Capítulo 18: Extraños en una tierra extraña

4 1 0
                                    

La última cosa que Ange recordaba era que estaba lanzándose en picada hacia Tusk, con el corazón golpeándole en el pecho por el terror mientras el piloto del Ragna-mail negro se preparaba para disparar su arma y vaporizarlo. Y luego, sintió como si Villkiss comenzara a pulsar con la misma energía que tenía cuando ella cantó la canción de la familia imperial. Ange alcanzó a ver algo rojo volando hacia ella en la esquina de su ojo, y luego todo el mundo desapareció en un mar de estrellas brillantes e iridiscentes.

Cuando recuperó la conciencia, algo le frotó la cabeza a Ange, y miró débilmente hacia arriba. Una cabeza reptiliana se hizo visible, y Ange chilló antes de echarse para atrás golpeándose contra el borde de la cabina de Villkiss. Pero en lugar de atacarla, el Goleta se señaló a sí mismo con una mano con garras.

– Oh... eras tú, Vivian. – jadeó al darse cuenta de quién era. Vivian silbó para confirmarlo, y se frotó contra Ange. – ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y qué le pasó a Tusk?

Ange recibió su respuesta, cuando un grito ahogado de dolor resonó a un lado de Villkiss.

– ¡¿Quieres tener más cuidado?! – gritó la voz de una chica. – ¡Se supone que lo arregles, no que lo empeores!

– ¡Tengo que poner el hueso en su lugar si quiero que tenga una oportunidad de sanar! ¡Y no tengo analgésicos a mano, así que no hay otra forma!

Levantándose, Ange echó un vistazo y vio el skyhook de Tusk aparcado junto a Villkiss y un Glaive rojo. Y apoyado contra el skyhook, Rio estaba sentado con los dientes hundidos en la tela de su chaqueta. A su derecha, Tusk estaba ocupado tratando de amarrar un par de palos alrededor de la parte superior del brazo de Rio, mientras a su izquierda, Hilda estaba de rodillas con su brazo alrededor de los hombros de él.

– ¿Hilda? ¿Tusk? ¿Qué pasó?

Desviando la mirada de su trabajo, Tusk terminó de asegurar el brazo roto de Rio en un cabestrillo y se volteó hacia ella.

– Hey, ya despertaste. ¿Alguna herida?

– Creo que no. Pero ¿qué hacen ustedes dos aquí?

Poniéndole su brazo libre alrededor de sus hombros, Hilda ayudó a Rio a ponerse de pie, y le echó encima su chaqueta.

– Eso dínoslo tú. – respondió Hilda. – Lo último que recuerdo fue que me estaba lanzando hacia ti antes que ese Para-mail negro te disparara. Luego hubo un destello, y lo siguiente que supe fue que Rio y yo casi nos estrellamos en aquel edificio de allá.

– ¿Edificio? – preguntó Ange.

Fue entonces que Ange finalmente notó su entorno. Alrededor de ellos había varias estructuras que parecían colinas, pero no fue sino hasta que Ange se dio cuenta que seguían un diseño geométrico que se trataba de edificios que habían sido cubiertos de pura maleza. Hierba, lianas y enredaderas cubrían toda la superficie mientras que por el claro donde habían "aterrizado", los árboles y la maleza habían echado raíces en las grietas del pavimento, convierto lo que seguramente fue una ciudad prominente en roca destruida y en ruinas. También había rodeándolos objetos que parecían autos, oxidándose y envueltos en hierba que crecía entre ellos. Dondequiera que estuvieran no sólo estaba abandonado, parecía que no había estado habitado en siglos.

– ¿Qué es este lugar? – se preguntó ella. – ¿Alguna clase de ruina antigua antes de la era del Mana?

– Así parece. – dijo Rio. – Pero vean su tamaño, y lo intacto que se ve.

– Estoy de acuerdo. – añadió Tusk. – Si esto realmente fue una ciudad de la antigua humanidad, no hay forma de que la hayan dejado tan intacta como se ve.

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora