Capitulo 20. No me obligues a nada

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Después de casi media hora corriendo por la calle intentando que Joel se metiera en el carro para poderlo llevar hasta su casa, al fin lo había logrado.

El tráfico era pésimo a esa hora de la tarde, a pesar de ser sábado, muchas personas salían de sus lugares de trabajo pasadas las 5 de la tarde, ya Alisson lo tenía por experiencia propia cada vez que intentaba llegar a tiempo al Bar de Tony.

Ella comenzó a conducir, su intención no era simplemente llevarlo hasta su departamento y que esté estuviera bien. No tenía interés alguno en subir hasta su casa y ver dónde vivía, cómo vivía Joel, aunque sí debía de ser sincera consigo misma tenía el misterio por resolver, cómo era Joel detrás de su fachada de profesor, o al menos no una fachada sino simplemente que hacia el aparte de su trabajo.

Tenía curiosidad, la curiosidad que cualquier persona puede sentir por alguien que le atraía, se sentía vilmente atraída por él. A pesar de que la había traicionado al compartir sus cosas con otra persona, sentía que ya no podía confiar más en Joel, ella sabía que los sentimientos que ha desarrollado por él, que los besos compartidos, que las miradas que se lanzaban el uno al otro y la cantidad de fantasías y sueños que había tenido donde se dejaba llevar por la pasión y sucumbía ante el deseo de estar con él, ella sabía que esos sentimientos no los iba a olvidar así como así, quizás a lo mejor algún día dentro de 30 o 40 años ella podría recordar a Joel con el sentimiento que se recuerda a un compañero de clases de kínder Garden.

— No tenía idea de que pudieras conducir — le dice él mientras recostaba la cabeza en el cristal de la puerta.

— Hay mucho que desconoces de mí. Conducir, como puedes darte cuenta, es una de esas cosas.

—Por tu culpa.

— Porque es cosa del destino— sí Alisson tenía algo claro a la fecha, era que ellos dos no estaban destinados a estar juntos.

Su cabeza había martillado esa idea por varios días o semanas, habían transcurrido semanas desde que habían intercambiado los besos en el carro, solamente le había hecho aclarar ese mar tan turbulento que tenía de sentimientos y pensamientos, así lo quisiera por mucho tiempo por ser prácticamente el primer hombre que había amado. No estaban destinados a estar juntos. Era una bobería considerarlo, Alisson había pecado de estúpida.

Tontamente había esperado por un príncipe azul, una persona que le entendiera, que no abusara de ella, un hombre que la considerada, en la cual ella pudiera confiar a ciegas y había creído en el amor a primera vista, aun sin ella conocer sobre el amor verdadero, no tenía un parámetro de buenas relaciones sanas, relaciones limpias y desarrolladas con amor, pero sabía que el mundo podría ofrecerle algo más, la vida no podía ser tan dura y tan mala, como pintaba su familia.

No podía creer que su familia fuera el claro ejemplo de que la vida era un fracaso, de qué era imposible tener una relación sana y sin maltrato. Intentar tener un mejor futuro, eso ella lo sabía, sabía que había más, debía de haber más.

Ella merecía tener alguien que la amara, que la quisiera sin medidas, que no le obligara a hacer cosas que no deseara, que también confiara en ella.

Por un momento había llegado a creer que esa persona era Joel, quizás en su falta de conocimiento sobre relaciones y sobre la muerte del amor, había llegado a pensar que era la persona que podía ocupar ese lugar en su vida.

— ¿Vives cerca de la universidad o no?

Dijo ella después de un rato. No tenía caso seguir ahondando en sentimientos tan complejos.

— Sí a tan sólo unas cuadras. — dijo el casi inaudible. — Busca un edificio alto de color azul y allí estoy.

—Vaya qué descripción, seguro que tienes algo mejor para decir Joel, de lo contrario nos quedaremos por aquí, dando vueltas sin sentido. Tienes suerte que sean las seis y pico, y aun no oscurece...

Su Alumna (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora