En las sombras de los callejones de Misurugi, una figura solitaria en una chaqueta con capucha se abría paso en medio del laberinto urbano. Habían transcurrido tres días desde el desastroso ataque de Julio en Arzenal, y en ese tiempo, Lizardia se había encontrado totalmente aislada. Tras el fallido asalto de su gente en Arzenal con los Ryuu-shin-ki, Lizardia recibió órdenes de esperar hasta que los falsos humanos revelasen su respuesta. Sin embargo, los eventos ocurrieron a un ritmo mucho más rápido de lo que ella se anticipó, y para cuando volvió a Misurugi, Embryo ya había asegurado el palacio. Por lo poco que pudo reunir, había decidido residir en el Palacio Imperial reclamando la custodia de la hermana menor de Julio, Sylvia. Y si ese era el caso, significaba que ya había descubierto lo que la niña había descubierto sobre Lizardia la noche que se metió a la habitación de Julio durante uno de sus encuentros sexuales. Lizardia sabía que tenía que haberla silenciado, pero el pensamiento de matar a una niña, aunque fuese una de sus enemigos más odiados, le dejaba un mal sabor de boca. Así que simplemente envenenó a la niña lo suficiente para dejarla en coma hasta que hubiese cumplido su misión.
Desde una esquina, Lizardia echó un vistazo al Pilar del Amanecer mientras se alzaba contra el cielo nocturno. Era muy arriesgado acercarse tanto al Palacio Imperial, pero tenía que intentar contactar a sus camaradas. Una vez que el camino estuvo libre, Lizardia atravesó la carretera y desapareció en la cobertura de los Jardines del Amanecer. Aunque si hubiese mirado arriba, se habría percatado del hombre de negro que la espiaba desde una azotea.
– La rata finalmente asomó su cabeza. – transmitió Dark. – Muévanse para interceptar.
...
Cuando Hilda despertó, lo primero que notó fue que su futón se sentía vacío.
– ¿Rio? – dijo con voz quejumbrosa mientras se frotaba los ojos.
– Por aquí.
Desde la puerta que llevaba al balcón, el caballero de Hilda estaba apoyado contra el marco mientras observaba el cañón que se extendía debajo de su habitación, en el santuario del templo. Igual que ella, llevaba una bata que les proveyó Salama-como se llamara. Ajustándose la suya, Hilda fue a unirse a él, justo a tiempo para ver a un trio de DRAGONS que nunca antes había visto volando frente a su ventana. Tenían cuernos con forma de guadaña sobresaliendo de por detrás de una larga cabeza con forma de pico, mientras sus alas, que parecían crecer de las extremidades posteriores en lugar de las frontales, los cargaban por el cielo.
– Se siente casi como un cuento de hadas, ¿no?
– Esa es una forma de decirlo. – dijo ella estando de acuerdo. Sujetando el brazo de Rio, Hilda lo palpó con sus manos por toda su longitud. – ¿Aún te duele?
– Ya está un poco mejor. – le aseguró él. – Hice algo de boxeo de sombras cuando desperté para quitarme las molestias.
Hilda frunció el ceño, pero supuso que habría formas peores de agravar una extremidad que estaba en recuperación.
– ¿Qué hay de ti? – le preguntó Rio. – ¿Dormiste bien?
Hilda sonrió y descansó su cabeza en el hombro de él. Fue una experiencia interesante, compartir la cama con alguien cuando no tenía que actuar. Especialmente considerando que era un hombre. Pero a pesar de haberle ofrecido tener el futón para ella sola, Hilda le aseguró que estaba bien, y se abrazó de Rio ya que su calor la hacía sentirse tranquila, ayudándola a dormir de una forma en que no había experimentado desde que era niña.
– Sí, en realidad lo hice. – admitió. En ese momento, se abrió una segunda puerta, y Ange también salió al balcón, con una expresión mezcla de sueño y maravilla al ver a otro par de alas posteriores volando cerca.
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Cross Ange: El Caballero de Hilda
FanficAU del anime Cross Ange a partir del episodio 9. ¿Qué habría sucedido si hubiese un movimiento de resistencia pro-Normas entre los usuarios de Mana? ¿Qué papel habrían jugado, y cómo alteraría su presencia la historia? ¿Y qué tal si uno de sus agent...