Capítulo 35.

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𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐥𝐨𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐦𝐚́𝐱𝐢𝐦𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐯𝐢𝐚𝐣𝐚𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐬𝐞𝐧𝐬𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐞𝐫𝐨́𝐭𝐢𝐜𝐚𝐬, 𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐯𝐞́𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐢𝐞𝐥 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐞𝐥 𝐜𝐞𝐫𝐞𝐛𝐫𝐨, 𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝟐𝟑𝟎 𝐤𝐢𝐥𝐨́𝐦𝐞𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐡𝐨𝐫𝐚.

𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘
—¿Cómo que no somos hermanas? Si Marco dijo... —Freen me calló.

—Mira —me tendió un papel—. Léelo. No somos hermanas, Becky. Nos mintió, sólo para separarnos.

Con detenimiento leí lo que decía aquel papel. Y era cierto, todo era cierto y sentí un alivio en mis hombros, era un peso menos; esa cruz tan pesada de un momento a otro se alivianó, ya no era un problema.

Dejé aquel papel sobre la mesa y me quedé pensando. En todo lo que hubieramos evitado si nos hubiésemos hecho aquella prueba de ADN antes. Pero Marco es tan mezquino que se atrevió a burlarse de esa manera.

Nos vio la cara de idiotas, buscando separar a dos personas que no le han hecho daño a nadie, no han hecho más sino quererse -muy mal al principio- pero al fin y al cabo, quererse. Y si estuviera aquí, lo insultaría, porque tenía una furia dentro de mí que tenía que ser sacada.

Me enojaba como habían tantas personas infelices que querían lo mismo para los demás, como si su vida no estuviera lo suficientemente jodida, y quisiera buscar joder la de alguien más.

Me enervaba la sangre aquello. Freen no dijo nada, esperó pacientemente que yo pensara las cosas, que el remolino de mi cabeza tomara calma y que mi respiración se regulara.

—¿Por qué lo hizo? No lo entiendo, ¿tanto le molesta ver a su hija con alguien? —me eche el pelo hacia atrás.

—Él es así, Becky —se vio reflejada la molestia en los ojos de Freen—Un hombre egoísta, malévolo. Le gusta que todo se haga a sus anchas, mi familia no es nada fácil, por eso no quiero que te mezcles por esos lados.

—No lo haré —me puse de pie—. No me interesa, lo siento, pero tu familia me da asco —escupí. Pero Freen no se vio inmutada por mis palabras—. ¿Qué haremos ahora?

Dio un paso adelante, —Es hora de que me digas que sí, que lo haremos, que la cama sonará con nosotras dos.

—Freen, esto no —me rodeó con sus brazos, pegandome a su cuerpo y robándome un gemido ahogado—. Freen, espera...

—He esperado demasiado, tu cuerpo... este me habla. Lo quieres —susurró.

Me apretó más contra su cuerpo. El mío tomó su propio destino, y era ser solo de Freen esta noche. Y si me permitía, todas las otras.

—Y no Becky, no me vengas con la estupidez que lo haremos hoy y lo olvidaremos mañana, porque mañana te tomaré de la misma manera con la misma fuerza para que no lo olvides —tomó un puñado de mi cabello con su mano libre sólo para que la mirada a los ojos y notara lo dilatadas que estaban sus pupilas. Sentía mis mejillar arder, pero no era de la vergüenza.

—Ni siquiera hemos hablado.

—Tenemos meses hablando, ¿no crees que es hora de las palabras sobren y nuestros gemidos hablen por nosotras? —tragué en seco—. Quiero sentir lo húmeda que estás, lo mojada, quiero sentirte mía, Becky.

—Mmmh... —no fue escapado, fue provocado por mí, porque Freen empezó a empujarme hacia la mesa, hasta que mi culo estuvo apretujado contra la madera—. Freen...

—He tenido fantasías con este momento desde que te conocí. Quise miles de veces tocarte y tomarte Becky pero jamás de manera tierna.

Las manos de Freen se sentían firmes en mi piel, y me resultaba tan excitante el como unos pequeños jadeos se escapaban de sus labios. No eran sencillos y me empecé a preguntar como se sentiría su lengua ahí, en mi sexo, y sus dedos entrando y saliendo con rapidez mientras gimo y jadeo en su oído. Quise cerrar mis piernas para sentir algo más de placer pero Freen estaba entre ellas, impidiéndomelo.

Corazón de robot // freenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora