Capítulo Dos: Pasión

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Joel

El día transcurrió sin ninguna novedad, Joel no se topó co Alisson en ningún momento del día, procuró evitar pasillos concurridos y zonas donde los estudiantes pasaran su breaks, odiaba caminar ocmo si le debiera dinero a alguien o como si fuese un criminal huyendo de la ley.

Pero necesitaba sobrevivir a Alisson. Esa mujer era dinamita. 

—¿Distraído? — era uno de los profesores de asignaturas básicas. 

Carlos era un tipo chevere, de esos que se dan a querer fácil. Con los que puedes salir de juerga pero también puedes contar si necesitas algo. 

Cabello recortado casi al rape, ojos casi negros, pequeños y repletos de pestañas largas y oscuras, podria decirse que casi se le escapaba el control de uno de sus ojos, lls lentes moldearon eso con el uso continuo de lentes. Ya ahira, era casi imperceptible. 

— No. Estoy aquí, bro. — era común en su grupo el apelativo. 

— ¿problemas con mujeres? — Esa parte era otra sobre Carlos. No soltaba los temas. Si el sospechaba algo, le metía ganas hasta que averiguara lo que sucedía. 

— ¿Cómo sabes que es sobre mujeres? — Joel no tenía interés en seguir dándole vueltas a su peonlemita con su alumna. 

Ese el era el hecho que el debía recordar siempre. 

Era su alumna. 

Alumna. 

Una ardiente y provocadora alumna. 

— ¿Nos tomamos unas cervezas? — le preguntó Carlos quitándole importancia a su pregunta. 

— No tengo nada mas importante que hacer — aceptando se levantó del banco de cemento en qje estaba y miró inconscientemente a todos lados. Las cuatro esquinas por las que su demonia podía llegar, no señas de ella. 

—¿ Y dices que no tienes problemas? — Carlos caminó hasta su carro, un Toyota 2012, producto de venir de una familia bastante solvente. 

No había forma de que el ahorrara para meterse en un lio como ese. 

— Ya cállate. No es tu problema. 

— Pero admites que tienes uno. — el Sonrió y presionó la alarma, abriendo las puertas. 

— Nada relevante. 

Y asi se fueron hasta el bar/disco que quedaba cerca de la universidad. Un lugar llamado bodegas Beer, repleto de estudiantes y profesores, siempre lleno lls dias de semana, lo cual era de esperarse considerando que estaba a dos esquinas de la universidad. 

Habían sillas en metal, con una parte para sentarse acolchada, en su mayoría ya solo era decoración, pues de cómodas no tenían absolutamente nada. Una mesa baja redonda, que normalmente estaban ligeramente cojas de alguna de las patas. 

Toda una delicia de lugar. 

Allí se encontraron nada mas entrar, con media plantilla del profesorado: Mila, profesora de letras, Matias, recién integrado a la universidad, impartía Contabilidad Financiera, un cerebro con patas y poca belleza. José, el bebé, según había escuchado. Era un tipo pequeño, debía medir un metro cincuenta, cabello pegado de tanto gel que aplicaba sobre el, ojos color miel y lentes de pasta, el pobre se salvaba porque pasaba tantas horas en el gimnasio, que había desarrollado un cuerpo más o menos atractivo para las mujeres. Y por último estaba Patricia, unos treinta y tantos años, Joel nunca se había interesado en preguntarle, llevaba el cabello siempre recogido en una trenza que le llegaba hasta la espalda baja, ojos verdes, que hacía un contraste de puta madre con su tono de piel morena. 

Bastante llamativa. 

Era maestra de Artes Escénicas. 

Quien la viera diria que desperdiciaba talento, debería ser actriz de Holliwood. 

—¡ Ey! — les gritó José nada más verlos entrar. 

— ¿Que tal? — fue el saludo de Joel. Lls conocía desde hacía varios añls a la gran mayoría, excepto por Patricia. Ellos ya habían tenido una historia antes de el casarse con Andrea. 

Ambos habían hecho borrón y cuenta nueva, durante meses fue incómodo verse en los pasillos, pero amboa habían desarrollado una aceptación y amabilidad para sonreír increíble. 

Incluso se podría decir que Patricia había olvidado todo sobre ellos. 

Una escasa relación de unos cinco meses 

— Siéntense con nosotros. Allí hay dos sillas más. Pedimos dos botellas se Something. —Matías fue quien habló. Los demás solo asintieron. 

Después de dos horas, bebiendo, unos fumando, un viernes por la noche, parecían casi hermanos. 

En el suelo habían cuatro botellas vacías y para Joel, Patricia no parecía tan lejana para sexo. 

Asi de borracho estaba, se dijo asi mismo.

Ella le Sonrió, quizá pensando lo mismo, Carlos por su parte, ya hablaba por teléfono, con una de las tantas mujeres con las que se veía. 

A lo mejor todas sabían cómo era él, y no les importaba en lo absoluto. 

— Debo irme — Patricia habló y el hombre de las cavernas que había desatado todo ese alcohol, surgió en Joel. 

Las miradas que le lanzaron  los demás hombres a Joel, eran bastante significativas. La mujer lo miró un segundo, lo suficiente para que él entendiera. 

— Te acompaño. 

Joel llevaba una vida distante de todas. La única que recientemente, en tan pcoos días había logrado despertar algo en él, sin necesidad de involucrar alcohol, era su alumna. 

Alisson. 

Joel respiró hondo antes de levantarse e irse con Patricia. 

Mejor una que ya conocía y que no le traería ninguna mierda por romper reglas. 

Pero eso no evitó que pensara en Alisson mientras estaba con Patricia. 

Que jodido estaba. 

Su Alumna (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora