KakaIru| Primeros malestares

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Advertencias:

●Canon-ninjaverse. ●Intento de humor.


Comenzaron con repentinos mareos. Lo cual Iruka no consideraba raro; a veces se mantenía en vela para poder terminar de calificar las tareas de sus alumnos.

Eso y las constantes noches traviesas con Kakashi que lo mantenía despierto hasta muy tarde durante la madrugada.

Después siguieron su repugno por las comidas grasosas y olores fuertes como el perfume de Gai.

Y finalmente por constantes idas al sanitario; donde cada mañana se mantenía pegado al inodoro mientras devolvía cada almuerzo.

—¿Te sientes bien, Iru'?— Kakashi se asomó por el marco de la puerta, confundido.

—¡¿Tú que crees, idiota?!

—Ah, bueno...

Kakashi dio un paso atrás, retrocediendo y se mantuvo al margen.

Estaba asustado, Iruka rara vez le alzaba tan feo la voz y lo llamaba idiota tan bruscamente.

Sus peleas eran algo intensas últimamente. A Kakashi no le gusta el tema de no amarlo.

Ver a Iruka estresado y molesto por pequeñas cosas hacían temer una separación.

Era confuso. Primero peleaban y minutos después Iruka ya estaba mejor, ridículamente feliz de verlo.

Iruka siempre fue emotivo, lloraba cuando lo necesitaba, reía sin parar, el clima era incluso suficiente para sellar un día.

Comenzaba a sentirse incómodo y nervioso. 

En otro momento le hubiera dado igual, no es que fuera diferente a otros días, pues Iruka era algo apasionado, pero viéndolo tan enfermo e inestable lo mantenía con los pelos de punta y más alerta que en sus propias misiones.

Si los extraños síntomas de Iruka no se detenían de verdad que empezaría a pensar demasiado de nuevo como la noche anterior.

Y esos pensamientos no lo llevaba a una buena respuesta o una solución.

Kakashi iba a quitarse la mascarilla de ser necesario, de abandonar por largo tiempo sus libros eróticos en un estante, de usar sus sabuesos como carnada o carne de cañón contra Iruka, pero iba a llevarlo a rastras a un doctor para que por fin sus malestares se detuvieran por completo.

Angustiado rápidamente se preparó para salir e ir tras de una mujer que sabía podía ayudarlos.

—Kakashi, que sorpresa verte por aquí.

Él asintió, dejando una botella de sake en la mesa.

Tsunade levantó la ceja, curiosa. Un soborno de esa calidad tenía ahora toda su atención.

—Iruka a estado muy raro.

Ella oculto la botella debajo de la mesa.

Reunidos en un bar, parecía que por fin se ponía algo interesante su invitación.

—¿Qué es?

—Bueno... hoy me gritó muy feo.

—Si lo que quieres es que sea tu consejera y resuelva tus problemas maritales olvídalo.

No podía creer que había confiado en el juicio del pervertido maestro adicto a la pornografia. Tsunade iba a escapar de Kakashi y volver a su papeleo.

—Me iré justo ahora...

—Tiene mareos constantes. También a estado con náuseas cada mañana y, no olvidar su mal genio —dijo con perezosa angustia mientras se derretía contra la silla y apoyaban la cara contra la mesa—. ¡Él me odia, quizás ya no le gusto!

Tsunade volvió a su asiento, cada vez más interesada al escuchar su parloteo. Con cada nuevo síntoma, Tsunade formaba un cuadro clínico.

Ella suspira y se masajea la sien con fuerza, si era lo que creía que era entonces ya tenía algo de experiencia y otro "particular" trabajo de heroína.

—Kakashi.

—¿Sí?

—Trae mañana a Iruka al hospital.

—¿Eh, qué, porqué razón?

—¡Sólo traelo!— golpeando la mesa con un puño Tsunade comenzó a beber.

Sospechaba que pasaría mucho tiempo sin dormir, y sin una gota de alcohol, así que había que aprovechar.

Agosto de MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora