Capítulo 3: Máscaras

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Al pie del Pilar del Amanecer, los trabajadores corrían a toda prisa de aquí para allá, apurándose en terminar la construcción de la horca ordenada por el Sacro Emperador Julio en persona. A poca distancia de allí, otro grupo había empezado a levantar barricadas, focos de luz, y puestos de guardias por todo el paseo central. La noticia de la captura de la antigua princesa Angelise se había esparcido como la pólvora por toda la capital de Misurugi, y se esperaba que una enorme multitud apareciera para presenciar la ejecución, junto con todos los medios transmitiendo en vivo la limpieza que haría el Emperador Julio a su reino.

«Qué desastre,» pensaba Tusk.

Desde su escondite entre los árboles, vigilaba todo el terreno a través de sus binoculares. Toda el área alrededor del Pilar del Amanecer era un parque masivo casi tan grande como la mitad del área metropolitana principal. Muchos árboles ofrecían buena cobertura para un ataque sorpresa, pero no muchos puntos de vigilancia altos. Y también, dependiendo de cuántos policías y guardias imperiales hubiera enlistado el hermano de Ange, sería muy difícil escapar una vez que iniciara la operación.

La forma más rápida sería ir hacia el este en dirección a la playa, pero eso significaría cruzar lo que posiblemente sería el terreno más peligroso del mundo. La Fundación Amanecer en Ascenso estaba a un escupitajo de distancia del Pilar, y si ese hombre elegía involucrarse Tusk no estaba seguro de que pudiera hacer mucho al respecto. Sólo le quedaba tener la esperanza de que Embryo estuviera ocupado en otra parte, o estuviera tan absorbido en sí mismo que no se molestara en mirar cómo linchaban a una simple Norma en su patio trasero.

– Ange... – dijo en voz alta. – Espero que tú y tu sirvienta se encuentren bien.

El pensamiento de que esa chica tan hermosa y apasionada a la que había conocido estuviera encerrada como un animal salvaje lo enfurecía de una manera que no había sentido durante años. ¿Cómo podía Julio hacerle algo así a su propia hermana, sólo por ser una Norma? Pero la peor parte era que Jill le había ordenado no rescatarla hasta el último minuto. Por lo que había escuchado, Ange sería exhibida en un desfile desde el castillo todo el camino hasta la horca para ser "humillada" públicamente. No quería ni pensar qué clase de cosas habría planeado hacerle la gente de Misurugi.

«Jill, sé que quieres que Ange se fortalezca para ser capaz de pilotear a Villkiss para Libertus,» pensó. «Pero ¿de verdad esta es la forma correcta de hacerlo?»

Todavía podía recordar cuando conoció a Jill por primera vez, cuando aún era Alektra y su padre Istvan había sido elegido como el Caballero de Villkiss. Se parecía mucho a Ange en ese entonces, o al menos cuando Ange estaba de buen humor. Pero en los años después de que Libertus fracasó, Jill se había vuelto más fría y dura, como si una parte vital de sí misma le hubiese sido arrancada, y el resto de ella iba muriendo lentamente en su interior.

Echando un vistazo a su reloj, Tusk vio que tenía que volver al apartamento. Con suerte, los demás ya habrían terminado su vigilancia y podrían formar un plan de ataque. Jill podría haberle dicho que no podía actuar de inmediato como le habría gustado, pero nunca dijo nada de que tenía que hacerlo solo.

...

Ya casi era mediodía para cuando Rio terminó de hacer sus rondas por todos los sensores esparcidos por el bosque cercano. Si algo más grande que una ardilla se acercaba a la cabaña, estaría listo para mover a Hilda fuera de allí antes de que alguien pudiese emboscarlos. Sólo esperaba que quienquiera que el Comité de Control de Normas hubiera enviado tras ellos no se hubiese traído consigo un pequeño ejército.

– Knock, knock. – dijo para hacerle saber que era él. No hubo respuesta, así que abrió la puerta y la encontró tendida en el sofá, con la cabeza descansando encima de uno de los reposabrazos. Sobre la mesa en frente de ella, el desayuno que le había dejado estaba a medio terminar. – En serio deberías comer. Sé que apesto como cocinero, pero necesitas mantener tu energía.

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora