Ruukyo| Cambios fisicos/Estrías

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Fandom: DR. STONE.

Personajes: Ryusui Nanami y Ukyo Saionji.

Advertencias: ●Post-final. ●Canonverse. ●Ligero smutt. ●Mención de baja autoestima.


Continuaba mirándose al espejo, constantemente.

Empezaba a creer que había algo extraño en su cuerpo.

Ah, allí estaban.

Esas pequeñas fisuras en sus caderas y trasero.

Líneas blancas y de distintos tamaños, pequeñas para los demás, pero perceptibles para él.

Sus caderas, que eran masculinas hasta hace poco, se volvieron grandes y curvas.

Continuaba ganando peso en el trasero, ya no le quedaban ninguno de sus pantalones; ni deportivos ni formales.

Sus muslos ahora eran gruesos y parecía que su pecho crecía ciertos milímetros y cada vez más sus pezones se hinchaban; ahora se parecían a los de una chica.

Ukyo no se sentía atractivo.

Sabía la razón, pero era divertido mirar.

Percatarse de esas cosas era cuestión de tiempo.

—¿Ukyo?

Rápidamente se bajo la sudadera y se dio la vuelta, encontrándose en el marco de la puerta a Ryusui.

Todavía con esa encantadora sonrisa suya, aquel carisma se había agrietado un poco al verlo.

Ah, debía verse... feo.

Nada estético o agradable.

No quedaba rastros de lo que fue alguna vez: del hombre del que Ryusui se había enamorado años atrás.

—Ryusui yo...

—Ukyo— él mantenía esa parte tan encantadora de la que se enamoró—. Te ves precioso.

Tomándolo en brazos y besando su frente, Ukyo quería creer que era así, pero las constantes inseguridades ya habían echado raíces.


Ryusui todavía no podía creer que Ukyo lo haya elegido, pero todo se debe a su esfuerzo y dedicación; cada frase acaramelada y cada acción llena de esperanzas.

—¡Lo quiero todo de ti, Ukyo!

Porque nadie lo amaba, no podría hacerlo, más que él.

Sus bochornosos besos y sus constantes abrazos cargados de afecto siempre lo sonrojan.

—¡Te quiero, te deseo, te amo, Ukyo!

Ukyo. Ukyo. Ukyo.

Todo mundo solo escuchaba tal nombre del hombre más rico del mundo.

Halagada la belleza de su amante. Hasta quedarse afónico.

—Que te digo que te controles un poco, Ryusui...— oculto por el cuerpo de ese hombre codicioso y siendo besado hasta quedarse sin aire Ukyo solo se limitaba a gemir—. ¡Ah, oye!

Apartó de un manotazo las manos calientes de Ryusui, que traviesas deseaban colarse por su ropa interior para llegar a su trasero.

Estaba acostumbrado al movimiento constante de los barcos, no al inestable ánimo de Ryusui, no del todo.

—¡Ja, ja, ja! ¿Porqué huyes de mi amor, querido?

—Justo por eso.

Por qué Ryusui mantenía incómodos y avergonzados a cada tripulante cada vez que los encontraban en una situación comprometedora en alguna superficie posible.

Ryusui borró su gran sonrisa y lo miró con un tenue rastro de preocupación.

—¿Qué es lo que sucede, Ukyo? Has estado extraño esta última semana.

Apartando la mirada Ukyo había sido descubierto.

Ryusui era naturalmente entrometido, pero si seguí así terminaría por sacarle el mismo sus palabras; y no de la forma en que le gustaría.

—Ukyo...— Ryusui sujetó sus regordetas mejillas, apretandolos entre sus grandes manos. Ukyo era adorable, como un hamster gruñón—. Ukyo, cariño... dime que es lo que te preocupa.

Él estaba allí para Ukyo, sin importar que problema fuera lo resolverian juntos. Eran una pareja, una muy comunicativa y eso debería seguir así.

Con los mofletes rosas y abultadas, Ukyo no tenía más remedio que ceder.

—Umm... yo, Ryusui, ¿todavía te gusto?

Él frunció las cejas, confundido ante su extraña pregunta.

—¡Por supuesto, me gustas y mucho!

Si era eso, Ryusui se aseguraría de decirlo cada vez más seguido que antes, así Ukyo no dudaría de lo duro y caliente que lo ponía.

Justo cómo ahora.

—Eres tan sexy y adorable, tan caliente... ¡Tan lindo y apasionado! ¡Maravilloso!

Con cada palabra Ukyo se avergonzaba cada vez más y la molesta vocecita en su cabeza se perdía. 

Iba a llorar si Ryusui continuaba hablando con esa voz tan escandalosa.

—¿De verdad? ¿Lo dices en serio?

Al ver las gotas de lágrimas que se acumulaban en los ojos de su amante Ryusui las aparta con el pulgar con una sonrisa cariñosa.

Ukyo se mantenía acurrucado en sus manos.

Lo comprendía: al verlo mirarse constantemente en el espejo Gen le había advertido de aquello.

Él también lo sabía, al menor cambio, era probable que una persona enamorada comenzará a deshacerse en inseguridades sobre su físico. No deseaba verse mal y cuidaba más de su apariencia, pensando que por esa única razón eran amados.

Era realmente especial teniendo en cuenta que Ukyo estaba pasando por un momento crucial en su vida.

Ukyo estaba inseguro de su cuerpo, comenzando a evitarlo cuando quería ver su estómago que se hichaba, los dias de sexo o cuando deseaba relajarse con él en la picina. 

No debería privarlo de eso.

Lo quería todo de Ukyo: su alma, su felicidad, su vida, su cuerpo. Absolutamente todo. Y no iba a detenerse nunca hasta conseguirlo.

Ukyo continúa mirándolo, con los ojos brillantes y un puchero en los labios.

Ryusui amaba todo de él, al más mínimo detalle.

—Me gustas aún más ahora, Ukyo— porque en su vientre se encontraba su heredera.

—Ryusui...

Acercando sus bocas ambos se ensucian con su pasión. Húmedo, cálido y duradero, sus lenguas jugaban y se enredan.

Con una gran sonrisa y Ukyo deshaciéndose entre su cuerpo Ryusui metió sus juguetonas manos al pantalón ajustado de su pareja; agarrando con firmeza las dos masitas de carne suaves que revotaban entre sus dedos.

—Ah, Ryusui, Ryusui... más.

Eso es lo que haría, le demostraría justo aquí y ahora lo mucho que Ukyo lo ponía cachondo.

Lo encantador que se veía con el vientre lleno de bebés y sollozando de placer.

Y no le importaba si tenía uno o dos mirones observando y escuchando como partía en dos a su querido Ukyo.

¡El verdadero amor debe ser compartido!



Agosto de MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora