Someplace

29

—¿Que?...

Se separó de él mirando lo asombrada, su voz suave y torpe, lentamente sus lágrimas iban apareciendo sintiendo como el nudo en su garganta crecía con cada segundo que pasaba.

—¿D-.... Q-que...que acabas de decir?

Jungkook sintió su corazón romperse más, JungMi no podía creerlo.

—Te recuerdo... recuerdo todo.

Hablo mientras se acercaba a ella acunando su rostro y con sus pulgares retiraba las lágrimas que caían por sus mejillas.

—Te recuerdo mi amor...desde nuestro primer encuentro hasta el último día que estuvimos juntos...e incluso todo el dolor que sufriste por culpa de mi madre.

Ella sin dudar se aferró a él escondiendo su rostro en su pecho mientras lloraba libremente sintiendo está vez que su mundo volvía a tener significado, que podía ser feliz de nuevo y que nunca más estaría sola.

—Te extrañé tanto... Jungkook.

Dijo su nombre temerosa a qué fuera un sueño y al despertar se encontrará entre lágrimas y un vacío enorme en su interior.

Pero con cada latido de su acelerado corazón y su olor rodeando la supo que era real.

—¡Espera!¿Porque estás vestido con una bata de hospital?

—Ah...

Después de un intenso regaño y una insistencia en volver JungMi, Jungkook y su pequeño hijo estaban en la habitación que le asignaron a él, escuchaban atentos al doctor y las indicaciones que necesitaba seguir antes de entrar a la revisión que tendría.

—En un momento vendrán a prepararte para entrar a la sala.

—Gracias doctor.

Aquel hombre salió dejando los solos, Jungkook mantuvo su mirada en ella en todo momento, pasaba de su rostro a sus brazos donde su pequeño dormía y volvía a subir para verla con esa mirada cansada.

—JungMi...ven aquí.

Hablo suavemente alzando su mano para que ella la tomará, la hizo sentarse en el filo de la cama y con sutileza le quitó el niño de sus brazos.

—Descansa un poco.

—Debo cuidarte.

—Apartir de hoy dejaras de cuidar a los demás...es momento de prestar atención a tu vida, me tienes ahora y cariño...quiero que duermas y poco.

—No tardarán en venir.

—Aun no amanece lo harán por la mañana, ahora ven aquí y duerme conmigo.

Ella dudó pero acepto, se recostó a su lado con su hijo en medio de ambos y cerró sus ojos dejando sus preocupaciones a un lado, al menos por esa noche.

En sus sueños ya no había anhelos, ni pesadillas solo paz en un mundo que ya conocía, en una familia que amaba y un hombre que siempre la cuidó.

Aún que sabía que al despertar tendría mucho por resolver,se centro en sentir ese calor conocido hasta que su corazón se tranquilizara por su cercanía.