Agosto de Mpreg

KawoShin| Contracciones

Fandom: Evangelion.

Personajes: Kaworu Nagisa y Shinji Ikari.

Advertencias: ●AU. ●Kaworu Angel. ●Eggpreg (Oviposición).

No se había estado sintiendo bien desde la mañana anterior.

Kaworu aún dormia.

Al observar el reloj en la mesita de noche se dio cuenta que no eran más de las cuatro de la madrugada.

Un nuevo punzante cosquilleo lo hizo encorbarse. La cama crujía con cada movimiento.

—Shinji... te duele.

La voz sonaba suave, Shinji miró a su lado.

—Kaworu, lo siento.

Él se incorpora y aparta las sábanas. Su sonrisa no desaparecía.

—Si te duele por cargar a mi progenie no tienes que disculparte— dijo, su voz amable lo atraía—. Debo agradecerte por hacer este gran esfuerzo, mi querido Shinji.

Sus mejillas se espolvorean en polvo rosa oscuro. Diciendo eso con una tierna mirada y voz segura Kaworu siempre era guapo.

Shinji sentía que era afortunado por tenerlo a su lado.

—Kaworu...

—Te amo, Shinji— no tenía suficiente, quería seguir diciéndole lo mismo una y otra vez, su corazón no soporta tanto amor—. Te amo, a ti y a nuestros hijos.

Tomándolo en sus brazos Kaworu repartía besos y caricias por su cuerpo, hasta el hartazo y el corazón de Shinji estuvo satisfecho.

—Kaworu— mirandole desde el respaldo de la cama, con Kaworu besando y oliendo su vientre, Shinji acaricia sus cenizos mechones—. Duele, me duele... Ya quieren conocernos, y al mundo.

—¿Mucho?

—Si, mucho— no hay forma de mentir.

—Entonces...— alzando la mirada, una expresión tornada en negro lo admira—. Vamos. 

Shinji asintió y con ayuda de Kaworu se sienta en la silla de ruedas que tenían preparada.

Las manos de Shinji no dejaban de apretar la derecha de Kaworu mientras con la otra lo empujaba.

Cada segundo era tortuoso, iba a partirse en dos y los niños en su vientre pateaba y se removía con brusquedad.

Shinji tenía miedo, pero también estaba lleno hasta el alma de regocijo y esperanzas.

Dentro de él, muy pronto, el amor que había cosechado y hecho crecer junto a la persona que amaba iba a poder ser sostenido entre sus manos. Alguien a quien iba a amar y cuidar más que a su propia vida.

Kaworu alcanzaba a entender su dolor: escuchaba como los huesos de la cadera de su amor se partían en miles de pedacitos; veía la forma en que su enorme vientre se movía y se distendía; y olfatea el extraño aroma que emanaba entre sus piernas temblorosas.

Shinji gritaba: se quejaba: gruñia y apretaba su mano; arañando la carne para hacerlo sangrar.

Shinji comienza a llorar, Kaworu sonríe suavemente.

Shinji era un ser humano muy valiente y fuerte. Kaworu había hecho bien en enamorarse de él profundamente; más allá de la razón, más allá de la moralidad, más allá de un plano terrenal.

Podría entregarle todo y más: el mundo si se lo pidiera.

—Mi dulce y delicado humano. Mi querido Shinji Ikari.

Era un ángel que había roto el tabú y se había enamorado de un humano mortal y frágil.

Y le había entregado el huevo celestial de donde ellos nacían.

Shinji era el ser humano más trágico pero lleno de esperanzas y luz que conocía.

Hundido en miseria y pobreza él mantenía su alma pura y blanca.

Y él, quien se hacía llamar Kaworu Nagisa, lo había corrompido hasta las raíces.

Las contracciones iban y venían, en periodos de tiempo que lastimaban a Shinji.

Sus piernas temblaban y parecía perder el aliento cada vez que una nueva punzada atacaba su columna.

Kaworu había visto a esos humanos, doctores y enfermeras, tocar a Shinji de formas nada agradables para él.

Obligándolo a llevar sus piernas a cada lado y abrirse de par en par; enseñando ese íntimo lugar para que ellos pudieran tocar y revisar.

Kaworu se sentía ofendido: esos humanos tocaban algo sagrado y no le daban el debido trato.

Si fuera por Kaworu, no se tomaría todas esas molestias.

Lo único que tendría que hacer es sonreirle a Shinji, meter una mano dentro de él y ayudarlo a dar a luz.

Tan fácil y rápido que Shinji no sentiría dolor alguno.

Le encantaría ayudarlo, pero Shinji dijo que se sentía seguro en tal lugar.

Kaworu no pensaba igual, pero era la decisión de su amado y él la respetaría.

Los gritos y llantos no se detienen.

El dolor y olor a sangre perfuman la habitación.

Kaworu lo veía en la fina línea de la vida y la muerte.

De pie y frente a él, su humano que lo daba todo por traer al mundo una nueva vida.

Una existencia unida a la suya, mezclada por el corrupto pecado.

Es el cielo en la tierra. Esa imagen de Shinji Ikari sudoroso y asustado, pero esperanzado y lleno de dicha mientras los bebés en su vientre poco a poco salía de sus entrañas.

Kaworu los veía desde atrás, retrocediendo y siendo besado por el aroma a humano.

Un aroma infantil, lechoso y dulce.

Su primera alma.

Sus primeras almas cosechadas.

Un alma que no viene del cielo o del orden divino. Si no una nueva, que sale de la misma existencia.

El huevo del mundo se ha roto.

—Ka...wo...ru.

Sus ojos se despegaron del bebé recién nacido, que era entregado a Shinji, todavía lleno de sangre y líquido. Y luego el segundo, que lloraba a viva voz.

Shinji los abraza con cariño, mirando a cada uno con tanta devoción y ternura que iba a derretirse.

—Adam, Eve.

Gemelos.

El único cordón umbilical se dividía en dos, uno para cada criatura.

El doctor le entregó unas tijeras mientras murmuraba algo, confundido por el extraño suceso mientras llamaba a alguien.

Kaworu mira el vientre flácido, después al cordón y luego a los bebés, estos todavía estaban unidos a Shinji: Kaworu amaría que siguieran así por siempre. Con Shinji postrado en esa cama y sus bebés conectados a su cuerpo, alimentados y seguros mientras los sostenía.

¿Así es como los humanos sienten una inmensa felicidad?

Kaworu ya podría morir y renacer y morir y renacer, infinitamente; por ver a esos pequeños seres y a la madre que ha dado a luz frente a él.

A quien a entregado su cuerpo y espíritu de forma conciente: este humano que lo ha aceptado aún sabiendo su naturaleza llena de un dilema cruel y ambiguo.

—Kaworu —sus ojos eran amables, su sonrisa sincera y su amor inmenso—. Ellos quieren conocerte.

Kaworu sonrie. Él fue quien a sido corrompido por un humano, no al revés.