Instrucciones

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"Mateo, este instructivo es solo para ti. Confío en que lo harás todo según mis indicaciones, sin fallas. Cualquier error en el proceso puede ser perjudicial para el proyecto. Eres la única persona que puede quedar con esta responsabilidad en sus manos.

Antes de cada misa del día domingo tendrás que bajar al subterráneo para activar el sistema. El cuarto de máquinas cuenta con un tablero eléctrico y otro para el control de Äether. No olvides darle unas vueltas al dinamo para darle arranque al sistema, sin esto la esfera no recolectará la energía necesaria. En el tablero eléctrico debes subir las palancas enumeradas, primero la numero uno, debes escuchar un agudo sonido desde la sala de la esfera. Luego la numero dos regulará el paso de energía.

Los controles del Äether estan regulados por unas perillas del tablero inferior que no deben moverse. Solo debes presionar el botón verde, esperar unos segundos y girar la perilla hasta el número 32, una luz se encenderá. Las tuberías deberían comenzar a vibrar, no te preocupes, es normal por la presión. Al salir de los controles debes dejar la puerta cerrada hasta que la rueda llegue a su límite, es importante mantener el vacío dentro de ambas salas.

No puedes cerrar la puerta contigo adentro ya que te quedarías sin oxígeno. Y si te das cuenta, sellé la manilla con una masa especial por una filtración, asi que sería imposible quedarse encerrado.

Debes entrar a la sala de la esfera, desde allí podras ver cuál de los milagros se presentará. Es importante tomar nota de cuál de ellos aparece. No es necesario que los registres con la cámara como me has visto hacerlo otras veces.

No interactúes con ellos, pueden llegar a confundirte.

Dejas todo cerrado y subes a abrir las puertas de la iglesia.

Al terminar la misa, cuando todos abandonan la iglesia, tendrás que apagar el sistema. No sin antes ir a la sala de la esfera donde comprobarás que la aguja este en el mínimo, quedará algo de energía en el sistema, es esencial para el cierre. Cuando la aguja este en cero, repetirás el proceso a la inversa, para el cierre.

Gira la perilla del 32 al cero y luego presiona el botón verde, la luz se apagará. Bajas la palanca numero dos y luego de unos segundos bajas la numero uno.

Luego de esto no te preocupes por los milagros, quedaran en un estado latente, como dormidos. Solo como recordatorio te explico que, si el sistema no se cierra, los milagros se comportaran erráticamente mientras pase el tiempo. Mientras más se deja pasar, más inestables se pondrán. Como limite, según mis ensayos y pruebas al analizarlos y los diálogos que hemos logrado entablar, el límite sería de siete dias. Luego de esto los seres no comprenden quienes son o cuál es su fin. Ni menos consientes del alcance de sus poderes.

Finalmente, iras al tablero de controles de la esfera y si la aguja aun marca algo de energía tienes que depurarla bajando la palanca.

Recuérdalo bien Mateo, ellos toman el poder de nuestra fe como combustible, sin esto su existencia se vuelve profana. Depende de nosotros y nuestra fe en Dios, mantener al milagro con vida.

Te dejé escrito un resumen paso a paso de todo el proceso para que no tengas que llevar este libro a todos lados.

Espero que estas dos semanas pasen rápido y poder estar juntos nuevamente.

Hans

PD. En el caso de que por algún motivo la misa no fuese a realizarse, de ninguna manera encender el sistema. Recuerda que necesita cierta energía para cerrarse por completo. Después te lo explicaré con mayor detalle."

Le costó algo entender la letra manuscrita, pero logró entender cada una de sus palabras. Le parecía increíble como un cura era responsable de todo esto. Debía tener un alto conocimiento científico para entender el funcionamiento de aquella máquina. Tambien le llamaba la atención la manera en que le escribía, no parecía algo frio y estructurado, sino más bien con un grado de afecto y preocupación.

Estaba seguro de que alguno de los registros estaría en español. Como revisó todos los libros encontró uno con fechas, le hacía sentido que fuese una bitácora. Se trataba de un cuaderno de tapa verde, lo abre rápidamente y se salta hasta la última página. La fecha indicaba el 2 de diciembre de 1973.

"Al dar inicio a la maquina se apareció Pío. Caminó por el pasillo hasta desaparecer".

La cabeza de Roberto daba vueltas. Todo era real, o lo fue en algún momento. "¿Realmente revivían a las estatuas y ellas realizaban milagros?", se preguntaba. Sin duda era una historia increíble.

Junto a la mesa en un perchero colgaba un bolso de cuero antiguo. Lo revisó y encontró las instrucciones detalladas que mencionaba el cura en el cuaderno, un cuchillo multiuso con una cruz roja en el mango y una biblia. La vació para meter todo lo que pudo, la cámara Rolleiflex, las cintas, algunos cuadernos y libros. Apenas el broche cruzó la abertura para cerrarse.

Dejó el bolso sobre el escritorio y puso el cuchillo en su bolsillo, haciéndolo chocar contra su telefono. Lo saca para revisarlo. Las 4 de la madrugada y el icono de la batería en rojo mostrando un escueto número 5.

Suspiró y pensó unos segundos en qué hacer. Su teléfono no serviría más en algunos minutos, ni linterna, ni menos para hacer una llamada de auxilio. Nuevamente se lamentó por terminar allí encerrado, pero de nada le servía. Exploró su mente y su memoria, no se había detenido a hacerlo.

Recordó la escuela. Pensamientos borrosos lo rondaban, cosas que quizás se obligó a olvidar. Se preguntaba cómo pudo olvidar a Raquel y cuál fue el motivo de su separación. Imágenes de Bernardo le llegaban, confusas y fuera de todo contexto. Recordaba todo lo que le pasó al resto de los abusadores, menos el final de Bernardo.

Finalmente aceptó aquella aterradora e inquietante realidad en la que se vio envuelto. Nadie del exterior lo salvaría, ni siquiera sabrían dónde encontrarlo. Pensó en su madre y en su abuela, su ausente padre y una segunda oportunidad con Raquel. Lagrimas recorrieron sus mejillas. Hacía bastante tiempo que no lloraba.

La sensación de sentirse encerrado evocó un recuerdo, uno donde su única contención en ese momento especifico, estaba a cientos de kilómetros lejos de él. Pero le había dejado una enseñanza, la fe.

Entendía que debería enfrentar sus miedos y los que cualquiera con sentido común sentirían. Estaba a punto de darle cara a algo inquietante y aterrador, algo que evitó toda su vida. Hasta ese momento. Respiró hondo y aclaró su garganta, extendió sus manos con las palmas abiertas hacia el cielo y finalmente entonó.

– Ave María...

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