Trece

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Felix llegó a Australia y fue recibido con los brazos abiertos por sus padres. Aunque sus padres estaban preocupados por la situación, le brindaron el apoyo y el amor que tanto necesitaba en ese momento. La casa familiar, ubicada en un tranquilo suburbio, le ofreció el refugio y la estabilidad que Felix buscaba para afrontar su embarazo.

El primer trimestre fue especialmente duro. Los mareos y las náuseas matutinas eran casi constantes, y la fatiga lo dejaba exhausto la mayor parte del tiempo. Cada mañana, su madre lo ayudaba a levantarse y le preparaba un té de jengibre para calmar las náuseas. Su padre, aunque silencioso, siempre estaba allí para ofrecerle una mano fuerte y segura.

Una tarde, después de una visita al médico, Felix se desplomó en el sofá, abrumado por la noticia de que su embarazo presentaba algunas complicaciones. El doctor había mencionado que, debido a su bajo peso y a la tensión emocional, debía tener mucho cuidado. Felix sentía que el peso del mundo recaía sobre sus hombros.

—Hijo, sé que esto es difícil, pero estamos aquí para ti —dijo su madre, sentándose a su lado y tomando su mano—. Tienes que cuidar de ti mismo por el bien del bebé.

Felix asintió, intentando mantener la compostura. Sabía que necesitaba ser fuerte, pero había momentos en que la soledad y el miedo lo abrumaban. Las noches eran especialmente difíciles. Sin Jisung a su lado, la cama se sentía inmensa y fría. Soñaba con él, y esos sueños se convertían en pesadillas de abandono y soledad.

Sin embargo, Felix no estaba dispuesto a rendirse. Con la ayuda de sus padres, comenzó a asistir a clases prenatales y a grupos de apoyo para omegas solteros. Allí conoció a otros omegas que pasaban por situaciones similares y encontró consuelo en saber que no estaba solo. Compartían historias, ofrecían consejos y, sobre todo, se apoyaban mutuamente.

Durante una de esas clases, Felix conoció a Leo Lee , un omega que había pasado por un embarazo complicado y que ahora era padre de un niño de dos años. Liam se convirtió en un pilar de apoyo para Felix, siempre dispuesto a escuchar y ofrecer palabras de aliento.

—Recuerda, Felix, cada día es una victoria. No importa lo difícil que parezca, estás haciendo un trabajo increíble —le dijo Leo un día después de clase.

Felix sonrió, agradecido por tener a alguien que comprendiera por lo que estaba pasando. Con el tiempo, comenzó a sentirse un poco más fuerte y más seguro de sí mismo. Su madre lo acompañaba a cada cita médica, y su padre se encargaba de cualquier tarea pesada que pudiera surgir en la casa.

A medida que el embarazo avanzaba, Felix comenzó a sentir los primeros movimientos del bebé. La primera patada fue un momento agridulce; la felicidad de sentir a su hijo mezclada con la tristeza de no poder compartir ese instante con Jisung. Pero cada patada, cada movimiento, le recordaba que no estaba solo y que había una pequeña vida que dependía de él.

Un día, durante una ecografía, el médico sonrió y dijo:

—Todo parece estar bien, Felix. El bebé está creciendo y desarrollándose de manera saludable. Solo necesitas seguir cuidándote.

Felix soltó un suspiro de alivio. Era la primera buena noticia en mucho tiempo, y se aferró a ella con todas sus fuerzas. Decidió que, a pesar de los desafíos y del dolor, iba a hacer todo lo posible para darle a su hijo una vida feliz y llena de amor.

A medida que se acercaba la fecha del parto, Felix se sintió cada vez más nervioso, pero también más decidido. Había encontrado un trabajo temporal desde casa, gracias a un amigo de la familia, y estaba ahorrando todo lo que podía para el bebé. Sus padres lo apoyaban en todo momento, y Leo seguía siendo una fuente constante de apoyo y amistad.

Una noche, mientras se preparaba para dormir, Felix acarició su vientre y murmuró:

—No importa lo que pase, siempre estaré aquí para ti, pequeño. Te prometo que haré todo lo que esté en mi poder para que tengas una vida feliz. No necesitas a nadie más, solo nos tienes a nosotros.

Con esa promesa en su corazón, Felix cerró los ojos y se permitió soñar con un futuro mejor. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba dispuesto a luchar por su hijo y por el amor que sentía por él. Los días duros, las noches solitarias y las complicaciones del embarazo solo habían fortalecido su determinación. Jisung podía haber elegido su carrera, pero Felix eligió el amor y la vida de su hijo. Y eso era lo único que importaba.

Todavía te amo.                                                            JilixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora