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TAKIISHI - lectora femenina. marcado. Takiishi es un poco malo. la caracterización es un poco torpe, el hombre dice como 4 oraciones en el manga-
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Las uñas desafiladas se clavan en la grasa de tus mejillas y las lágrimas te pinchan los ojos mientras parpadeas frenéticamente, dejando gotas calientes resbalando por tu piel mientras lo haces.
—Estás llorando —dice Takiishi, sin emoción, y te preguntas por enésima vez si realmente le gustas—. Ni siquiera te he tocado todavía. Los moretones que estropean tu cuerpo no te demuestran lo contrario: sus manos no te han abandonado desde que caminaste vergonzosamente hasta su puerta.
Apretando, manoseando, acariciando, pellizcando, abofeteando, no había un centímetro de piel sobre el que no hubiera pasado las manos, y su expresión no se había desviado de la habitual expresión aburrida e impasible que siempre tenía. No había vacilado cuando tu última prenda de ropa cayó al suelo, no había reaccionado cuando jadeaste, gemiste y gritaste su nombre y lo miraste con los ojos entrecerrados y brillantes, no se había rendido cuando le entregaste tu dignidad y le suplicaste que te tocara, que te tocara de verdad .
—Me... me duele —susurras, y él apenas levanta una ceja, acariciando tu pecho con la mano mientras observa cómo la carne se abulta y cede bajo sus hábiles dedos.
—Apenas aprieto. —Él le da un apretón a tu pezón tenso y tú te arqueas hacia él, tus manos temblorosas se mueven para agarrar la pierna de sus pantalones desde donde estás arrodillada entre sus muslos abiertos.
—No ahí, Takiishi —te quejas, tus rodillas arden por la fricción del piso de madera mientras separas tus propios muslos—. Ahí . —Sus ojos parpadean hacia abajo, y puedes imaginar claramente lo que ve: te había llevado frente al espejo demasiadas veces para contarlas, revelando que obtuvo un placer enfermizo al ver la forma en que te encogías ante tu imagen y casi llorabas mientras te hacía verte deshacerte en su polla.
Él ve el desastre que ya ha hecho contigo; coño goteando, hilos pegajosos de semen cayendo al suelo. Abres más las piernas y te inclinas un poco hacia atrás, tus pliegues se abren con un sonido pegajoso mientras lo haces, y crees que él también puede ver tu clítoris. Te duele, te tiembla, reconoces al hombre que lo frotó hasta que te corriste, lo pellizcó hasta que lloraste, lo golpeó hasta que tu cuerpo se convulsionó y eyaculaste.
—Ah —exclama pasivamente, volviendo la mirada a tus ahora hinchados pezones—. Estás haciendo un desastre en el suelo. —Aprieta de nuevo y tú gimes, con tu coño palpitando mientras lo haces—. Endo no está aquí para lamerlo como el perro que es, así que, ¿quién va a limpiar eso? ¿Tú?
—¡S-sí! Puedo limpiarlo, Takiishi, lo que quieras. —La comisura de su boca se contrae y tú lo disfrutas, el agujero revoloteando alrededor de la nada.
—Entonces, límpialo. —Su mano deja tu pecho para posarse en el apoyabrazos de su silla—. Haz un buen trabajo y tal vez me olvide de lo que hiciste. —Tu estómago se aprieta y tus manos se apoyan contra el piso mientras te agachas, con los ojos todavía fijos en el rostro de Takiishi mientras tu lengua cuelga fuera de tu boca.
Copias lo que has visto de Endo incontables veces antes, y tus pestañas revolotean al sentir tu sabor en tu lengua. Los labios de Takiishi se abren, solo un poco, y tus acciones se vuelven desesperadas cuando su mano palmea el bulto en sus jeans que aumenta de tamaño constantemente.
Él se aprieta y tú sueltas un grito cuando sientes que vuelves a palpitar y a gotear.
—te tendre ahí abajo toda la noche. —No suena decepcionado, sino más bien divertido, y te preguntas de nuevo si realmente le gustas.
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