Capítulo 24: Decisiones

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En las aguas que rodeaban la costa al sur de Arzenal, una enorme nave con forma de espada se encontraba esperando. Salir a la superficie era un gran riesgo, especialmente tan cerca de su antigua base, por lo que era imperativo meter a Ange y a Villkiss a bordo inmediatamente. Desde su asiento de mando en el puente del Aurora, Jill aspiró profundamente su aparato para fumar, e hizo una mueca ante el sabor metálico y seco. Lo que no daría por un cigarro real. Pero al menos finalmente ya habían encontrado a Ange. Según el mensaje de Kat, ella y los otros que habían desaparecido durante el asalto habían reaparecido inexplicablemente en Arzenal. Más les valía tener una buena explicación de dónde habían estado todo este tiempo.

– Abriendo las puertas de la bahía. – anunció Pamela. – Ya se acercan.

En el cielo nocturno, cuatro luces se acercaban con gran brillo mientras Villkiss, el Skyhook de Tusk, el Glaive de Hilda, y una cuarta máquina que nunca antes había visto se hicieron visibles y descendieron rápidamente sobre la puerta de la bahía del Aurora. Parecía como si la máquina de Hilda tuviera problemas manteniendo el control. Una de sus alas había sido cercenada, sin duda por alguna de las del grupo de Salia. Kat y el resto del grupo de exploración ya habían regresado, así que finalmente podrían largarse una vez que las cuatro máquinas hubiesen aterrizado.

– Aterrizaje confirmado. – declaró Olivier. – El radar no muestra contactos hostiles aproximándose.

– Ciérrenla. – ordenó Jill. – Luego llévennos debajo del agua antes que los secuaces de Embryo nos encuentren. Pamela, te quedas a cargo del puente.

– Uh, ¿Comandante? – Hikaru llamó a Jill mientras se dirigía hacia las escaleras. – ¿Cree que podríamos...?

– ¿Podríamos qué? – preguntó Jill.

– Nada, no importa. – dijo rápidamente la operadora. De repente, de una ventila cercana vino una serie de golpeteos metálicos y el siseo de chispas, antes de que saliera una figura flacucha.

– Listo. – dijo Spider. – He incrementado el rango de los escáneres del Aurora, así que tendremos mucha más alerta la próxima vez que Salia y las otras traten de emboscarnos.

– Me da gusto oír eso. – dijo Jill, arrojándole su dispositivo de fumar. – Ahora, ve si puedes encontrar una forma de hacer funcionar mejor esta cosa.

Por todos los quebraderos de cabeza que le causaba su tripulación extendida, tuvo que admitir que tenían su utilidad.

Una vez que Jill se marchó, Pamela selló todas las compuertas, y dirigió al Aurora para sumergirse. Mientras el agua de mar engullía a la torre de mando, Hikaru se reclinó sobre su consola y suspiró deprimida.

– Hey, ¿es que tienes deseos de morir? – le preguntó Olivier.

– Oh, no actúes cómo si no quisieras lo mismo. – Hikaru hizo un puchero. – No es justo, Hilda pudo estar a solas con Rio por una semana. Ahora está de vuelta y ni siquiera podemos bajar para darle la bienvenida.

– Sólo agradezcamos que todos están a salvo. – sugirió Pamela. – Aunque me pregunto qué les pasó a todos. ¿En dónde estaban? ¿Y de dónde sacaron esa enorme máquina blanca?

– Hey, no se preocupen, chicas. – dijo Spider mientras ponía los brazos alrededor de los hombros de Hikaru y Olivier. – Aún me tienen a mí aquí para hacerles compañía.

Ambas chicas hicieron una mueca de disgusto y se alejaron.

...

Ni siquiera habían terminado de aterrizar cuando las enormes puertas de la bahía del submarino comenzaron a cerrarse sobre ellos, y una multitud de gente los estaba rodeando. Al ver a su alrededor, Ange reconoció a Zhao Mei, Rosalie, Jasmine y Vulcan, Momoka y unas cuantas más de Arzenal. Pero lo que más le sorprendió fue ver algunos hombres. Mezclados entre las Normas había varios hombres humanos, la mayoría de la misma edad que Rio. La Network sin duda.

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora