Capítulo 26: Destrozada

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Su bienvenida fue tan cálida como esperaban.

Cuando el Aurora finalmente llegó, un escuadrón de las guardias de seguridad personales de Jill salió a toda prisa con sus armas encañonándoles. Luego de haber sido atados a la fuerza, Tusk, Vivian, y Rio fueron traídos ante Jill mientras sus máquinas eran llevadas a la bahía de lanzamiento. Tusk supuso que no debería haberse sorprendido de que todavía siguiera a cargo. Siempre había sido una sobreviviente. Agarrándolo del cuello, y a pesar de la herida en su pierna, estampó a Tusk contra la pared de la sala de reuniones.

– ¡Tienes mucho nervio al venir a pedirnos ayuda! – le gruñó. – ¡Por tu culpa Ange fue capturada y perdimos a Villkiss! ¡Niño estúpido!

– ¡Ange no es tu herramienta! – argumentó Tusk. Jill le dio una bofetada de revés, y un hilo de sangre chorreó por el labio de Tusk.

– ¡Villkiss era la única cosa capaz de matar a Embryo! De hecho, fue tu padre quien me dijo eso. Espero que te sientas orgulloso. ¡Destruiste todo por lo que él peleó y murió! ¡Caballero de Villkiss mi TRASERO!

– ¡Oh, ya corta con esa mierda! – Cerca de ellos, Rio y Vivian se encontraban de pie siendo vigilados por Maggie, Jasmine, el Jefe, y Rosalie. Aparentemente, Hilda había escapado de cualquiera que fuese el castigo de Jill, pero había sido confinada a sus cuarteles, dejando a Rosalie a cargo del resto de pilotos de Para-mail. – ¿En serio crees que él estaría feliz con lo que intentaste hacerle a Momoka? ¿Crees que te miraría de manera diferente? Tal vez, pero no de la forma que tú querías.

Jill apretó los dientes mientras soltaba a Tusk y avanzaba cojeando hacia Rio.

– Adelante, golpéame. – la retó él. – No es como que eso vaya a cambiar nada.

Jill le lanzó una mirada asesina, antes de hundirle su puño bueno en el estómago, haciendo que Rio se encogiera mientras con su puño artificial le golpeaba en la quijada.

– ¡Rio! – exclamó Vivian mientras escupía sangre.

– Tal vez no. – dijo ella. – Pero se siente bien.

– Discúlpenme. – habló Rosalie. Jill movió su atención hacia ella, y la chica dio un respingo. – Pero Libertus no tiene por qué terminar así. Quiero decir, si podemos traer a Ange de vuelta, entonces...

– ¿En serio crees que tenemos los recursos para hacer eso? Sólo son tú, las tres novatas, y una capitana de escuadrón que no es digna de confianza.

– Tenemos más que eso, Jill. – argumentó Jasmine. – Tenemos al Jefe y a los otros. También al Susano'o. Puede que no sea Villkiss, pero puede ayudar a nivelar el campo de juego.

– Rhino y su equipo se especializan en trabajos como este. – añadió el Jefe. – Envía a los pilotos a distraer a los Ragna-mails y mientras están distraídos, el equipo Wildpack puede rescatar a Ange.

Jill gruñó mientras sacaba un cigarrillo de su bolsillo. Maggie comenzó a decir algo, pero rápidamente decidió mejor no hacerlo.

– ¿Cuál sería el punto? Después de todo eso, Ange nunca volverá a obedecerme. Sáquenlos de mi vista. Ya decidiré después qué hacer con ellos. Jasmine, prepárate para zarpar a Arzenal. Pueden irse.

Mientras dos de seguridad se llevaban a Vivian y a Tusk, el Jefe ayudó a Rio a levantarse y a caminar.

– ¿En serio crees que Rio sea un traidor? – oyó Tusk preguntar a una de las chicas del puente.

– ¿Por qué iban a hacer esto?

– Tiene que haber una razón.

Al ir atravesando la nave, Tusk miró a su alrededor y echó un vistazo a la gente frente a la que pasaban. Los miembros de la Network y varias Normas les daban miradas cuestionables. Aparentemente el Jefe no había compartido con ellos lo que había pasado, pero Tusk supuso que al menos querrían saber la razón. Otros, mayormente las de seguridad, les lanzaban miradas sucias a la procesión. Finalmente llegaron al calabozo, y Tusk fue empujado dentro de una celda de poco más de dos metros de ancho. La puerta se cerró detrás de él, seguida de otras dos. Una vez que estuvieron solos, Tusk se dirigió hacia la celda de donde venía la respiración de Rio, con dificultad.

Cross Ange: El Caballero de HildaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora