– Encuéntrenlos. Mis hijos...
Esa voz de nuevo. Parecía provenir de todas partes. Rio miró a su alrededor, pero todo lo que vio a su alrededor fue un mar infinito de oscuridad. Detrás de él oyó los chillidos de un infante, y se giró para ver a un grupo de hombres metiendo a una bebé encerrada en una jaula dentro de un auto. No muy lejos de allí, otro grupo de hombres estaban conteniendo a una mujer que forcejeaba desesperadamente por liberarse.
– ¡Por favor! – suplicaba mientras desaparecían de la vista. – ¡Por favor no se lleven a mi hija! ¡Ella no es como las demás!
– Por favor, no le digas a nadie. – lloriqueó una voz mientras otra imagen aparecía en frente de él. Esta vez era una niña, no mayor de diez años, encogiéndose contra la base de un árbol. Su corto cabello café temblaba, y se notaba temerosa de él con sus ojos estaban reventando de lágrimas. – Lo siento. ¡No fue mi intención romperla!
Igual que la bebé, la niña desapareció de la vista y en su lugar, un hombre y una mujer yacían inertes en el suelo, con una botella de veneno derramada entre ambos.
– Encuéntralos. – le dijo de nuevo la voz. – A mis hijos. Muéstrales la verdad. Tráelos ante mí.
– ¿Cómo? – preguntó finalmente Rio. – ¿En dónde están? ¿Quién eres tú?
En respuesta, un alfiler de luz dorada comenzó a brillar en la oscuridad. La luz fue aumentando de tamaño e intensidad, casi cegándolo hasta que una silueta adoptó forma en la luz y Rio se encontró incapaz de desviar la mirada. Frente a él estaba una criatura más grande e imponente que cualquier cosa que pudiera haber imaginado. Su brillantemente prístino cuerpo ardía con una luz dorada, mientras que a sus costados se extendían un par de alas masivas a una envergadura que parecía capaz de cubrir al mundo entero. Unos ojos que brillaban como jade ardiendo lo observaron, y la criatura inclinó su cuello serpentino para abrir una mandíbula de tres vías, liberando un rugido que perforó a Rio hasta lo más profundo de su ser...
...
El repentino chispazo le hizo despertar, y Rio se encontró de nuevo otra vez en el mundo real. Estaba tendido en el suelo de la cabaña, y su último recuerdo era el de un cuerpo cálido presionándose contra el suyo, y una melena roja llameante rozándole la cara. En su todavía remanente delirio, intentó moverse y sintió un dolor en su entrepierna que lo hizo retorcerse en posición fetal, mientras todo volvía a él.
– Esa... ¡perra! – gruñó. ¿En qué diablos estaba pensando? ¿Estaba tan loca como para pensar que podía ir a pie hasta el Pilar del Amanecer y rescatar a la otra Norma así sin más?
Luchando contra el dolor y las náuseas, Rio concentró la Luz de Mana en su entrepierna hasta que finalmente el dolor se apagó. Una vez que pudo volver a moverse, se puso de pie y cogió su tabla de datos. Si tenía suerte, quizás Hilda todavía seguiría en el perímetro. Activó la app de sensores y los puntos rojos que se movían por la pantalla hacia el centro fueron toda la advertencia que necesitó antes que su cuerpo reflexivamente se tirara al suelo, cuando un diluvio de balas atravesó la ventana frente a la que apenas unos segundos había estado parado.
– ¡Cesen el fuego! – gritó una voz.
Desde el suelo, Rio volvió a verificar la tabla de nuevo, y vio cuatro puntos en posición a unos veinte metros de distancia de la cabaña. Un quinto mantenía la posición detrás de ellos mientras un poco más lejos, otros cuatro rodeaban la cabaña en persecución de otro que se acercaba al borde sur del perímetro.
– ¡Tú, dentro de la cabaña! – gritó la voz de nuevo. – ¡Te tenemos rodeado, arroja tus armas y sal con las manos en alto!
– ¡Demonios! – maldijo mientras se rodaba detrás del sofá, mientras tiraba de la alfombra. – ¡Ahora no necesito esto!
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Cross Ange: El Caballero de Hilda
FanfictionAU del anime Cross Ange a partir del episodio 9. ¿Qué habría sucedido si hubiese un movimiento de resistencia pro-Normas entre los usuarios de Mana? ¿Qué papel habrían jugado, y cómo alteraría su presencia la historia? ¿Y qué tal si uno de sus agent...