Capítulo 3.

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(𝐄𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐞𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨𝐬 𝐧𝐞𝐮𝐦𝐨𝐥𝐨́𝐠𝐢𝐜𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐦𝐢𝐥𝐚𝐫𝐞𝐬 𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐝𝐫𝐨𝐠𝐚).

Enamorarse es muy parecido a tomar una dosis de cocaína, ya que ambas experiencias afectan al cerebro de manera similar y desencadenan una sensación similar de euforia.

𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘
Después de que Nam haya finalizado con el recorrido a mí no me quedó otra cosa que hacer, con confianza me dirigí al piso correspondiente y fui directo a mi nueva oficina. No podía creer que después de tanto tiempo, podíá estar en un lugar de forma segura.

Sonreí y con confianza me moví hasta que estuve sentada en mi silla, sabía que lo tenía que hacer, Nam me lo había explicado detalladamente. Pero la pila de papeles que se encontraban en mi escritorio no eran ni medio normales.

¿En serio quería que terminara eso en un sólo día?

Y no sólo eso, sino que también hablara italiano. Sí, puede que sepa un poco, pero ni siquiera se tomó el descanso de preguntarme.

Se ve que es una mujer soberbia, e incluso algo terca, pero podré tratar con ella.

Sabía a lo que me atenía aceptando este trabajo; sabía por los periódicos que Freen Sarocha no era para nada una persona dócil, pero no me importaba correr con aquel riesgo, lo tomaba cómo un desafío para mí misma.

Así que encendí la computadora y abrí la carpeta, en donde se me dan las intrucciones. Cabe decir que habían demasiados trabajos sin hacer, y yo no tenía tiempo para terminar todo eso en un sólo día.

Antes de que pudiera siquiera empezar a ordenarlo todo, el teléfono sonó.

Lo llevé a mi oreja, contestando de inmediato.

—Buenas tardes, hab...

Ni siquiera pude terminar, por la voz de la Señorita Sarocha, me había interrumpido drásticamente.

—Sí, sé quien habla. ¿Dónde está mi café, Señorita Armstrong? Debió estar aquí hace más de una hora —comunicó en un tono de voz muy tosco.

—Lo siento, ah...

—Ahórrese sus disculpas y tráigame mi café, lo espero.

—Sí... —y colgó. Me quedé con la boca abierta y la mirada en el teléfono—. Estás son pruebas que me manda Dios.

Me levanté y fui en busca de su café a la cafetería, tal y como ella lo pidió, o más bien, cómo Nam y ella me dijeron que le gustaba. Caminé a un paso rapido para evitar más problemas. La empresa era enorme, tenía espacios amplios, y todavía no entendía como Freen podía mantener todo el orden.

Era algo de admirar.

Toqué dos veces cuando estuve frente a su puerta, escuché un "Pase". Cuando entré, un soplo de un buen perfume y un ambiente bastante limpió me golpeo. El piso estaba brillante, un gran escritorio decoraba la gran oficina, las ventanas eran de piso a techo, los muebles grises decoraban y contrastaban perfectamente con las paredes.

El abanicó que colgaba perfectamente del techo le daba un toque, y en el fondo a la derecha había una puerta la cual parecía dar a... ¿otra habitación? No lo sabía con exactitud. Pero no podía esperar menos, Freen se ve que es una mujer extravagante de buenos gustos.

<<Y muy guapa>>.

Me acerqué a su escritorio y dejé el café ahí, aquella ni siquiera se tomó el tiempo de desviar la mirada hacia mí.

Corazón de robot // freenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora