Agosto de Mpreg

Patonejo| Habitación del bebé

Fandom: Saint Seiya.

Personajes: Hyoga Cignus y Shun Andromeda.

Advertencias: ●Canonverse. ●Spoilers (Final de Nex Dimension). ●Post-Final.

Ninguno de los dos sabía cómo cuidar un bebé. Ambos eran huérfanos.

Pero Hyoga conocía lo que era el cuidado y amor de una madre.

Tenía recuerdos algo fugaces de su niñez, pero eran suficientes para saber que hacer a continuación.

Había comprado con sus ahorros, luego de extenuantes horas de trabajos en las bahías pesqueras, una pequeña propiedad cerca del trabajo de Shun.

Con esfuerzo construyó su hogar; de piedras resistentes y maderos de alta calidad.

No era tan robusta como la que tenía en Siberia pero era adecuada para el clima en Japón.

Con ayuda de Shun el lugar había cobrado vida: ahora tenían un pequeño huerto atrás y un jardín en la parte delantera.

Mirando desde afuera su hogar Hyoga tenía un nuevo proyecto.

Siempre había dejado una habitación extra en la casa, muy aparte de la de los invitados y el almacén, ahora podía darle una utilidad.

Mirando la habitación vacía de cuatro metros Hyoga se encargaría de que fuera un sitio adecuado para el nuevo miembro de su familia.

—Estoy en casa —Shun no recibió respuesta—. ¿Hyoga?

—¡Por aquí!

Siguiendo el rastro de la voz Shun llegó a la parte trasera de la segunda planta.

Asomándose encontró a su esposo armando una cuna.

—¿Preparando la habitación de bebé sin mi?

Hyoga por fin se dio la vuelta, se acercó a él y dejó un beso en su frente. Se inclinó para darle la bienvenida a su hija, Natassia, oculta por la capa de ropa que le impedía verla.

Shun había sido bendecido por alguna diosa misericordiosa para poder llevar en su vientre algo tan maravilloso como una vida, de eso estaba seguro Hyoga.

Hyoga a veces tenía la impresión de que una anterior vida debió ser un hombre con una vida extraordinaria como para ser bendecido con una nueva oportunidad y ser feliz.

Conocer a Shun es viajar hacia las estrellas y recorrer el cosmos en su mirada.

Desde el primer día supo con certeza que había algo especial en él. Y no se equivocó.

Fue una agradable sorpresa para ellos, aún más para alguien como Shun, quién era doctor y jamás había notado algo fuera de lo común en su propio cuerpo.

—No quería molestarte y que te esforzaras de más, eres algo testarudo.

—Hyogaaa... —dijo con un puchero—. Estas siendo malo.

—Shun, estas cerca de dar a luz. Puede ser peligroso.

—¡Que sobreprotector eres, Hyoga! No es asi, falta un poco más. ¡Al menos déjame ayudarte a colocar esos pesados y peligrosos peluches en los estantes!

Sin esperar una respuesta Shun ya estaba tomando la montaña de juguetes para acomodarlos.

Hyoga lo veía desde su lugar concentrarse en colocar de manera perfecta y armoniosa a dos felpudos ositos y una particular pareja compuesta por un cisne y un conejito rosa.

Su esposo era realmente adorable y gentil. Tan encantador y brillate cómo una estrella en el firmamento.

—¡Ah, ahora vamos por esa cuna!

—De ninguna manera, ¡Shun!

Ikki, su cuñado, lo mataría si se enteraba.