Capítulo 28: El principio del fin

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– Marika ya lleva mucho de haberse ido. – dijo Mary. – ¿Crees que esté bien?

A pesar de su deseo de seguirla, las dos habían mantenido sus posiciones, tal como la Comandante les había ordenado que lo hicieran.

– No lo sé. – respondió Nonna. – Le daremos otros dos minutos. Si no vuelve entonces, iremos tras ella.

No bien terminó de decir eso, cuando sus sensores detectaron nueve objetos moviéndose a su posición justo antes que el equipo de asalto finalmente se hiciera visible. Y con ellos venían las tres máquinas que atacaron Arzenal junto con los DRAGONs.

– ¡Srta. Rosalie! – exclamó Mary, mientras ella y Nonna salían disparadas del barranco. Fuera un Ragna-mail o un DRAGON, nadie iba a derribar a su señorita mientras ellas estuvieran allí.

– ¡Chicas, cálmense! – les advirtió Rio. – Está bien, ellas no son el enemigo.

– ¿De qué estás hablando? – demandó Mary. – ¡Atacaron Arzenal!

– Bajen las armas. – les ordenó la Comandante. – Sala y las otras ahora son nuestras amigas. Ahora vámonos antes que nuestros verdaderos enemigos aparezcan.

– Esperen un minuto. ¿Dónde está Marika? – preguntó Nonna al notar su ausencia.

– No lo logró. – admitió Vivian. – Lo sentimos, chicas.

– No... – susurró Mary.

– Marika... – Nonna casi lloró.

– ¡Sean fuertes! – les gritó Rosalie. – ¡¿O se han olvidado que son pilotos de Para-mail?! ¡Guarden sus lágrimas para después, ¿entendieron?!

– S... sí, señorita. – respondieron. Tomando la posición de retaguardia, Nonna y Mary siguieron al resto mientras emprendían curso de regreso al Aurora.

«Marika, ¿por qué?» pensó Nonna, mientras las lágrimas le llenaban los ojos. «¿Por qué no pudiste esperar como nosotras?»

...

La tierra dio paso al mar, y el escuadrón de Hilda voló hacia el punto de reunión. A la cabeza de la formación, Hilda frunció el ceño mientras repasaba roso lo que había ocurrido. Objetivamente, la misión había sido un éxito. Ange había logrado escapar y con algo de suerte ya estaría de camino al Aurora, mientras que el escuadrón había sufrido una sola baja. Pero a nivel personal, Hilda lo sentía como un fracaso. Rosalie no había dicho ni una palabra desde su retirada, y Hilda sabía que seguramente estaba recordando la muerte de Marika una y otra vez en su mente.

– Equipo de asalto, respondan. – sonó de pronto la radio. – Equipo de asalto, ¿me copian?

– Copiado, equipo de rescate. ¿Tienen a Ange? – preguntó Hilda. No hubo respuesta por un momento, y Hilda se temió lo peor. – ¡Equipo de rescate, respondan!

– Me temo que la perdimos. – respondió Rhino. – Hace dos minutos, la señal del Skyhook de Tusk desapareció. Hay equipos de policía y emergencia por todas partes, Vulture y yo nos vimos forzados a retirarnos. No sabemos qué le pasó a ninguno de los dos.

«No,» pensó. El punto de la misión era rescatar a Ange. Sin ella, todos estarían perdidos y la muerte de Marika habría sido por nada.

– Hilda. – la llamó de repente Rio. – Hay una vieja casa de botes en las afueras de Misurugi. La Network la usa para esconder Para-mails robados hasta que podamos sacarlos de contrabando. Déjame volver para buscarlos.

Hilda echó una mirada a la unidad blanca que volaba detrás de ella.

– ¿Estás bromeando? ¿No escuchaste lo que dijo Rhino?

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora