Capítulo 2: Rio

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Aunque esperaba que viajar a través del bosque le daría un respiro de la tormenta, Rio descubrió que las copas de los árboles no le ofrecían mucha protección a él y a su pasajera de la lluvia, sino que más bien la esparcían en neblina. Y al utilizar su poncho para mantener a la Norma asegurada a él, los dos estaban completamente empapados. Y no sólo eso, sino que la chica inmóvil entre sus brazos había quedado reducida a un peso muerto que tenía que esforzarse por sostener.

La única cosa a su favor era que ahora estaban cubiertos por la espesura y era menos probable que los vieran. Viajar en un vehículo abierto en mitad de una tormenta ya era demasiado sospechoso, pero la imagen de una chica inconsciente y golpeada sentada en su regazo sin duda atraería atención del tipo que no le gustaría, y si llamaban a la policía, Rio no sería capaz de escapar de ellos en su estado actual. Por suerte, no se había topado con ninguna otra persona desde que recogió a la Norma, así que sólo necesitaba que su suerte aguantara un poco más.

Finalmente, giró al atravesar una arboleda agrupada, y la casa segura finalmente quedó a la vista. Su nombre código era "Retiro para Amantes", esta nada sospechosa cabaña para vacaciones era una de varias propiedades que la Network había obtenido a través de identificaciones falsas, como un medio de tráfico de Normas así como de cualquier miembro de la familia que estuviera dispuesto a acompañarlas. Era también un lugar para que un agente pudiese mantener un bajo perfil en caso de que las autoridades fueran alertadas de su presencia, ya que utilizaba su propio sistema de energía, dejándolo totalmente desconectado de la Luz de Mana. Luego de aparcar su motocicleta en frente del porche, Rio se tomó un momento para aliviarse la rigidez de sus brazos, antes de levantar a la Norma inconsciente sobre su hombro y cargarla hacia el interior de la cabaña. Una vez adentro, la llevó al dormitorio y la dejó caer en la cama mientras se llevaba las manos hacia su espalda para estirársela.

– Cielos, eres más pesada de lo que pareces. – bromeó.

Cogiendo una muda de ropa seca del armario, seguido de un cambio rápido y una desviación hacia el sótano para activar el generador, regresó con el kit de primeros auxilios de la cabaña. Ya que su paciente era una Norma, no había mucho que pudiera hacer por sí mismo. Curar a un humano ordinario con sus heridas sería muy sencillo usando Mana, pero esa no era una opción en este caso. Tendría que hacer lo que podía con lo que tenía a mano. Cogiendo una silla y colocándola junto a la cama, Rio se sentó y le aplicó una compresa fría en el ojo a la chica, cuando se dio cuenta de cómo estaba temblando.

«Esto no es bueno,» pensó. «Si no hago algo le dará neumonía antes de que despierte. Muy bien, ahora piensa. Ya has visto un millón de dramas médicos, ¿qué es lo que hacen los doctores en una situación como esta?»

Lo lógico era calentarla y secarla. Lo que significaba...

– Oh no. – murmuró. – No, no puedo hacer eso. ¡Mala idea! ¡Eso nunca termina bien sin importar cuáles sean tus intenciones! – En medio de su debate privado, la Norma comenzó a temblar todavía más, y Rio se dio cuenta que no tenía más opciones. – Sólo no te despiertes, ¿de acuerdo? – suplicó mientras empezaba a desabotonarle la blusa.

Unos minutos después, tras desnudarla y secarla con cuidado, la Norma había dejado de temblar, y ahora estaba descansando silenciosamente bajo la manta con la cual la había cubierto. Rio, entretanto, se había apoyado contra la pared con una mano en el pecho.

«No quiero volver a hacer eso nunca más,» gruñó. «Muy bien, concéntrate. Todavía tienes trabajo por hacer.»

Regresando a su silla, Rio respiró profundamente y bajó la manta apenas lo suficiente para exponer la parte superior del cuerpo de la norma. Tenía un moratón con forma de zapato justo debajo de su seno izquierdo, donde uno de los policías la había pateado, pero no parecía tener problemas para respirar, así que con suerte no estaría sangrando internamente. Aplicó una porción generosa de ungüento en el moratón, seguido de una tira de gasa para cubrir la hinchazón. Una vez que las heridas habían sido tratadas, Rio comenzó a empacar el botiquín, cuando la chica empezó a hablar.

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora