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Adeline.

Me sentía tan sola en aquella habitación que no pude evitar levantarme e ir con los peliblancos. Sonreí cuando los vi y agradecí a los Dioses ver lo que mis ojos presenciaron. Amaba que convivieran juntos y se demostrarán su amor como hermanos. Me acerque a Aemond que aún estaba despierto por que llevaba su parche.

-¿Desde cuando eres tan amoroso con alguien que no sea yo?-susurre y se removió un poco.

-Ha estado teniendo pesadillas-susurro y fruncí el ceño mirando a Aegon.

Sabía que había estado actuando extraño en los últimos días, pero jamás me imagine que fuera aquello. No lo pensé dos veces y rodee la cama para acostarme a su lado. Acaricie su cabello y lo abrace con cuidado de no despertarlo. Probablemente no me había percatado de todo lo que atormentaba a mi chico dorado y aquello me hizo sentir mal.

-Duerman conmigo-susurre a mi peliblanco-Me siento muy sola en la otra habitación.

Aemond asintió y se saco su parche acomodándose a un lado de su hermano. Minutos después supe que estaba dormido por el ritmo de su respiración.

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Abrí mis ojos y sonreí al verlo observándome.

-Mini Rhaenyra tienes una habitación-susurro y se quejo cuando le di un manotazo.

-No me llames así-advertí-Me siento un poco sola y ahora que me he acostumbrado a estar con ustedes no quisiera dormir ni una noche lejos de un lío de piernas, brazos y manos.

Cerré mis ojos cuando beso mi frente e intento levantarse, pero lo tome del brazo.

-¿Dormiste bien?-me acerque a él-Aemond me dijo que estas teniendo pesadillas.

-Maldito chismoso-entorno los ojos y me dedique a besarlo en sus mejillas y claviculas.

-No hagas eso. Hace lunas que no te toco-susurro y sonreí.

-Solo quiero que estés bien y que puedas contarme tus problemas siempre que algo te perturbe. Te amo Egg y quiero que seas feliz.

Pude ver que se tenso y me abrazo con cuidado enterrando su nariz en mi cuello.

-¿Me amas?-susurro y asentí cerrando mis ojos ante la sensación cálida de su respiración rozando mi cuello.

-Por supuesto que te amo-susurre y lo besé acariciando su cabello y sus hombros.

Sonreí al sentir la duro que estaba contra mi muslo.

-Esto de que no estés en el medio me esta matando-sonreí cuando el menor paso su brazo por encima de su hermano y magreo uno de mis pechos con entusiasmo.

Chille cuando Aegon se deslizo al otro lado de la cama dejándome entre ambos y cerré ojos mis dejando que ambos me tocaran. Aprecie que fuera lento y delicado, como si quisieran impregnarse en mi piel y no olvidarme jamás. Aunque debía admitir que me encantaba la adrenalina de sentir que podíamos ser descubiertos en alguna de nuestras habitaciones.

-No podemos-Aemond jadeo en mi cuello-Aegon...no podemos.

Quise decirles que si podían, pero me divertía ver sus caras de sufrimiento. Aquella loca idea de ellos besándose surgió de nuevo en mi mente y me moje de solo imaginar la competencia que tendrían ambos por ser dominantes.

LA GUERRA DE DOS REINAS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora