Llegaron al departamento de Joel, Patricia no tenía ningún problema con pasar unas horas con Joel, no le importaba en lo absoluto, se conocían, se entendían bastante bien en el sexo, no se podía pedir tanto de la vida.
—¿Quieres algo más de tomar? — le preguntó Joel mientras se quitaba el bulto del cuello y se desabrochaba los primeros botones de la camisa Azul.
–Si toomo algo más, esto pasará de ser algo de mutuo consentimiento a ser un abuso de tu parte – ella se rió y se quitó la blusa negra de cuello tortuga que llevaba puesta.
Asi eran las cosas con Patricia, era controladora, simple, sin ideales románticos. Ella sabía lo que deseaba y por ahí se tiraba. Joel no tenía porque gastar saliva en ella.
Por eso se llevaron bien desde que ambos estaban a punto de graduarse de la universidad.
Habían pasado años desde que habían estado juntos por ultima vez, desde que Joel admitió que estaba viendo a Andrea. El era honesto, no quería herir a Patricia con cuentos de caminos, mientras más rápido lo dijera, mejor para ambos.
Patricia decidió no compartir su relación. Joel no le preguntó si se había enamorado de el, no era necesario, sus ojos se lo dieron.
— Pat,¿estás segura? — ambos sabían lo que eso significaba. El se detuvo frente a ella, mirando sus senos perfectos al alcance de sus manos, de su boca.
— Es solo sexo, Joel. — le dijo ella en respuesta y lo besó.
Era un sabor conocido, una caricia antigua y que el sabía le gustaba.
El la agarró d ela cintura y la subió con un movimiento en sus caderas, ella entrelazó las piernas en su espalda baja, y lo besó con mas fuerza.
Su sexo tiritaba por salir de sus pantalones.
Cada vez que abría los ojos era la imagen de Alisson la que se proyectaba enfrente de el, Joel se obligó a sí mismo a concentrarte, enfocarse en quién estaba entre sus brazos, en brindarle todo lo que ambos sabían, que él era capaz de dar a Patricia.
Sus manos desabrocharon el pantalón de Patricia con rapidez, ella se terminó de sacar la ropa Hasta que quedó frente a él solo con ropa interior. Ella no era de esas mujeres que se vestía todos los días con encajes, tampoco era de la que analizaban al momento de estar con un hombre si llevaban o no, la ropa interior adecuada. A Joel tampoco era que le importaba mucho qué trajera ella puesto, el la agarró de la mano y la jaló hasta su habitación, y ella gustosa lo siguió.
Ella se acostó en la cama y Joel la observó saboreando previamente cada parte de su piel, de su cuerpo tan esbelto y Atlético. Patricia dedica varias horas del día para ejercitarse, para mantenerse en forma, era una morena preciosa. El acercó a ella como una gacela, dispuesto a comerse todo lo que ella pudiera ofrecerle. Comenzó a darle pequeños besos desde los pies, adentrándose entre sus piernas, pasó su lengua por la parte interior de sus muslos, saboreando la poca esencia floral del perfume que quizás, esa mañana ella se había puesto.
Ella se retorcía de placer y lo tomó como un incentivo.
Le dio unos pequeños mordiscos, absorbiendo y chupando con gusto lo que a ella le ofrecía. Se adentró entre sus pliegues ocultos, pasando la lengua despacio, con suma lentitud sobre su clítoris, que erecto lo esperaba con ansias. Chupó el pequeño bulbo con presticia, ya el conocia todo lo que ella le volvía loca de placer, lo que la desquiciaba hasta que la envolvía en una nube absoluta delicia. Ella se humedecia por segundos, lubricando y soltando sus jugos, Joel aceleró el movimiento con su boca y su lengua y cuando la sintió a punto de alcanzar el clímax, le introdujo dos de sis dedos hasta el fondo haciendo que Patricia gritara de placer mientras el no paraba el movimiento y ella se desvanecía entre sus manos.
— Oh, vaya — La exclamacion fue bien recibida por joel, quien se bajó de la cama y buscó el preservativo.
Volvió al minuto y se subió sobre Patricia, introduciendo su larga y llena ereccion en el pozo de placer de ella.
Joel no sabía si el alcohol consumido, la ganas uqe tenía acomuladas o el deseo retenido que llevaba los tres últimos dias, fueron los que le convirtieron en una bestia sexual. El comenzó a moverse deprisa, metiendo en el hueco del cuello y el hombro de Patricia su cafa, se movió acelerado, cada estocada lo transpoetaba a un mundo más lejano, uno donde no era esa morena que estaba debajo de el la qje poseía, donde no eran unos ojos verdes que se oscurecían de placer, sino unos marrones brillantes.
La penetró hambriento, sediento por llegar al Orgasmo, sentía las manos de ella por todo su cuerpo, apretando su espalda, arañando su piel, no le importó, ella gritaba en su oído, jadeando y murmurando cosas que él no entendía, tampoco le importaban se dejó ir a los pocos segundos, sin intentar retenerlo. Se encontró soltando toda su semilla, poseído por el deseo.
— Eso ha sido... Vaya — dijo Patricia después de un rato, sacándolo del estado en que se había autoinducido.
La miró confundido y pestañó extrañado.
—¿Qué? — ella se removió debajo de el, y Joel se le bajó de encima, sacando su pene que aún seguía duro como piedra.
Iba a hacer falta más que eso para bajarlo.
— Si. Estuvo bien. — el aún traía el pantalón a medio poner, se quitó el preservativo y fue y lo tiró al baño.
—¿Seguro que esta todo bien? — escuchó queble preguntó desde la cama.
Claro que no, quiso confesar. Pienso en otra mientras estot dentro de ti.
Pero eso sería demasiado. Hasta para él, que se jactaba de ser siempre honesto.
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Su Alumna (EN EDICIÓN)
RomanceJoel Galeano es un profesor de matemáticas, que siente una gran atracción sexual por una de sus alumnas. El cuatrimestre apenas comienza y él no sabe cuantas veces se ha tocado asi mismo para bajar la dureza que le provoca Alisson Méndez. ¿Romperá...