Final.

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𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘

𝐓𝐑𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐒𝐄𝐒 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔𝐄́𝐒

—Bec, ¿estás segura de que esos mareos y vómitos son normales?, o sea, hay que ir a checarte y...

—Es normal, Chankimha —dije, restándole importancia.

Me coloqué de pie y fui directamente a lavarme los dientes, mientras Freen me miraba desde atrás, con los brazos cruzados. Ella sentía desagrado por eso, y es que últimamente me he estado sintiendo algo mal, sin razón alguna... y no, no estoy embarazada. En realidad, ni siquiera hemos hablado de bebés. Y a este paso, creo que nunca lo haremos.

Me giré, apoyándome en el lavamanos.

—Bec...

—Te dije que no quiero ir.

—¡Y yo te dije que vas a ir! —vociferó—. Joder, Becky, me comentaste que todavía tenías que ir a citas frecuentes por lo de tu operación, no me salgas con que estás sana.

La fulminé con la mirada, —Pensé que las peleas se habían acabado, Chankimha —increpé—. Joder, estoy bien, estoy sana, ¿qué no me ves?

—¡Basta de creerte Dios!

—Te recuerdo que eso te creías tú, no yo —ataqué.

Aquella retrocedió un paso, —Creí que al estar yendo a la terapia de pareja, esto se resolvería, creí que no tendríamos que pelear y sacar en cara el pasado; pero no maduras, Armstrong.

—Jódete—salí del baño hacia la habitación, y me senté en la cama, todavía algo mareada.

Freen me siguió, —¡No dejes las conversaciones a medias!

—Déjame en paz —resoplé.

Lo cierto es que tenía miedo.

Tenía miedo de volver atrás, de que esos síntomas se repitieran; de perderme de todo. De dejar a Freen sola.

Tenía mucho miedo, y es que, aunque no lo quiera admitir, ahora entiendo su precaución de antes, aunque nunca la justificaría. Siento vértigo.

De esas caídas libres que no sabes a dónde huir; y ese era mi mayor temor. Abandonar a Freen.

Dejarla sufriendo, y es que no sé con exactitud lo que tengo.

—Joder —mascullé. Enterré mi cara entre mis manos.

Sentí los pasos de Freen. Levanté la cabeza y allí estaba ella, de rodillas, poniendo sus manos sobre las mías.

Dejó un beso en mis nudillos, y suspiró.

Freen ha cambiado tanto, creo que en un inicio no lo vi. Pero ahora, conviviendo con ella, siento paz. Cómo si la Freen del pasado no hubiera existido nunca.

Era otra, una muy diferente y mejorada, donde me acostaba en sus pechos en la noche, donde me abrazaba con ella, donde hacía el amor y me sentía protegida.

Teníamos nuestros departamentos, pero de vez en cuando ella se quedaba conmigo o yo con ella, y todo iba bien, eso hasta que se dio cuenta de lo mucho que vomitaba. De que estaba adelgazando más de lo normal y que no quería comer... otra vez.

—Becky... sé que tienes miedo —suspiró y me miró a los ojos—. Te quiero. Y te acompañaré siempre, vamos al médico, por favor. Te lo ruego.

Fruncí los labios y los ojos se me cristalizaron al ver cómo me entendía, como estaba a mi lado, y no es que me conformé con eso, pero joder, amaba tanto cuando se ponía en esa faseta.

Corazón de robot // freenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora