cap; O2

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( real life )

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( real life )


Mateo Palacios



Me desperté por inercia, abrí poco a poco los ojos sintiendo una suave luz por los faroles que iluminaban fuera de la ventana. Era de noche.

Estaba en una posición distinta a la cual me dormí, Cata me daba la espalda y yo estaba pegado a ella por detrás con un brazo rodeando su cintura y apretándola hacía mí.

Me permití apoyar mi frente en su hombro y respirar su olor por algunos minutos, hasta que se removió y ahora quedo cara a cara frente a mí, aun estaba profundamente dormida.

Vi cada detalle de su rostro; sus ojos cerrados, sus pestañas que estaban enchinadas y con rímel, su nariz con unas ligeras pecas, sus mejillas que adoro besar, sus labios regordetes que me muero cada día por besarlos.

Estoy enamorado de Cata desde que estábamos en secundaria.

Sus ojos me cautivaron desde que la vi, solo que era demasiado pequeño para deducir por qué sentía esas extrañas sensaciones en mi cuerpo.

Conozco a Cata de pies a cabeza; no puede mentirme porque siempre la descubro porque no pestañea. No le gusta el mate tan amargo, le gusta con un poco de azúcar en el fondo. Solo ha tenido un novio pero le terminó porque quería alejarla de mi. Cuando esta nerviosa juega con su pelo. Se muerde el interior de la mejilla cuando quiere llorar. Pensaba en hacerse cantante cuando era pequeña porque tiene una voz hermosa.

Podría decir que conozco a Cata mejor que a cualquier otra persona en este mundo y decir eso para mí, es un orgullo.

Cualquier chico debe querer estar en mi posición en este instante, pero no, soy yo el que está abrazándola por la cintura mientras duerme.

La miraba sin descaro alguno, ella era todo para mí.

Ella estuvo ahí cuando todos me apartaron. Ella fue, es y será mi motor de aquí hasta el fin del mundo.

El amor que sentía por Cata era inexplicable.

Miré como se removió en la cama, se estaba despertando, me acerqué un poco más a ella dándole suaves besos en las mejillas viendo como se le formaba una sonrisa en el rostro al sentirme.

—Hola linda —murmuré con la voz ronca, ella abrió los ojos ligeramente y buscó mi mirada.

—Hola Mate... —murmuró devuelta con la voz ronca, se pasó las manos por la cara con suavidad y me miró más despierta que hace unos momentos —¿Tienes hambre?

Yo asentí y vi como se sentó en la cama, yo la miraba como si fuera lo mejor de mi existencia, aun que si lo era.

—¿Pedimos algo para comer o querés que te cocine? —Le pregunté, mientras me apoyaba en uno de mis codos. Ella se volteó a mirarme con una sonrisa. —¿Qué querés comer?

𝗺𝗶 𝗺𝘂𝘀𝗮 ─ 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora