Corazón de robot // freenbecky

Capítulo 36.

𝐄𝐥 𝟏% 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐫 𝐚𝐥 𝐨𝐫𝐠𝐚𝐬𝐦𝐨 𝐬𝐨́𝐥𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐱𝐜𝐢𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬.

𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘
—Mi sueño siempre estuvo en los grandes escenarios, esas personas llamando tu nombre —sonreí—. Me gusta eso, pero también me gustaría vivirlo porque es lo que me encanta, lo que me lleva al límite.

Freen jugaba con mi mano. Estábamos acostadas en la cama, ya con algo de ropa, era muy temprano de la mañana. solo dormimos como tres o dos horas, pero no me arrepiento de nada. Me encantaba estar así con ella.

Si habían silencios eran cómodos, silencios gratificantes. Su mano adornaba la mía y se acomplaba de una manera única y especial, haciendome sentir muchas mariposas y un cosquilleó por toda mi piel.

Estaba con la cabeza en su estómago, era comodo, todo en ella era comodo. Su respiración, su sonrisa, su manera de mirarme. No sé como pude perderme de esto por tanto tiempo.

—Hazlo.

—¿Qué?

—Que lo hagas, Becky. No lo intentes, ve hacia ello de frente, estoy aquí, te estoy apoyando, tienes una voz maravillosa, una voz que más de una vez erizó los vellos de mi piel. Tienes talento —se llevó mi mano a sus labios y besó con fuerza—. Eres espectacular, mujer.

—No es tan fácil Freen, ¿quién quiere ayudarme si no tengo nada? Tendré que esperar...

—Yo tengo contactos —giré mi cabeza para mirarla—. Puedo llamarlos, te escucharan y no tengo ni la menor de las dudas que apostaran por ti.

—No quiero que todo dependa de ti.

—Es que no todo va a depender de mí, Becky. Tú eres la que tiene la voz, yo solo pondré los minutos para la llamada, pero nada más. Tú eres la del talento —dijo con serenidad—. No me rechaces esa ayuda, Becky.

—Déjame pensarlo, Freen. No estoy completamente segura —inflé mis mejillas.

—Está bien, te dejaré pensarlo, mi pequeña Bec —sonreí mordiéndome el labio inferior—. ¿Y tú?

—¿Qué?

—¿Cuál es tu sueño? Nunca me lo has dejado claro, nunca hemos hablado de eso —me di la vuelta, apoyé mis codos de la cama para tener una mejor vista de Freen, poniéndome boca abajo. Los labios de ella, estaban fruncidos—. ¿Te cuesta hablarlo?

—Mi sueño es irme... a otro país, hacer mi vida otra vez, poner una escuela de baile y hacer lo que me gusta. Me gusta enseñar —vi ese brillo que aparece en los ojos cuando hablas de algo que te gusta, ella sonreía sin siquiera darse cuenta, era hermoso—. Quiero un hogar pequeño, con un bonito jardín, algo mío.

—¿No sientes que tu vida sea tuya o cómo?

—No, siempre fue de mi padre, Becky. Tomaba las decisiones sobre mi vida, mandaba sobre ella como si fuera suya; no me interesa vivir más así —con sus dedos, acarició mi rostro y sonrió—. No quiero pedir mucho pero... lo quiero contigo.

—Hay que irnos levantando para ir a trabajar, te recuerdo que tendremos mucho que hacer el día de hoy —antes de que me pudiese parar de la cama, Freen me tomó de la cintura y me subió sobre ella—. Freen... no, espera...

—Chisss... déjame quererte, Armstrong. Ya luego nos vamos —besó con delicadeza y amorosidad mis labios—. Dios, te has convertido en tanto, tu olor me vuelve loca.

Enterró su cara en mi cuello y dejó besos pequeños ahí.

—Espera, demonios un baño, se está haciendo tarde, y ya hemos hecho el amor lo suficiente —Freen sonrió mientras negaba.