Capítulo 16: Revelaciones

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La paciencia de Ange se estaba agotando muy rápidamente. Esperando afuera del cuarto de Jill, se encontraba tamborileando furiosamente los dedos sobre su bíceps. Poco después de llegar, Jill también había aparecido, pero en lugar de responder a sus preguntas, había entrado a su cuarto diciéndole que necesitaba algo. Casi parecía que lo estaba demorando sólo para molestarla aún más.

«Esa chica que piloteaba la unidad roja,» pensó. «¿Quién era ella? ¿Cómo sabía la canción de mi madre? ¿Y a qué se refería con "la verdad se encuentra con Aura"?»

– ¿Cuánto tiempo ha pasado? – preguntó. Momoka abrió una ventana de Mana para revisar la hora.

– Unos cinco minutos. – le respondió. – Me pregunto qué estará haciendo.

Como si le respondiera, la puerta finalmente se abrió, y ambas se quedaron mirando perplejas. Jill se había cambiado su uniforme, y en lugar de eso se había puesto una bata de seda azul oscuro, cuyo borde apenas caía por debajo de sus caderas para acentuar sus largas piernas, y su largo cabello negro azabache ya no estaba amarrado en su cola de caballo, cayendo por toda su espalda.

– Estoy lista. Vamos. – le dijo.

Ange y Momoka se miraron entre ellas con confusión, pero siguieron a Jill mientras las guiaba por el corredor y hacia otra puerta que llevaba a unos baños termales, muy similares a los que había en el baño del primer escuadrón. Este sin embargo era mucho más elaborado. Estatuas de porcelana se alzaban sobre las rocas y había plantas delineando el perímetro, varias de las cuales servían como fuentes que vertían un constante chorro de agua fresca en el baño, mientras que en el extremo más lejano había una especie de gabinete de algún tipo. Mientras observaban, Jill dejó caer su bata fuera de su cuerpo, dejándola en el suelo antes de entrar en el agua.

– ¿Qué estás haciendo? – exigió saber Ange. Del gabinete en el extremo del baño, Jill sacó una bandeja flotante junto con algunos vasos y una botella de whiskey.

– Poniéndome cómoda. – respondió ella. – Ven y acompáñame. Después de todo, no hay mejor lugar para compartir secretos que al aire libre.

Ange entrecerró los ojos y sintió que le empezaba a volver la rabia.

– No tengo tiempo para tus jueguitos.

– Bueno, supongo que entonces no tendrás tus respuestas.

Ange miró el baño termal, y a pesar de su fastidio no pudo negar lo tentador que se veía. Luego de cinco días de encarcelamiento con apenas una ducha fría el día anterior, estaba desesperada por darse un baño de verdad. Se apresuró a quitarse su ropa, la cual le entregó a Momoka.

– Hablaremos a solas. – dijo Jill. – Dile a tu sirvienta que se vaya.

– ¡Awwww! – gimió Momoka.

– Sólo hazlo. – le dijo Ange. – Después te llamaré cuando haya terminado.

Momoka hizo un puchero, pero luego hizo una reverencia y obedeció. – Muy bien. Estaré afuera si me necesitan.

Una vez que Momoka se fue, Ange se metió al baño termal para unirse a su comandante, quien estaba sirviéndose un trago.

– ¿Puedo ofrecerte un poco? – le preguntó. – Imagino que no tienes estas comodidades en el baño del escuadrón.

– Ve directo al punto. – le dijo Ange. – Quiero saberlo todo. Sobre Villkiss, los DRAGONS, la Network, el anillo de mi madre y su canción. Y cómo es que tú y Tusk se conocen.

Jill revolvió un poco su vaso de whiskey en su mano, y se quedó mirando su reflejo.

– Comenzaré por el principio. – dijo Jill. – Hace mucho tiempo... existió un dios...

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora