SatoSugu| Ultrasonido/Eco

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Fandom: Jujutsu Kaisen.

Personajes: Satoru Gojo y Geto Suguru.

Advertencias: ●Canon-divergencia. ●Embarazo por maldición. ●Chistes sucios. ●Intento de humor.


Cuando se trataba de un Gojo, no debería haber ningún escatimo en gastos. Satoru era un hombre asquerosamente rico y con bolsillos profundos, no existía alguna preocupación.

Vaciaría sus tarjetas y el banco familiar sólo por su lindo y maldito Suguru.

—¡Sólo lo mejor de lo mejor!— gritaba con entusiasmo Satoru—. ¡Que emoción!

Él era el más emocionado, más que el mismo Suguru en sí.

Hoy era su primera eco. La primera vez en la que verían a su pequeño milagro.

En algún sitio hay alguien que me ve desde allí. Como fuego en la sangre la siento llegar♪~

—Satoru...

—Ya, ya, solo relájate y continua siendo adorable, Suguru —Sarotu continuó empujando la silla de ruedas con una sonrisa.

Quería que todo el trato fuera especial, en la mayor y exagerada medida.

Suguru dudaba que Satoru tuviera idea de lo que dijo cuando le pidió discreción.

Tal cosa había entrado por su oído y salido por el otro.

¿Dónde encuentro un hércules de la batalla en vos?♪

—Satoru...

Con cada tarareo su infantil novio comenzaba a acumular presión en las llantas y a trotar más rápido.

—¿Satoru?

Tenía un mal presentimiento.

—¡Muy fuerte será y veloz actuara♪~!

—¡Satoru!

Suguru se sujeta con fuerza de las manijas y, sin ser escuchado, Satoru corrió lo más rápido que pudo por los pasillos.

Rompiendo algunos cristales mientras continuaba riéndose sin parar, todavía cantando a gran pulmón.

Llegaron con el pelo esponjado y desordenados, pero con buena hora.

—Ah, usted debe ser Suguru Gojo. Bienvenido.

—¿Gojo?— él miró al travieso hombre que sonreía con orgullo.

Dejando pasar tal travesura Suguru se levantó de la silla de ruedas.

Solo dio un paso cuando detrás de él un crujido resonó y la silla se rompió en diferentes partes.

—Ten cuidado, cariño ♡. —Satoru lo tomó en sus brazos como una princesa y lo llevó hasta la camilla.

Los pedazos rotos crujía bajo sus zapatos de Prada.

—Gracias, Satoru.

Le pidieron amablemente que se levantara la ropa y descubriera parte de su abdomen.

Satoru se mantenía a su lado fielmente, sosteniendo sus hombros y escuchando atentamente cada palabra.

—Primero pondré este gel sobre tu vientre, se sentirá algo frío.

Asintió, sintiendo un repentino toque helado se estremeció.

Realmente frío, pero su cuerpo se calentó rápidamente de nuevo.

La mujer se acercó de inmediato con un extraño aparato parecido a un micrófono plano. Junto a ella estaba una singular televisión.

El aparato, que se llamaba transductor, se deslizó por su estómago ligeramente abultado.

—Oh, esta... justo aquí —ella señaló en la pantalla.

Ninguno de los dos podía ver nada, solo manchas y borrosas imágenes grises que no tenían sentido.

Tal vez era porque él era quien tenía al bebé en su vientre, pero poco a poco Suguru le encontraba forma.

La pequeña cabeza y el cuerpo en formación, los puntos que parecian ser los bracitos y el cordón unido a él.

Aquello que los unía y los volvía madre e hijo.

—Satoru, lo veo... nuestro bebé.

Tomándose de las manos, Satoru tenía la vaga idea de a lo que se refería: un pequeño punto oscuro que oscilaba en un circulo más blanco.

Si, ese de allí eran su primogénito... quizás su hija, aún no lo sabía.

Ver a su bebé a través de la máquina trajo sentimientos a ambos.


—Tendrá que venir cada mes para un chequeo regular, necesito ver todo de usted y-

—Yo le veo hasta la conciencia.

Suguru sonrojado le dio un golpe en las costillas.

—Cállate...

 —¡Ay, pero si es la verdad! —él se quejó en un indignado grito, con un puchero y la voz chillona.

Sonrojada hasta las orejas por sus descaradas palabras la obstetra tosió en un puño y comenzó a explicar como seria su día a día. Despejando sus dudas con amabilidad y manteniendo siempre un aura profesional.

Algo que claramente Satoru no podía hacer cada vez que abría la boca y soltaba cosas que no debía.

Satoru levantó la mano.

Había una duda muy importante que quería saciar.

—Sí, Gojo-san.

—¡Yo!, ¿puedo tener sexo con Suguru incluso con el bebé adentro?

Contrario a su escandalosa pregunta dicha en una voz demasiado alta, Satoru no dejaba de sonreír como un niño.

—Eh, a-ah, si... si pueden. ¡Pero solo hasta el séptimo mes, señor! 

Dado que era un embarazo peculiar y no existen registros, ella esperaba que fueran algo más cuidadosos cerca del final, pues quién gestaba era un hombre y todavía habían muchas cuestiones que discutir. 

Debido a sus impresiones, la doctora tenía la seguridad de que si no lo aclaraba el señor Gojo podría extender tal faena hasta que el señor Geto no pudiera moverse por su enorme vientre.

E incluso así, tenía miedo de imaginar que eso no sería un impedimento para él...


Después de algunos minutos más, la pareja salía de una enriquecedora sesión con sonrisas satisfechas.

—Espantaste a nuestra doctora, Satoru.

—¿Eeeh? Pero si sólo le dije mis dudas...

Tal y como ella había dicho. ¿Porqué era el malo de la historia aquí?

Al escucharlo lloriquear Suguru sonríe, habían reemplazado su silla de ruedas.

En calma se mantuvieron callados y recorrieron el jardín del hospital.

Era verano, en la siguiente primavera su bebé ya estaría en sus brazos.

—¡Oh, Ijichi, aquí, aquí!— Satoru se apresuró hacia el auto, empujando con cuidado la silla que contenía a su preciada carga—. Muévete más rápido, Ijichi, o te ganarás un golpe.

—Gojo.

—¡Ups!

Siendo más un lacayo que amigo Suguru sentía pena por Ijichi, que siempre tenía que complacer los caprichos de Satoru.

Admiraba la fortaleza y la paciencia de su amigo en silencio.

—Su alteza, su carruaje espera.

Ofreciendo su mano Suguru la sujeta. Satoru realmente era muy infantil.

—Creo que ahora tendré a dos bebés que cuidar...

Tres si contaba a mini'toru.

Un doble trabajo tenía por delante, pero supuso que tener a Gojo Satoru como esposo era suficiente experiencia.

—Que envidia... esa cosa puede estar dentro de Suguru por más tiempo que yo.

—¡Satoru!

Agosto de MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora