Capítulo 27: Adiós

5 2 0
                                    

– Atención a todo el personal. – transmitía Pamela por los altoparlantes. – El Aurora saldrá a la superficie en menos de cinco minutos. Todos los pilotos a sus máquinas.

A lo largo y ancho del hangar y la cubierta de lanzamiento, los armeros terminaban las preparaciones finales para el despegue antes de salir del camino. Montando su Glaive, Hilda conectó su cordón mientras ella y las otras eran movidas a sus posiciones. A su lado, Rio se montaba en Susano'o. Sus dos propulsores habían sido reemplazados con un juego personalizado que Mei había armado a partir de tres de los motores de reserva de Villkiss. Para darle un muy necesario incremento de agilidad, Mei también había equipado los motores con ventilas laterales para poder angular mejor la propulsión. Atrás de ella, Vivian y Rosalie montaban también sus unidades, mientras al otro lado de la cubierta de lanzamiento los elevadores traían a Kamaitachi y Kat. Los dos cargaban los rifles de asalto estándares, aunque el Arquebus índigo de Kamaitachi también llevaba un par de espadas curvas, mientras el Razor rosa de Kat llevaba un hacha corta y una subametralladora en los espolones de sus piernas. En los establos de babor, Tusk, Rhino y Vulture aguardaban por sus skyhooks, esperando su turno para despegar.

– Repasemos el plan una última vez. – dijo Hilda. – Yo, Rio, Rosalie, Kamaitachi y Kat volaremos y atraeremos a los Ragna-mails sobre Misurugi. Mientras estén distraídos, Vivian, tú vas a rodearlas y ubicarás a Ange y Villkiss.

– Entendido. – Vivian hizo el saludo militar.

– ¿Pero cómo vas a encontrarla? – le preguntó Rosalie.

– Simple. – Vivian sonrió mientras olfateaba en el aire.

– Una vez que la hayas localizado, – continuó Hilda – Tusk y los otros se moverán a nivel del suelo y agarrarán a Ange, luego se la llevarán para recuperar a Villkiss. Novatas, ustedes tres se quedarán atrás para proveer fuego de cobertura durante nuestra retirada.

– Sí, señora. – replicaron las tres chicas más jóvenes.

– He cargado los lanzagranadas en los rifles de asalto de las novatas con bengalas codificadoras. – dijo Mei por comunicaciones. – También he equipado el Hauser de Nonna con cargas de pulso electromagnético. Cuando los Ragna-mails se pongan a tiro, arrójenles todo lo que tengan. Y Rio, ten cuidado con esos motores. No tenemos más para reemplazarlos.

– ¿Todo está bien? – les preguntó Rosalie a las novatas.

– Estamos nerviosas, Srta. Rosalie. – respondió Marika.

– Sí. – Mary estuvo de acuerdo. – Nunca hemos volado en territorio humano.

– Yo tampoco. – les aseguró. – Sólo respiren profundo. Todo saldrá bien si seguimos el plan. Sólo dejen que nosotros manejemos la peor parte.

El escuadrón de asalto acababa de ser posicionado, cuando un sacudón repentino les indicó que el Aurora finalmente había salido del agua.

– Abriendo las puertas de la bahía. – anunció Pamela mientras la luz del sol inundaba la cubierta de lanzamiento.

– Hagámoslo. – ordenó Hilda. – ¡Escuadrón Hilda, despeguen!

...

En el puente, Jasmine y el Jefe observaban el monitor delantero mientras la nueva comandante del Aurora y su equipo de asalto despegaban. Aunque la transferencia de poder a Hilda no había salido sin oposición, especialmente entre las Normas que seguían siendo leales a Jill, la verdad sobre su pasado y su deseo de venganza contra el responsable de todo su sufrimiento resultó ser más fuerte que cualquier resquicio de desconfianza. Al final, nadie optó por marcharse.

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora