Capítulo 30.

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                          𝐌𝐀𝐑𝐀𝐓𝐎́𝐍 𝟒/𝟔

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐚𝐜𝐭𝐮𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐧 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐨 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬
𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐚𝐜𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐝𝐚𝐭𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐫𝐢𝐨𝐬𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐲𝐞𝐥 𝟔𝟎% 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐜𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐡𝐚𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐝𝐞𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝. 𝐀 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐪𝐮 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝟒𝟎% 𝐥𝐨 𝐡𝐚 𝐚𝐝𝐦𝐢𝐭𝐢𝐝𝐨.

                                      𝐅𝐀𝐘
Justo cuando estaba despidiendo a Nam en la entrada, el timbre volvió a sonar. Corrí a la puerta creyendo que se le había olvidado algo, pero no fue a ella precisamente a quien encontré.

Apreté la mandibula, —¿Qué haces aquí, May?

Esta sonriendo, y tenía una mirada retraída, como si tuviera miedo de mi reacción. Y aunque no era la persona más buena del mundo, no pude cerrarle la puerta en la cara; aunque ganas no me faltaban.

—Terminé de subir porque vi a Nam salir. Así que me dije a mi misma que tenía que hablar contigo. ¿Me dejas pasar? —lo pensé. No quería provocar un problema, no quería que las cosas empeoraran y todo se fuera por la borda, ese no era mi plan, pero era mejor tener al enemigo cerca. Me hice a un lado y la dejé entrar—. Gracias.

—No me agradezcas —cerré la puerta—. Lo hice por pura cortesía. No porque te quisiera en mi casa —solté en un tono frío.

—Quisiera que dejaras de actuar así conmigo, Amor —repudiaba el tono en el que me lo decía.

—No, no empieces May, porque no me va a importar echarte de una patada. No soy tu amor.

—¿Dormiste con ella?

—Eso a ti no te importa. Es mi vida —dije en un tono indiferente—. ¿Algo más que quieras saber?

Dejó su cartera a un lado, —No lo entiendo. Me dejaste por irte detrás de esa...

—Esa como tú la llamas, es mi novia. Es Nam Orntara y es la mujer que yo deseo y la cual me vuelve loca. Y por cierto, esta también es su casa, así que la respetas —espeté.

—Eres tan patética, esa niñata te volvió una imbécil, Fay.

—Puede ser —sonreí—. Pero me gusta.

Su rostro cambió, se volvió más oscuro. Mucho más frívolo, ahí estaba saliendo la verdadera May, la que por tanto tiempo me manipuló.

—¡Yo soy tu mujer, yo soy la que debe estar contigo, no ella!

—Mi mujer es Nam, la que yo amo, no tú. ¿Me entiendes?, bájate de esa nube, no eres nadie y nunca lo serás. En su momento me hiciste bien, claro, en su momento, ya después nuestra relación se volvió tóxica, perjudiciosa, date cuenta, May. No dábamos más.

—¿Por qué la elegiste a ella? Estoy yo, Riezz. Nos podemos ir, visitar muchas partes del mundo —estaba histérica.

—No puedo irme, May, no puedo.

—Pero si lo habíamos planeado. Tú y yo, en nuestra cama, Fay.

Momentos que no quería recordar. Tomé una fuerte respiración.

—Ya lo sé —acepté poco dispuesta—. Pero todo cambió, May —caminé por la sala del departamento—. Y te lo estoy tratando de decir hacer mucho rato, ya no hallo forma...

Corazón de robot // freenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora