Capítulo 38.

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𝐒𝐞𝐠𝐮́𝐧 𝐥𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚, 𝐞𝐥 𝐬𝐮𝐝𝐨𝐫 𝐬𝐞 𝐡𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐢𝐧𝐠𝐫𝐞𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐚
𝐩𝐞𝐫𝐟𝐮𝐦𝐞𝐬 𝐲 𝐟𝐢𝐥𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫.

𝐅𝐑𝐄𝐄𝐍
Estar con Becky siempre iba a hacer la primera y ultima cosa más maravillosa de toda la vida. Su mirada, sus labios, y por supuesto su pelo. O su manera de hablar. Ella era una persona adictiva, mirarla no era suficiente.

Le sonreía mientras esta se terminaba de vestir. Su cabello estaba algo desordenado, sus labios hinchados y su respiración seguía buscando calmarse. Esa mujer había bajado del mismísimo cielo.

—¿Por qué me miras tanto? —se pasó las manos por el pelo—. Quita esa maldita sonrisa.

—Déjame admirarte, Bec. Por lo menos esta vez —me acerqué a ella y rodee con mis brazos—. Hermosa, eres preciosa y me encantas.

No me cansaría de repetírselo y lo haría cuantas veces fuera necesario. Cada minuto con Becky era un año de vida para mí, su manera de ser me encantaba. Sus mechones castaños le daban ese toque a su cara; toda ella era perfecta.

—Abre la puerta, seguro tienes compromisos —fue corriendo a abrir la puerta para volver hacia Becky. Ella se iba a salir de entre mis brazos, pero no se lo permite.

—Dime el momento en el que empecé a verte con estos ojos —sonreí—. No sé como pero te metiste dentro de mí, Armstrong.

—¿De qué hablamos? —solté una carcajada—. Pues pasó y ya, al principio eras una robot...

—No, no, tenía un corazón de robot. Ahora soy un pequeño oso, que lo unico que quiere es robarle muchos besitos a la señorita que esta frente a mí.

—El amor te vuelve imbécil —ambas miramos a la puerta, ahí estaban Fay y Nam—. ¿Se puede saber por qué tardaron tanto? ¿Y por qué huele a sexo? —preguntó Nam.

—Ay, cállense. Que seguro Fay habla como bebé cuando está contigo, Nam —dije.

—Eso es mentira, yo jamás...

—Sí lo haces —aceptó Nam.

Me reí, —¿Viste? No puedes hablar de mí, Riezz.

—¿Qué eres mío, Nam? ¿Mi enemiga? Dímelo desde ahora.

Tanto Becky como yo reímos. Todo parecía tan perfecto, yo no quería que nada dañara este ambiente, era lindo. Pero esa felicidad no duró mucho, porque mi celular sonó, y era una llamada del hospital.

Miré a Fay la cual hizo un movimiento con la cabeza. Me aclaré la garganta y forcé una sonrisa.

—Bueno, yo me tengo que retirar —me acerco a Becky y le dejo un beso en los labios—. Quiero que vayas a mi casa, tengo algo que mostrarte. Te voy a mandar la dirección luego.

—Me parece bien, hoy iré a ver a mi madre, tengo que firmar unos papeles para su operación.

—Todo saldrá bien, me llamas cualquier cosa. Cuídate, adiós.

—Adiós. Tú igual.

—Fay acompáñame —le hice un ademán con la cabeza hacia fuera.

—¿Qué? Pero..

La tomé del brazo, —Que vengas te digo. Me la llevaré un rato, Nam.

Cuando salimos, de inmediato le enseñé la llamada.

Corazón de robot // freenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora