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La felicidad puede ser creada apartir del amor, de la complicidad e incluso de la nostalgia. Somos seres que aquello que alguna vez amamos se vuelve un recuerdo que nos ayuda a salir con un sonrisa en nuestros rostros.

Somos una pequeña parte de lo que conocemos.

Puede ser mínimo, puede mostrarse en los peores momentos, dejar que la vida misma nos enseñe que somos, que seremos y que queremos lograr, la felicidad es algo de lo que dependemos pues solo así nos sentimos completos.

—Han pasado cinco años...cuatro de estar juntos y hoy...hoy quisiera saber si podríamos pasar la vida juntos.

En ese momento ella se sentía completa, ver al hombre que ama arrodillado con una cajita entre sus manos revelando un hermoso anillo de compromiso.

—¿Quieres casarte conmigo?

Sus sentimientos eran iguales a antes, la forma de amar y ser amado, era algo que muy pocos podían sentir.

—Claro que si.

Juntos iban contra mar y tierra solo para obtener ese final esperado, dónde ambos tenían una familia, dónde se volvían viejos juntos y morían tomados de la mano.

Kim JungMi solo soñaba con vivir siempre feliz.

Pero la vida nunca está para complacer, ella está para enseñarte a salir adelante, a ser fuerte y llorar por lo duro que puede ser.

Ese día después de tres años de matrimonio, su esposo había salido a trabajar como comúnmente, él mientras firmaba un acuerdo con otra empresa, fue vilmente arrojado al mar después de ser golpeado en la cabeza con el único objetivo de matarlo.

Días de desesperación,donde su búsqueda cada vez era menos favorable, JungMi ni siquiera podía estar en casa de la que era su suegra solo para saber que sucedía o si había alguna pista de su paradero pues aquella mujer nunca la aceptó como parte de la familia, ser maestra de primaria era una bajeza ,no había prestigió ni ganancia en ese trabajo según sus palabras, así que ella siempre estuvo en espera de alguna noticia en la televisión e incluso del amigo de su esposo pero parecían haberla olvidado hasta ese día.

Justo cuando la noche empezaba a llegar, el timbre de su casa fue tocado, corrió creyendo que podrían ser noticias buenas pero al ver a sus suegros ahí y la hermana de su esposo,supo que lo que dirían sería algo que la destrozaría.

—Él... apareció muerto.

Ese sentimiento amargo de perderlo todo, de sentirse vacía, de no tener aquello que te mantenía a flote la cubrió por completo.

—Esto es tuyo...no vuelvas a nuestra casa, no llames...ni asistas al funeral.

—¡Es mi espo...

—¡Fue mi hijo antes de ser tu esposo! Quiero despedirme de él sin tener que verte, nunca fuiste bienvenida a mi casa, y si hoy nos presentamos aquí es por qué así lo quiso mi hijo, si vuelves a aparecer te en nuestras vidas ten por seguro de que te haré la vida imposible.

Esa mujer era su suegra, la misma que amo y mimo a su hijo pero con ella solo era la persona que más rencor le guardaba.

Era así como su mano era tomada con fuerza para después entregarle el sobre que le pertenecía.

Al estar sola, ella se metía a su hogar, la hoja que estaba ahí le decía que esa casa tenía que ser devuelta a la dueña, la estaban corriendo sin poder objetar nada. Más adelante se le decía que había una cuenta que estaba a su nombre, está tenía dinero que su esposo dejo para ella, al menos sabía que no estaría en la calle pidiendo limosna.

Mientras los días pasaban ella se encargó de guardar todas sus pertenencias y las de su esposo también, se lo llevaría en recuerdos y el escaso aroma que aún guardaban sus prendas. Sin poder llorar la perdida, sin sacar ese dolor ella afrontó su nueva realidad.

Al final ella tenía que separarse de todo aquello que alguna vez la hizo feliz, era así como su amor eterno desaparecía sin dejar rastro alguno.

Jeon Jungkook quedó en sus recuerdos y dejo una marca de su existencia en ella, logrando que así pudiera seguir adelante y cuidar aquello que con amor se le fue otorgado.

SomeplaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora