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SUO
"Siempre duermes así."
Suo te miró con una ceja arqueada. "¿Hm? ¿Cómo qué?"
—Así —hiciste un gesto hacia su figura. Estaba tumbado boca arriba, con los brazos apoyados sobre el estómago y las manos colocadas una sobre la otra como si estuviera listo para ser colocado en un ataúd—. ¿Estás seguro de que no eres un vampiro?
—¿Ah, sí? ¿Estás cuestionando mi humanidad ahora? —bromeó, incorporándose del colchón para participar mejor en la conversación.
Pusiste los ojos en blanco, ignorando su comentario y recordando tu línea de pensamiento original.
Suo nunca se ha acurrucado contigo.
La primera vez que compartiste la cama con el chico, pensaste que simplemente estaba rígido y que no quería traspasar los límites que pudieras haber impuesto. En lugar de cuestionarlo, optaste por acurrucarte a su lado para pasar la noche. Aunque te decepcionó un poco encontrarlo en el mismo estado en el que se quedó dormido cuando salió el sol, nunca lo mencionaste.
Eso fue hasta que sucedió otra vez, y otra vez, y otra vez...
"¿Odias los abrazos?"
Sus ojos cansados se abrieron un poco por la sorpresa: "¿Qué?"
"Duermes de la misma manera todas las noches... y nunca te acurrucas. ¿Esas dos cosas están relacionadas?"
Tus palabras habrían sonado duras si no fuera por tu tono suave. No estabas enojada con él, solo tenías curiosidad. ¿Qué razón tenía él para no rodearte con un brazo cuando estabas acostada a su lado? ¿No hacen eso la mayoría de las parejas cuando duermen en la misma cama, sin importar cómo duerman?
