Capítulo 23: Ángeles caídos

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A medida que el sol de la mañana iba ascendiendo, el templo de la Suma Sacerdotisa se iba llenando de actividad. A lo largo de los tres patios, un ejército de DRAGONs se había reunido. Docenas de Clases Bergantines, Galeones e incluso Corbetas se alzaban de pie por todos lados, mientras que incontables Goletas se apretujaban juntos alrededor de los machos más grandes. Más abajo en el cañón, una manada de los masivos Grandes Cuernos lentamente se acercaba a donde se abriría la singularidad. Ya que sus alas eran demasiado débiles para proveerles de vuelo sostenido, decidieron que ellos formarían la segunda oleada luego que la vanguardia lanzara un ataque desde el aire. Al pie de la escalera, Salamandinay se encontraba de pie con Naga y Kaname mientras Ange y los otros observaban con asombro.

– Lady Salamandinay. – reportó Naga. – Las gentes de Vivel y Slyphis ya están listas para partir a sus órdenes.

– La gente de Genome ya ha cruzado el río. – añadió Kaname. – Deberían llegar al punto de convergencia más o menos en media hora.

– Entonces preparémonos también. – dijo Sala. A un lado, Tusk y los demás observaban el espectáculo frente a ellos con gran asombro.

– Qué lejos. – jadeó Vivian. – Nunca había visto tantos en un solo lugar.

– Sin duda es impresionante. – dijo él estando de acuerdo, justo cuando alguien le susurró al oído.

– Echaré de menos ese cuerpo. – Tusk casi saltó fuera de su piel cuando vio a la Dra. Gecko apoyando la cabeza sobre su hombro. – Tenía muchas ganas de estudiar los hábitos de apareamiento de un hombre humanoide maduro. Es una pena.

– Uh sí, es terrible. – dijo él tartamudeando.

– La próxima vez, haremos experimentos coitales. – le prometió. Antes que Tusk pudiera responderle, alguien lo agarró del brazo, y lo alejó de ella de un tirón.

– Lo siento, doctora. – dijo Ange. – Pero Tusk no es una rata de laboratorio para que usted haga experimentos. Él es mi caballero.

– Oh. – replicó Gecko. – Ya veo.

– ¡Woohoo! – exclamó Vivian, haciendo que Ange se sonrojara mientras arrastraba a Tusk lejos de allí.

– ¡Vamos, salgamos de aquí! – gruñó ella.

...

Desde el otro lado, Rio y Hilda observaron divertidos. Hilda especialmente parecía disfrutar de ver a la Dra. Gecko hacía pucheros de decepción al ser denegada de la oportunidad de continuar con sus "estudios". En lugar de sus coletas usuales, Hilda se había amarrado su cabello en una sola cola de caballo. Cuando Rio le comentó al respecto, ella simplemente le dijo que estaba de humor para algo diferente.

– ¿Nos vamos? – le preguntó él. Hilda sonrió con suficiencia mientras entrelazaba su brazo con el de él.

– Sí, deberíamos.

Gecko y unas cuantas de sus asistentes le lanzaron miradas celosas a Hilda mientras pasaban, lo que parecía alegrarla todavía más. Frente a las escaleras que iban hacia el templo, sus cuatro máquinas, además de los tres Ryuu-shin-ki sat aguardaban en fila, con Susano'o y el Para-mail de Hilda esperándolos en los lados, junto con otra figura familiar.

– Rio, me alegro de poder verlos partir. – dijo Gila mientras corría hacia ellos. Hilda frunció el ceño al ver a la voluptuosa científica dirigiéndose hacia ellos, y apretó el agarre alrededor de su brazo.

– ¿Quién es ella? – le preguntó.

– Ella es Gila. Es quien estaba a cargo de cuidar al Susano'o. – le explicó él. En cuanto se les acercó, Gila desvió su atención hacia Hilda.

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora