Aegon.
Salí de aquella casa para ir junto a Sunfire. Ahora más que nunca creía aquello de que los dragones sentían lo mismo que nosotros. El pobre rugia bajo mientras yo me acercaba a él.
No pronuncie palabra simplemente me dedique a acariciar sus fauces evitando llorar de la rabia e impotencia. Me sentía inútil por no poder ayudar a Adeline que estaba deshecha al igual que yo. Se mantenía fuerte por los pequeños a pesar de su fiebre y su poca energía.
Tenía tanto miedo de volver y que tuviera que verla como había visto a Arelys aquel día. No quería ni pensar en aquello, pero el miedo y la angustia no me dejaban pensar en otra cosa.
—Las cosas están listas—murmuró Aemond a mi espalda y asentí—Egg, lo siento.
Me voltee cuando escuche sus palabras y me limpie las lágrimas.
—Antes no podía entender por que la muerte de Daena te había afectado tanto y...ahora lo entiendo...
Lo abrace sin dejar lugar a las palabras y acaricie su espalda cuando lo sentí temblar. No sabía quién era aquel Aemond que estaba conociendo, pero sin duda alguna mi hermano estaba abriéndose conmigo y de alguna manera supe que siempre pude confiar en él.
—Volvamos—se separo y acomodo su cabello—No quiero dejarla sola.
Asentí dándole la razón y volvimos a la casa. Subí las escaleras al escuchar un llanto desesperado y tome entre mis brazos al pequeño Aelor.
—No sé cómo darle de comer a ambos...al mismo tiempo—sollozo sosteniendo a Daenaera.
—Tranquila, tranquila—besé su frente—Buscare a la doncella, tal vez ella sepa como ayudarte.
Ni siquiera me miro cuando dije aquello, salí de la habitación con Aelor en mis brazos que no dejaban de removerse inquieto.
—Su alteza, ¿Necesita ayuda?—murmuro intentando tomar a mi hijo, pero negué.
—¿Sabes algo sobre el trabajo de las nodrizas?—la mire—Adeline necesita tu ayuda.
—Por supuesto que puedo ayudarla—asintió y salió para ir hasta la habitación de la pelinegra.
—Padre—sonreí ante el llamado de Gaemon que jugaba con sus dragones de madera—¿Puedo sostener a mi hermano?
—Aún es pequeño—le aclare por milésima vez.
—Pero Ady dijo que jugaría conmigo—su boca se curvo en un puchero tierno.
—Sí, pero cuando sea más grande, lo prometo—sonreí y le extendí la mano—Vamos con Ady y Dae.
Fruncí el ceño al ver que Aemond estaba en la habitación, recostado en uno de los muebles y con la pequeña recostada en su pecho.
—Debe tener hambre—extendió sus brazos hacia mí y tomo a Aelor con delicadeza.
—Niño bonito de mamá—susurraba acariciando sus manitas y su nariz—La doncella me ayudo—me miró con una sonrisa aunque sus ojos reflejaban dolor.
—Vamos, dile adiós a papá—la doncella intento llevarse a Gaemon y Adeline negó.
—Déjalo con nosotros—sonrío y palmeo el lugar a su lado—¡Ven aquí, corazón!
Mi hijo sonrío y se subió a la cama para recostarse junto a ella. Me causó ternura verlo observar a Aelor con curiosidad.
—Es tan pequeño y parecía tan grande en tu panza—negó—¿Cómo jugará conmigo así?
—En mi panza también estaba tu hermana—explico la pelinegra.
—Oh—abrió sus ojos como si entendiera por fin—Con razón dolió tanto, nana dijo que no tuviera miedo, pero gritabas como cuando yo me caigo y duele mucho.
Los observe simplemente mientras él decía mil cosas por segundo y ella le aclaraba o explicaba si se equivocada. Aemond permanecía en silencio observando a Daenaera que era mucho más inquieta que su hermano teniendo a penas pocas horas de vida.
{🐉}
Mi amada princesa sujetaba mi mano observando como Silverwimg se acercaba a nosotros. Aemond había acomodado todo para darle a nuestro hijo un funeral digno de un Targaryen. Adeline se acerco hasta la pequeña pira y tomo el cuerpo envuelto entre telas.
—No le dimos un nombre—su voz era un hilo que apenas se escuchaba—Aemond, ¿Quieres nombrarla Shaera? Ese es el nombre que elegiste para nuestra pequeña niña.
Aemond asintió y Adeline sonrío besando su mejilla.
—Shaera, nuestra pequeña niña—susurro mirándome y asentí.
La dejó nuevamente sobre aquella pira y se alejo tomando mi mano.
—Dracarys Silverwimg—murmuró y la dragona se removió ansiosa dispuesta cumplir la orden de su jinete.
Alicent.
—Ha llegado un cuervo que creo que será de su interés, majestad.
Escuchar la voz del Lord Larys me hizo doler la cabeza instantáneamente. ¿Quién le había dado el permiso de entrar a mis aposentos? Aunque su información me parecía útil y me beneficiaba a veces me preocupaba la confianza que parecía creer tener conmigo.
—Lo envía su hijo Aemond—murmuró al no escuchar mi interés.
—¿Aemond?—sonreí y tome el pergamino que me entregó el patizambo.
Madre, si estas leyendo esto es por que llego a las manos correcta. Pido perdón por la muerte de Cassandra, lo hago yo por que Adeline no lo hará. La mini Rhaenyra es tan orgullosa como mi QUERIDA hermana. Envío este carta anunciando el nacimiento de tus nietos.
Aelor y Daenaera son niños fuertes y sanos como sus padres. Nuestro hijo es identico a nosotros y mi pequeña niña...bueno ya conoces la historia con la nariz quebrada de la abuela Alyssa y esos ojos púrpura que por alguna extraña razón me persiguen hasta en mis peores pesadillas.
Pronto volveremos.
A.T
Sonreí leyendo las palabras de mi hijo y me pareció prudente anunciarle esto a Rhaenyra.
—Gracias, Lord Larys—murmure ignorando el hecho de lo que debía hacer a cambio de su información ya que no podía expresar la felicidad que la carta de mi hijo me había provocó. Aunque aquellas palabras parecían más de Aegon que del propio Aemond.
{🐉}
Hola, hola!
La semana que viene empiezo mis exámenes y la verdad que quise tomarme el fin de semana para actualizar y hacer apuntes que son como mi terapia.
Besos 💋

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LA GUERRA DE DOS REINAS.
FanfictionAdeline Targaryen. Primogénita de Rhaenyra y su espada juramentada Sir Harwin Strong. Muchos hablaban de ella, su cabello era negro y oscuro como la noche, pero tenía aquellos ojos violetas uno de los rasgos característicos de los Targaryen. Cada...