Alisson
—¡Ven! — Su hermano la llamaba como si ella fuese la basura que él creía que era.
Alisson estaba acostumbrada a ser la menos apreciada de su casa, así había sido desde siempre y estaba segura, que las cosas continuarían así hasta el final de los tiempos. Si bien no había sido suficiente con nacer en una familia con un matrimonio a punto de divorciarse, entonces lo había sido con nacer padeciendo de TDAH, Trastorno de deficit de atencion e hiperactividad.
Darse cuenta de que padecía algo así no había sido fácil, ni siquiera sus padres le habían prestado la atención debida. Pasando de un curso a otro por pura fuerza de voluntad y ayuda de los compañeros y maestros. Había reprobado cuatro cursos, no por gusto ni negligencia propia, sino porque lamentablemente de niña no había podido concentrarse en prácticamente nada.
Cuando tuvo la conciencia necesaria, y entendió que algo estaba mal con ella, busco asistencia de la psicóloga de su secundaria, junto con su mejor amiga Ana, descubrieron que padecía de este tipo de trastorno. Uno con el que se nace, ningún niño tiene la culpa de no poder prestar atención en clase o en su vida cotidiana, al menos eso le había explicado la psicóloga.
Alisson no quiso contar a sus padres ni a su hermano la situación por la que pasaba, para ellos, la hija de la familia Méndez no era otra cosa más que una pérdida de tiempo y saliva. El trastorno, según lo que había leído con el wifi de la universidad, era algo que tendría por el resto de su vida. No había podía pagar por las pruebas con el psiquiatra, pero este había escuchado lo suficiente por parte de la psicóloga escolar y había decidido consultarla sin pagar. Tiempo después, se adaptó al hecho de que podía sacarle un gran provecho a su hiperactividad. Trabajaba como loca, sin que el cansancio le molestara, no ahsta que cumplia con cada una de las ordenes que Tony le daba.
— ¿Qué quieres Roberto? — preguntó mientras iba hasta la mecedora donde él se encontraba con el celular en la mano. Un celular que muy probablemente había robado a algún alma inocente.
Su hermano era toda una joyita personificada. Robos a mano armada, atracos a transeúntes o cualquier persona que él encontrara desprevenido, involucrado en falsificación de pasaporte.
La lista era larga.
Por lo menos hasta el momento, no había pasado más de tres meses en la cárcel, gracias a que el padre de ambos tenía los contactos suficientes para ayudarlo a salir.
Roberto Méndez se había largado cuando tuvo la oportunidad, dejando a su tóxica familia como el le llamaba desde hacía ya unos años. Últimamente, Alissson había escuchado que las personas empleaban esa palabra hasta f=para referirse al perro que no quería hacer la popo en el patio.
La última vez que su padre sacó a Roberto de la cárcel, prometió no volver a tomar la llamada de ninguno de ellos, informando con tiempo, había hecho acopio de sus propias palabras y jamas la familia había vuelto a escuchar de él.
No es que les hiciera falta, estaban igual o mejor que cuando él estaba allí, y formaba parte de sus vidas. Alisson era la sirvienta que debía hacer todos los quehaceres de la casa: cocinar, limpiar, botar la basura, hacer la compra en el supermercado cada vez que aparecía dinero y sacar tiempo para ir al instituto y terminar sus estudios.
Alisson salió a mitad de su último año porque su madre estaba enferma, una diabetes tipo dos, y no había quien la cuidara dia y noche. Después de llamarla egoísta y mala hija, no había tenido otra opción que renunciar a graduarse ese año de secundaria. Un año más que perdiera no iba a detenerla, eso se dijo mientras salia el ultimo dia que asistía a clases. Sus metas eran específicas, más para demostrarse a si misma, que no era como su familia, ni quería serlo jamás.
ESTÁS LEYENDO
Su Alumna (EN EDICIÓN)
RomanceJoel Galeano es un profesor de matemáticas, que siente una gran atracción sexual por una de sus alumnas. El cuatrimestre apenas comienza y él no sabe cuantas veces se ha tocado asi mismo para bajar la dureza que le provoca Alisson Méndez. ¿Romperá...