BudaZero|Postparto/Depresión

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Fandom: Shuumatsu no Valkirye.

Personajes: Buddha y Zerofuku.

Advertencias: ●Canondivergencia.  ●Diferencia de tamaño.


Buda cuida de su pequeño Zero-chan, después de un parto difícil por su linda y pequeña estatura.

Ha quedado adolorido y herido, asi que lo mima y cuida con tanto cariño que él mismo esta sorprendido.

Rara vez Zerofuku se levanta de la cama.

Siendo incluso una divinidad Buda creía que el cuerpo y la mente son sagrados y deben ser respetados en todas sus etapas.

Intentaba que todos los días de Fuku fueran brillantes y llenos de alegría.

A pesar de ello, hay días en los que la felicidad se desvanece.

Como hoy.


—Vete, vete, vete, ¡idiota, tonto!

Zerofuku, sin dejar de maldecir y golpearlo, Buda se vio forzado a salir de la habitación.

La puerta se estrelló contra su cara, quebrando sus lentes.

—¡Zero-chan! —él sigue gritando su nombre, muchas veces, disculpándose—. No es lo que crees...

No era lo que su amado Zero-chan pensaba.

Pero lo entendía, verse junto a Brunhilde, tan juntitos y cuchicheando entre ellos, haría que cualquiera se diera una idea equivocada.

Que justo fuera Zero-chan el que los viera creaba un gran malentendido.

Tenía miles de años y se comportaba de esa forma. Vaya divinidad más caprichosa que era Zerofuku a pesar de su larga vida y positivismo. 

Su lindo esposito abandona su alegría y fortuna con bastante rapidez cuando se trata de él.

Con el corazón roto y el ánimo por los suelos Buda recogió sus lentes rotos y les quitó el polvo.

—Uf, que mal rollo...— dio un último toque a la puerta y dijo—: Me voy Zero-chan, pero volveré.

Había que darle espacio, cuando se sintiera algo mejor volvería y lo hablarían como los dioses pacíficos y civilizados que eran.


—Tonto, tonto, ¡Buda idiota!

O no.

Los Dioses por excelencia eran volátiles y caprichosos.

Buda esquivaba ágil cada objeto que le era arrojado con furia.

Si Zero-chan quería desquitarse y sacar todos esos sentimientos negativos entonces lo dejaría, hasta que estuviera satisfecho.

Un enfrentamiento era poco probable, y aún así él ganaría.

—Mentiroso, eres un mentiroso...— Zerofuku golpeaba con sus pequeños puños su estómago, con las mejillas llenas de lágrimas.

Verlo así le rompía el corazón.

Buda sujeta sus muñecas con gentileza y se agacha para quedar un poco más abajo que su altura.

—Zero-chan, mírame.

Zerofuku evitaba su mirada, pero alzó breve sus ojos y luego las apartó.

—Maldito infiel...— dijo, el odio burbujeaba por cada palabra que salia de sus lindos labios—. Sucio hombre, padre desobligado. Dios perverso.

Era indigno ser comparado por algo tan vil y bajo como eso. Él no era como el vejestorio de Zeus.

Buda suspiró.

—Zero-chan, Brunhilde es una amiga. No significa nada para mi— ya no—. Yo te tengo a ti, Zero-chan, te amo a ti y a nadie más.

—Vas a dejarme por esa fea mujer...— no le gustaba en absoluto—. ¡Tú eres mío!

—Eso no lo dudes. Soy todo tuyo —dijo con una gran sonrisa.

Tal vez era su maravilloso carisma y su actitud tan confiada pero Zerofuku sonríe de nuevo mientras deja de llorar.

Buda levantó la barbilla y sujetando la cabeza de Zerofuku, le dio un profundo y apasionado beso que duró varios segundos.

—Ahora... ¿en que puedo ayudarte, lindo Zero-chan?

Zerofuku se sonroja y se lleva un dedo a la boca, Buda tiene ganas de besarle otra vez asi que no se contiene.

Con sus fuertes y grandes músculos, Buda sujeta desde debajo del trasero a Zerofuku y lo levanta en el aire para comenzar a dar vueltas.

Las risas de Zero llenaban su habitación.

Él volvía a sonreír, justo cómo le gustaba.

—¡Bwa!

Se detiene y mira hacia la canasta adornada de flores y paja, rodeado de animales que la resguardan en aquella gran almohada roja.

Una nueva Diosa se unía al Panteón Divino.

—Oh, parece que el loto de la primavera a florecido.

A veces Zerofuku tiene sentimientos dolorosos e infelices, debido a que piensa que no es suficiente.

Ver a Zerofuku en ese estado es extraño y triste, ya que él siempre ha sido risueño y positivo.

Así que Buda lo ayuda con eso, dejando en sus oidos con dulces susurros las maravillas de quién es y lo que significa para él, le da palabras reconfortantes a su alma y embalsama su cuerpo con sus caricias y profundo amor.

Buda no podría soportar no pertenecer a Zerofuku ni perderlo; a él y a la maravillosa beba que han creado juntos.

La luz de la divinidad se encuentran y una nueva vida nace en el río Ganges.

Agosto de MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora