en mi cintura y la otra apoyada en la puerta del casillero, al lado de mi cara. Su cuerpo está presionado sobre el mío, y solamente pasa el aire por el mísero centímetro de distancia que tienen nuestros rostros, cosa que aprovecha para besar cada parte de este.
—Matteo... —un beso en la mandíbula—. Ya para, la primera clase va a comenzar.
Que lleva así probablemente quince minutos, sin contar la otra media hora en el coche.
—Acabas de ver el móvil, faltan diez minutos. —rebate, divertido, rozando nuestras narices.
—Diez minutos que normalmente utilizo para subir las escaleras y llegar al salón.
—Mi enana responsable y bien portada. —pellizca mi mejilla, lo que me hace arrugar la nariz—. Voy a tener que mal influenciarte.
—¿Más? —arqueo una ceja.
—Sí. —sonríe, burlón—. Tal vez un día acabemos... no sé... follando en el baño.
—Sí, claro. —murmuro, sarcástica—. Y en las gradas de la cancha de deportes también, si quieres.
—¿En serio? —cuestiona, emocionado—. Una de mis fantasías es hacerlo en un lugar público a plena luz del día.
—¿De verdad? —asiente—. Oh...
—Mientras te lo piensas, dame otro beso. —intenta besarme otra vez, pero pongo un dedo en sus labios y se lo impido.
—Ya, ya, empalagoso. Me voy. —lo alejo por el pecho con la mano libre.
—¿Es acaso un hobbie tuyo dejarme con las ganas? —se cruza de brazos, ahora a un par de pasos de mí—. No se me ha olvidado esa sesión triple de sexo que me debes.
—Perdón amor, te prometo que el fin de semana te lo cumplo. —me acerco y le doy un beso en la mejilla como despedida.
A penas me alejo dos pasos cuando siento sus manos sobre mi cintura otra vez. Me gira hacia él y pega nuestros pechos.
—Despídete bien. —demanda.
No me deja responder, pues sus labios ya están chocando contra los míos nuevamente, esta vez besándome con fiereza y hambre. Incapaz de romper el contacto, envuelvo mis manos en su nuca y profundizo el beso, atrayéndolo más a mí.
Pasamos besándonos quién sabe cuánto tiempo, pero la campana que da comienzo a la primera clase resuena en el vacío pasillo.
Ahí sí que nos separamos; sonrientes.
—Hasta el mediodía. —le doy un último beso en los labios y me voy rápidamente de allí con la esperanza de llegar temprano.
Spoiler: no llegué temprano a la clase.
{•••}
Por fin es la hora de salida y como mi última clase no era compartida con ninguno de mis conocidos, me toca salir sola.
Mi móvil suena y me detengo en medio del pasillo con la idea de que pueda ser algún mensaje, pero solo es una notificación así que retomo mi camino. Me extraña que, al llegar al primer piso, hay una gran masa de alumnos frente a una pared cerca de la puerta. Me acerco un poco más a la multitud para saber porqué tanto alboroto, pero solamente logro escuchar algunos murmullos que no entiendo.
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Un Error que volvería a cometer
Novela Juvenil¿Qué pasaría si de la nada tuvieras que compartir tu nuevo departamento con alguien por un error de una empresa inmobiliaria? ¿Te lo has preguntado? ¿Y si ese "alguien" es un chico? ¿Qué harías? ¿Y si está guapísimo? ¿Y si está buenísimo? ¿Y si tien...